Antes he comentado mi opinión en torno de lo que requieren los empresarios emergentes (pymes y mypes) para desarrollar competitividad en el mundo global y tecnológico.

Mi impresión es que la ???teoría??? de dar incentivos económicos para cada cosa (innovación, tecnología, exportación) no es suficiente por sí misma y sólo sacan partido los pocos que de todos modos están en la cultura de modernización.

En estos dos años de acercamiento al ???mundo pyme??? chileno, me doy cuenta que la cultura de los incentivos, las buenas prácticas, incentivada por funcionarios públicos y consultoras privadas no es suficiente para transformar las empresas en competitivas, porque muchos de estos actores no tienen ellos una cultura (sensibilidad, estándares, visión, relaciones sociales) que les de convicción y especialmente ???mundo??? a sus clientes empresarios.

En muchos casos, terminan en informes de papel de cantidad de intervenciones pero no de resultados para esas empresas y, en algunas otras, llegan a mudas componendas con empresarios pequeños que aceptan recursos públicos, pero que no cumplen con el fondo para el que estaban diseñados los programas. Todos miran para el lado, lo que vale es el informe, la fotografía y el evento de celebración.

La otra alternativa fallida es la ???tecnocrática??? de excelentes profesionales, con muchos estudios, modelos, casos y ejemplos que intentan reproducir las experiencias en empresarios empobrecidos, inexpertos, muchas veces desesperanzados, con quienes también fracasan, porque escuchan su modelo pero no a los empresarios.

Mi insistencia sigue siendo en invertir en transformación cultural y también intervención cultural en los actores que participan en el proceso. No se puede dar lo que no se tiene, no puede enseñar emprendimiento que nunca lo ha hecho, no puede mostrar la globalización quien es ciego ???vitalmente??? a ella, no puede construir redes de confianza quien vive en la desconfianza, no puede enseñar a agregar valor quien no tiene en el corazón el desafío de hacer ofertas. Es tan fácil y tan difícil, al mismo tiempo, avanzar en la transformación cultural de este mundo. Lo contrario es continuar tirando el dinero y las esperanzas.

Les comparto el siguiente artículo acerca de las necesidades financieras de las PYMES:

La Tercera, 30-01-2006
Apoyo a la Pyme: “Se busca” política
Claudio del Campo


La Pyme chilena actual vive dos momentos en uno. Por una parte, se encuentra posicionada en el centro del discurso político y económico, en tanto se reconoce su rol como sustentadora de gran cantidad del empleo y generadora por tanto del ingreso de una gran masa de la población, especialmente localizada en regiones.

También se reconoce que es objeto de discriminaciones al ser sometida a las mismas normas que se aplican a una gran empresa y, por tanto, se han comprometido reformas que modificarían su relación con el Estado.

En el otro momento, está en proceso de aprendizaje del nuevo contexto económico globalizado de la economía chilena y adecuándose (con nuevos y renovados emprendimientos) a la inserción internacional del país, ya sea directamente o encadenada a la gran empresa, como proveedor y/o distribuidor.

Si bien existen muchos esfuerzos en el sector público para apoyar a las Pyme en diferentes ámbitos (que se han traducido normalmente en instrumentos de fomento y mesas de conversación), gran parte de esos esfuerzos han tratado de ser integrados bajo la conducción del Ministerio de Economía. Sin embargo, notamos una falta de articulación entre los diferentes servicios y, en especial, echamos de menos una definición integradora de dichos esfuerzos en una clara matriz de objetivos, actividades, indicadores y presupuestos asociados.

A estos intentos por apoyar al sector les falta integralidad, transparencia y participación público-privada, con un presupuesto acorde con los objetivos. No existe una “política” a favor de este segmento. Para que así sea, los esfuerzos puntuales necesitan permanencia en el tiempo y flexibilidad para producir los cambios que muestren las evaluaciones independientes.

En Chile, este sector es conformado por aproximadamente 120.000 empresas (15% del total), que vende alrededor de $ 24.000 millones de pesos (20% del total) y da empleo a 1.600.000 personas (27% de la fuerza trabajadora ), según cifras del año 2003, las que no incluyen a la microempresa ni el trabajo por cuenta propia.

Las Pymes nacionales se reparten, casi igualmente, entre la Región Metropolitana y otras regiones y se concentran en el sector comercio (30%) y servicios (24%), las que en conjunto representan alrededor de un 10% de los nacimientos de empresas, que pasan al tamaño superior (de pequeña a mediana y de mediana a grande). En promedio, las empresas que pasan a un tamaño superior son de un 7% en siete años. Las que desaparecen, en el mismo período, son casi un 22%, importante diferencia.

Según nuestros estudios, sus principales dificultades son las condiciones de competencia (desleal e informal), la relación con el aparato estatal, las condiciones de acceder a financiamiento y la administración de su flujo de caja.

Sus debilidades radican en el financiamiento (costo del crédito y constitución de garantías), falta de representatividad y modernidad de los gremios Pyme, falta de una política de desarrollo (sin desconocer la existencia de instrumentos de fomento) y escaso acceso a tecnología.

Existen varias iniciativas en marcha a favor del sector, incluso legales, que apuntan a trabajar el tema de costo del crédito como las sociedades de garantías recíprocas, la diversificación de oferentes de crédito como las cooperativas, etc. Sin embargo, ninguna medida de diversificación o mejora de acceso, incluso de aumento de oferta (nuevos Bancos y otros agentes financieros en el mercado crediticio), podrán ser efectivos si no se enfrenta con medidas urgentes el alto endeudamiento que las afecta en términos previsionales, tributarios y financieros.

Los gremios representativos de la Pyme son débiles, por lo que Fundes ha propuesto apoyar la tecnificación de las asociaciones y la creación de menús atractivos de servicios a los asociados. En cuanto a la política de desarrollo, parecen existir las condiciones para generar una institucionalidad (ojalá público-privada), dedicada a la implementación y seguimiento de una política explícita Pro-Pyme, con mecanismos de evaluación externos a los hacedores de política.

El acceso a la tecnología comenzará a mejorar notablemente en la medida que las condiciones de crédito permitan la modernización productiva y de la gestión. Además, por supuesto ayudará la difusión de buenas prácticas, la vinculación de capital de riesgo y capital semilla con la innovación y la vinculación entre Pyme, universidades y centros de formación técnica.