Chile 2010

No hay táctica buena sin una estrategia que le de sustento y horizonte…

La discusión acerca del liderazgo del gobierno en Chile y la confusión con la condición de género han hecho perder de vista la falta de horizonte más profunda que tenemos como país. Desde hace muchos años, pendulamos entre el exitismo y la depresión, entre la tecnocracia y el ideologismo, entre la indecisión y el autoritarismo, pero no logramos atinar en el horizonte que necesita el país.

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La última semana, el gobierno dio un ???golpe de autoridad??? aprobando la entrega de anticonceptivos a asdolescentes, molestando a sus socios de alianza, ofendiendo a la iglesia católica y enojando a la derecha. En resumen, más de la mitad del país insatisfecho. El error es pensar que la autoridad se ganará con sorpresivos golpes tácticos y no con una “carta de navegación” definida (pero abierta y amplia) y con timón fuerte, así como la lleva hacienda ???quizás demasiado fija.

Las disputas eventuales, los gestos excesivos, las componendas, los parlamentarios aspirantes a estrellas pop, los burocráticos obsesos por más leyes para todo y los en desquite por la marginación post muro de Berlín, ninguno sabe encontrar el camino de un horizonte para Chile.

El presidente Lagos avanzó admirablemente en esa área, pero se excedió en comunicación y cosas pendientes, nos fortaleció en dignidad nacional ante el mundo, nos orientó, muchas veces no regañó enfadado, pero siempre dio la impresión de saber lo que quería.

Necesitamos encontrar nuestro norte como país, como proyecto de desarrollo pero también como comunidad humana que convive en colaboración, necesitamos terminar con las relaciones oligárquicas de provincia de campo, exigir más meritocracia y evaluaciones a los dirigentes del país, dejar de avergonzarnos de ser todos finalmente Faúndez. Más apuestas de largo plazo, tanto en las inversiones en innovación de los privados, como invertir en educación pública, necesitamos reecontrarnos en el mall o donde se pueda como ciudadanos de un mismo país, abierto, colaborador con el entorno, que apuesta a ser alguien en el mundo, más allá de vender cobre.

Nos falta un plan estratégico, pero con perspectiva histórica, recolector de los márgenes -que claman por innovaciones, desde todos los orígenes- y abierto a las cegueras que nos copan en este pequeño pueblo polvoriento, asustadizo, envidioso, pero en fin, con la buena leche del vecino con que crecimos y compartimos escuela, plaza y pichanga. Esto no es culpa del gobierno, pero sí su principal responsabilidad.

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