Este artículo lo publiqué en el blog del V Congreso de la Democracia Cristiana de Chile, con el fin de provocar reflexión, no tanto de los temas en cuestión, sino acerca del modo en que la política tradicional reflexiona, piensa y actúa. Busqué un tono libre, intentando evitar la tesis y el tedio discursero. A ver si lo logré. Pronto publicaré Las ideas no existen, tampoco en la empresa…
Las ideas no existen y la comunicación transforma
Las ideas no existen ni como fenómeno físico, biológico o fisiológico en el cuerpo de las personas, pero tampoco se ha probado que existan en alguna dimensión de la naturaleza metafísica.
Lo que hasta ahora se sabe es que todo lo que ocurre como fenómeno humano que es posible comunicar, ocurre en el lenguaje, cada vez que pongo en mi mente alguna sensación, emoción, opinión u observación de algún fenómeno, lo hago en el lenguaje. En el lenguaje se manifiestan los fenómenos en mi mente humana y en el lenguaje me comunico con otras personas.
Es curiosa tanta actividad en torno de algo que no existe, pero así somos, ???seres humanos???. La gente tiene ideas y se las guarda, las personas debaten ideas, defienden ideas, atacan ideas de otros, constituyen partidos de ideas. Esto que parece filosofía es una constatación con absolutas consecuencias prácticas.
Continúa:
Quiero invitar a mirar desde otra perspectiva el accionar político, en que lo que predomina como fenómeno central el lenguaje, pero un lenguaje utilizado más allá de la retórica, un lenguaje que permite orientar, convocar y coordinar a las personas. Comenzar a entender este otro ???paradigma??? será un comienzo para comenzar a transformar la cultura de esta organización llamada partido político.
Lo que llamamos ideas, unas veces se trata de opiniones que tenemos acerca de algo, otras son veredictos que deciden algún curso de acción, otras son demandas a otros, otras son propuestas. Lo que llamamos principios son declaraciones basadas en la fé religiosa, en el razonamiento y en la tradición en que nos criamos. Esto no les quita nada de dignidad, todo lo contrario, entenderlo les puede recuperar la fuerza que alguna vez tuvieron.
Los principios como declaraciones y preferencias
En la base tenemos opiniones sobre las cosas, hacemos declaraciones en torno de nuestras preferencias y también propuestas de cómo alcanzar estas preferencias. Lo primero interesante de esto, es que lo reconocemos como nuestra opción válida y legítima, pero permite que otros tengan las propias. Lo otro que aparece necesario es aprender a interpretar y convocar a otros masivamente con nuestras declaraciones.
La identidad de un partido (como lo que lo define a sí mismo, lo diferencia de otros y le provee de una imagen) se funda en una parte importante en sus declaraciones de principios y sus propuestas programáticas, pero su propia existencia se justifica en la aspiración a gobernar y transformar en realidad al menos parte de esas declaraciones de intención. Hay una sutil frontera entre preservar la pureza de los principios y hacer una política realista, entre hacer una política basada en lo posible y una política rígida, purista y voluntarista, que termina aislando.
Crisis ideológica: Demanda de estilo más que de contenidos
El desafío no es de ideas ni de principios, sino de “estilo” de relaciones
El problema de la DC, de baja de aprecio, de votos y de representantes, el clima conflictivo, el debilitamiento de los afectos, la confusión del momento, no es un problema de ideas, de principios ni de valores. Es un problema de la cultura política, del estilo en que se ha desarrollado. Fue exitoso por un largo período, pero el cambio ocurrido y producido por los mismos gobiernos y el entorno mundial, nos ha desconectado de los chilenos nuevos del siglo XXI.
La cultura tradicional de la DC se desarrolló en un ambiente en que primaban los dicursos totalizantes, desde la organización del universo hasta la relación con el jardinero, todo cabía en la reflexión, quizás porque había tiempo. En ese mundo, la oratoria alambicada, ocurrente, exuberante, era lo que se llevaba. Había que escribir libros para ser alguien en política. El Estado ordenaba todo, por lo que se trataba de un objetivo clave. Los partidos reproducían mucho de la cultura burocrática de las organizaciones de inicios del siglo pasado, con departamentos, secciones, encargados, ascensos, pertenencia y ritos de afirmación como la junta, la asamblea, la base. De ahí viene que ahora los militantes más antiguos y modestos reclamen por no haber recibido nada: ???milito hace cuarenta años y el partido no me ha dado nada???, ???el alcalde no se ha acordado de ninguno de mis nietos???.
