xoclimilco
Estoy en México y me quedaré las fiestas de fin de año con mi mujer Pilar, su familia y mi hijo Ricardito. También estoy con mi hermano Claudio que vive aquí en el DF pero viaja mañana a Chile para estar con su hija Florencia. Es de nostalgia recorrer los lugares que a fines de los noventa recorría en mi trabajo y los fines de semana de turista por la ciudad. México es entrañable en su vida, en llevarla suave, en la amistad, las comidas y las fiestas. Sobrellevan las dificultades de una gran ciudad mucho mejor que Santiago de Chile cuatro veces más pequeño que el DF. Las posibilidades de desarrollo y creación de riqueza son infinitas y su mentalidad de hacer las cosas a lo grande es admirable. No se quedan en ahorros pequeños como nosotros en nuestro querido Metro de Santiago, moderno, ordenado y modesto como todo Chile. Me enorgullece ver lo que ha crecido mi hermano y el espacio que se ha hecho durante estos duros últimos 6 años hasta tener una identidad y un espacio como asesor de marketing e innovación en México. Lo felicito por esto. En Chile tenemos la tendencia de despreciar los logros de las personas cercanas y sólo celebrar las virtudes de nuestra tribu más pequeña, pero lo que veo que hace Claudio en México es de verdad admirable. Prometo para Enero una entrevista para que nos comparta de sus inventos, logros y pasiones en esta ciudad agobiante pero mágica. Me quedo con ilusión de compartir y descubrir nuevas magias en esta ciudad que nos apabulla de América Latina, así de indígena, afrodescendientes, españoles y cuanta etnia busca futuro en este verdadero mundo urbano. La familia de mi mujer es un auténtico ejemplo de este mundo de emprendedores que labran su vida creando sus propias posibilidades, pertenecen con fervor a sus tradiciones y cuidan a sus familias. Me siento agradecido de experimentar algo del mundo latinoamericano, de las penurias pero también del goce y las esperanzas de un pueblo con tanto futuro.