Los pobres valen millones
Francisca Vega
“Atender a los olvidados no es compasión, es dinero”. En América Latina hay un movimiento importante de los bancos encaminado a la adquisición de organizaciones que estaban dedicadas a las microfinanzas o al microcrédito. El 63% de 85 bancos de 19 países de la región cree que entrar al negocio de préstamos de entre US$ 500 y US$ 1.000 es atractivo. Aunque el dinero parezca poco, ocho de cada 10 bancos consideran que el financiamiento de las pequeñas y medianas empresas es un área estratégica de su negocio y el 90% cree que el panorama de la economía es alentador, lo que beneficiará directamente a las microempresas. Los bancos poseen infraestructura, tecnología y capacidad de fondeo, la cual puede combinarse con el mejor conocimiento de los clientes y la capacidad de la fuerza de venta específica de las entidades de microfinanzas. No hay diferencias en la cartera vencida, las personas que acceden a las microfinanzas son buenas pagadoras porque saben que no tienen una segunda oportunidad en el sistema financiero.
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El mexicano Arturo Monroy es de aquellos hombres difíciles de sorprender. Como director de la banca de inversión de Banorte, corredora que ha participado en 16 colocaciones en los últimos tres años en el mercado mexicano, sabe con creces a cuánto llega el interés de los inversionistas por una nueva empresa que entra a bolsa.
Pero el calculador Monroy quedó con la boca abierta el 20 de abril pasado, cuando el Banco Compartamos –empresa líder en microfinanzas en México– debutó con el 30% de su capital en bolsa. “Todos, sin excepción, quedamos impresionados”, dice. “Los pedidos por acciones volaban; el apetito de los inversionistas por las microfinanzas es feroz”. La demanda por Compartamos superó en 13 veces la oferta, logró canalizar el 30% de las operaciones bursátiles en el gigantesco mercado mexicano en esa jornada y recogió US$ 470 millones en la apertura.
“Superó con creces nuestras expectativas”, dice Fernando Álvarez, director de finanzas del Banco Compartamos, en Ciudad de México, quien conversó con inversionistas en EE.UU., Inglaterra, Brasil, Hong Kong y Singapur. “El 65% de los recursos irán a nuevos programas de microfinanzas e inclusión social”.
Unos de los que siguieron de cerca esa jornada fueron los bancos tradicionales, quienes siguen de cerca cómo los primeros que entraron al negocio de los créditos a corto plazo que no superan los US$ 1.000 se están llenando de dinero en los bolsillos. Y es que ellos también quieren entrar. “En América Latina hay un movimiento importante de los bancos encaminado a la adquisición de organizaciones que estaban dedicadas a las microfinanzas o al microcrédito”, dice Fernando Pozo, presidente de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban) y gerente general del Banco Pichincha.
Pozo lo sabe bien, pues su banco, el mayor de Ecuador, desenfundó en mayo pasado US$ 100 millones para comprar la totalidad de la cartera de clientes de Banco Centro Mundo, la unidad ecuatoriana del grupo de entidades microfinancieras Altas Cumbres, fundado por el chileno Santiago Cummins. La operación fue a puerta cerrada y sólo al otro día los empleados fueron informados de que los 300.000 clientes pasarían a manos de Pichincha.
Con ésta, ya suman tres las enajenaciones que hace Cummins desde diciembre. En abril vendió la Corporación Financiera Miravalles y Recaudadora de Costa Rica (Recsa) a la Corporación Tenedora BAC, ligada a la poderosa GE Money, orientada al segmento medio alto, pero que ahora quiere bajar en la pirámide. Aunque ejecutivos de Altas Cumbres no respondieron a los llamados de AméricaEconomía, la operación involucró activos por unos US$ 40 millones, lo que incluyó pasivos por una cifra no revelada.