Es cierto que la gente continúa demandando orden, seguridad, autoridad de gobierno. Es cierto que sufre la sensación de desamparo del repliegue del Estado y sus políticas sociales. Pero también es cierto que quiere hacer su propia vida, inventar su futuro, que cree en sus propias posibilidades, y cree menos ???mucho menos??? en todo tipo de autoridades: profesores, policía, religiosos, políticos, gobernantes. Además, tiene un compromiso con pasarlo bien, con divertirse y ser feliz, sea con las chicas de Kike Morandé, la Teletón o una fiesta de regetón. Eso convoca su atención. La gente está tan inculta como siempre, no lee, no se informa ni forma, pero accede con mucha facilidad a mucha información sobre todo de consumo, pero también acerca de las peripecias de la farándula, el fútbol o la política, sin distinguir mucho en la dignidad de esas actividades.
Seducción: la coherencia y la credibilidad no son suficientes
Sin discutir por ahora la pertinencia de las definiciones categóricas de principios doctrinarios o ideológicos, y validando la importancia de una conducta coherente en lo que se dice y la credibilidad por efecto de la honestidad o la responsabilidad, se hace necesario cautivar la atención y el compromiso de las personas.
No basta tener claro el discurso, sino que es necesario comunicarse, pero en el estilo de la sociedad del siglo XXI. Los ciudadanos se comunican más por medio de señales basadas en prácticas sociales que en la definición discursiva. Es como casarse, como se seduce la gente, como construye un camino común, cuestiones que no ocurren a partir de una definición cosmológica que desciende hasta el detalle doméstico, sino como un compartir de prácticas, experiencias, preferencias, y desde ahí imaginar un futuro. A nivel colectivo, esto ocurre hoy en gran parte vía medios de comunicación y en lenguaje llano casi innoble.
Tres razones para reconocer inutilidad de contraponer posiciones en el Congreso DC
La primera razón es que hay un consenso básico en lo que se ha hecho y en lo que es posible hacer. Con la mano en el corazón, los críticos reconocen que se ha hecho mucho y los ???no??? críticos reconocen que falta mucho.
La segunda razón es que hay un consenso total en que cualquier posición, declaración o decisión de futuro será traducida a la sabia máxima de ???en la medida de lo posible???. Nadie está por poner acelerador a fondo, en dirección alguna. Lo que se haga será buscando mayorías. Esa lección sí que la aprendimos.
La tercera razón es que el cambio que necesita la DC no es de ideas ???que ya dijimos que no existen- sino de estilo de relacionarse, tanto internamente como hacia el resto de la sociedad. Más se trata de las señales que se envía a las comunidades y la coherencia práctica que eso requiere en su convivencia cotidiana.
La cultura política es lo que hay que cambiar para orientarse y crecer
A nivel público hay muchos líderes que gozan de credibilidad pero sufren de falta de atractivo, no seducen, no apasionan, no convocan. Lo probable es que no evocan furturo, o porque no lo enuncian, no lo tienen, o porque no lo empoderan, entre tanta definición, reglas y discreciones.
A nivel interno, hay una descomposición profunda de la convivencia de las bases comunales. Recibo emails que dan susto en su animosidad y beligerancia entre candidatos rivales enfrentados por ???una comunal. Visito la sede comunal y da pena, la pobreza, el desamparo, la falta de esperanza y la desconfianza que se respira.
Crisis de convivencia es crisis de la cultura y red social DC. Cada vez que me acerco a mi sede comunal experimento la sensación de un viaje al pasado, es como volver a la primera vez que me invitaron a una reunión clandestina en 1983, o antes cuando acompañaba a mi padre a la junta de vecinos, de niño a inicios de los setenta. La misma gente, los mismos modales y gestos, modestos, honorables en su mayoría, afectuosos, pero con mucha desesperanza, algo de temor y un poco de resentimiento. Pocos. Ese mundo necesita saber que cambió Chile, cambió el mundo, porque ese es el anuncio que debemos dar a nuestros seguidores, o seguiremos perdiéndolos. La DC se hizo vieja y necesitamos rejuvenecerla con futuro, esperanza y tecnologías (que cada vez están más disponibles). El discurso sentido, nostálgico ocurrente ya no convoca, ya no dice. El discurso se vive, incorporado en la práctica, en los gestos o no es escuchado. Otro mundo!
Una nueva cultura de partido
Soy progresista, si me apuran soy de izquierda. Me crié en una comuna popular, con amigos y parientes modestos. He tenido muchas oportunidades gracias a mi familia y también mucho gracias a la red social que constituye la DC. Pero no he perdido el sentimiento de indignación por la pobreza y la falta de oportunidades. Estudié sumido en la cultura y estética de izquierda, me emocioné al escuchar al Inti en Vicuña Mackena cantando El pueblo unido, recién llegados del exilio durante la campaña del No.
Pero soy consciente que el mundo del futuro necesita iniciativa, creatividad, autonomía, competitividad y apropiación de las tecnologías. Mi progresismo se expresa en la urgencia de masificar esas capacidades entre las personas que aún no les toca. Mi progresismo se expresa en que sin comunidad y tradición nos quedamos en el vacío, y no tendremos oferta diferenciadora ni soporte social y emocional para acometer los desafíos. Necesitamos reconstruir un sentido de país, de patria, de Chile nuestro, de todos.
Pero esto no lo podemos hacer con una organización, una cultura y con líderes que viven mental y afectivamente en el pasado. Eso espantará a la gente.
Tampoco lo deben hacer necesariamente lo más jóvenes. No es cuestión de edad únicamente, sino que de actitud, de espíritu. Quizás, mejor son los viejos (y viejas) de espíritu joven que saben subirse al carro del futuro, con gestos, ánimo y se apropian de las tecnologías modernas. En Recoleta nos contaban que hay un militante ???blogero??? de 90años. Me niego a pensar que hay que culpar, descartar y marginar grupos. Quizás es nuestra responsabilidad integrar a los más difíciles. Pero eso no es problema si recordamos que nuestro partido nació para hacerse problemas, para hacer cambios, para denunciar y anunciar lo que no a todos les gusta escuchar ni ver.
Relato y coherencia de estilo: señales, gestos, discurso, estados de ánimo y tecnologías
Estos son los recursos que hacen falta. Son todos gratis y casi gratis porque están en el reservorio de las prácticas más humanas. Necesitamos construir un partido alegre, que da señales de compromiso con Chile, que no predica desde la verdad, que no responde sino que pregunta, que no se pone como ejemplo, que no ironiza con las debilidades ajenas y está disponible para revelar las propias, que más que refocilarse en los logros del pasado, tiene urgencia por entregar a Chile lo que ha comprometido. Un partido que acepta con coherencia que el mercado, la globalización, la revolución tecnológica son un hecho, como la revolución industrial o el descubrimiento de América, que tienen amenazas y costos humanos, pero también muchas oportunidades. Un partido que acepta y promueve que persona es individuo y comunidad, eso, tanto individuo con derechos, responsabilidades, capacidades, pero también comunidad de referencia, afectos y solidaridad.
Pero aquí mismo sobran palabras y faltan gestos, que es lo que la gente de hoy entiende. Necesitamos un partido más dinámico, más fresco, menos normativo, menos de comisiones y más de celebraciones, menos de reglamentos y más de confianzas, menos de debates y mucho de diálogo, menos de hablar y mucho más, pero mucho más de escuchar.
Debate vs diálogo
Marx dejó una frase memorable, que como estudiante de filosofía me marcó: ???los filósofos hasta ahora se han dedicado a explicar la realidad, ahora se trata de transformarla???. Esta frase la escucharon mucho más los empresarios, desde la revolución industrial hasta esta super revolución tecnológica. Han transformado el mundo, mucho para mejor, pero mucho también para peor.
El debate es inútil cuando no cambia la realidad. Decía antes, ya no convocan los discursos sesenteros, alambicados, ocurrentes, irónicos. Tampoco las declaraciones globales de intenciones o normativas: ???la persona humana es??????. Es tan grande que no se alcanza a escuchar. Más modestia en que somos humanos imperfectos y en que las respuestas importan menos que las preguntas, dada la confusión de este inicio de Siglo 21.
Quisiera ???prohibir??? el debate, terminantemente, para instalar el diálogo, entre iguales, imperfectos, ignorantes, intentos de coherentes, en fin, humanos, llanos. Eso nos hace falta ante la comunidad, una DC llana, comprometida, que ya no tiene la llave de la historia, porque desapareció, y ahora se trata de encontrar el camino junto, con afecto, modestia, entrega y algo de riesgo, que es inevitable.
Esperanza:
Dos ejemplos que dan esperanza: me invitaron el Sábado 25 de Noviembre a una reunión de evaluación del avance del Congreso del PDC, al que asistieron varios de los principales líderes de las distintas ???sensibilidades??? del partido. Fue de una gran esperanza asistir a un diálogo en que había diferencias, varias basadas en anécdotas pasadas, pero predominó un ambiente de diálogo, cordial, acogedor. Apasionado, pero respetuoso. El segundo es que la DC se ha dedicado a escuchar a través de entrevistas, reuniones, foros y blog, durante 4 meses. La DC escucha humildemente, muchas críticas fuertes, dolorosas, pero seguro que dará un rédito de confianza y espíritu. Estos dos ejemplos hablan de un nuevo estilo que hay que asegurar ahora para el futuro.
Volver inicio ricardoroman.cl