Otra venta notable de Cummins fue la de la peruana Altas Cumbres Compañía de seguros de Vida al holding ACE. Éste pagó en diciembre unos US$ 25 millones por las primas. “Que te compre una de las aseguradoras líderes del mundo no sucede todos los días”, dice el peruano Julio César Zárate, de la Clasificadora Equilibrum, en Lima. “El chileno Altas Cumbres vende en el minuto correcto”. Según fuentes del mercado, Altas Cumbres está en un proceso de reestructuración, al punto que se habla que vendería el Banco del Trabajo en Perú al poderoso inglés HSBC.
Riesgo es dinero
Una encuesta de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban) y el Banco Interamericano de Desarrollo demuestra el interés por las microfinanzas: el 63% de 85 bancos de 19 países de la región cree que entrar al negocio de préstamos de entre US$ 500 y US$ 1.000 es atractivo. Aunque el dinero parezca poco, ocho de cada 10 bancos consideran que el financiamiento de las pequeñas y medianas empresas es un área estratégica de su negocio y el 90% cree que el panorama de la economía es alentador, lo que beneficiará directamente a las microempresas.
Y comprar las microfinancieras que y llevan tiempo en el mercado es para algunos la mejor manera de entrar. “Hay un potencial interesante de sinergia entre un banco comercial y una organización destinada a las microfinanzas”, dice Pozo, de Felaban. “Los bancos poseen infraestructura, tecnología y capacidad de fondeo, la cual puede combinarse con el mejor conocimiento de los clientes y la capacidad de la fuerza de venta específica de las entidades de microfinanzas”.
El atractivo de ls microfinancieras creció además porque sus resultados han mejorado mucho con la estabilidad de la economía. “Habían crecido poco, pero ahora, con una economía más estable, la curva se revierte”, dice Enrique Castillo, presidente de la Asociación de Bancos de México. En ese país, por ejemplo, los bancos más activos son Banorte, con Pronegocio; HSBC, con Financiera Independencia, y Banamex, con Crédito Familiar. “En toda América Latina, tomar riesgo va en aumento”, dice Castillo.
En Bolivia y Perú la industria de las microfinanzas tiene 20 años, y en 2000 comenzó a crecer en otros países. No son pocos los bancos que busca desarrollar sus propios canales de microfinanzas. Bancolombia, por ejemplo, colocó en el mercado un millón de tarjetas para personas de bajos recursos y, según la Asociación de Bancos de Colombia, se vincularon 180.000 nuevas personas de bajos estratos sociales al microcrédito en 2006.
También en Colombia se creó, bajo la instrucción del presidente Álvaro Uribe, el Banco de las Oportunidades para generar riqueza en la base de la pirámide social. Sume que la agencia de publicidad McCann-Ericsson –con una inversión de US$ 2 millones– investigará a fondo en Colombia, México, Panamá, Brasil y Chile la capacidad de consumo y comportamiento de los pobres.
A mediados de 2004, Citigroup creó el cargo de director global de microfinanzas. Y sólo a unos días de entrar en el negocio, dio un notición: Banamex, el segundo banco privado de México –100% de Citi–, emitió bonos en pesos mexicanos por US$17 millones para financiar las operaciones de microcrédito de Compartamos. Así comenzó a competir con Bank of America, Wells Fargo Bank, el británico HSBC, y los españoles BBVA y Santander Central Hispano.
Además, el Banco Itaú en Brasil, a través de la Fundación Itaú Social, entra a nuevos proyectos para ver la capacidad de ventas de esta población desatendida, mientras que el Banco Popular do Brasil, la rama de microcréditos del Banco do Brasil, lanzó la tarjeta de débito Visa Electron para sus clientes de bajos ingresos.
BBVA, a través de la Fundación BBVA, acaba de destinar 200 millones de euros para impulsar la red global de microfinanzas en América Latina. Aunque no tiene fines de lucro y está dentro de su área de responsabilidad social, en los últimos meses realizó un estudio para la integración futura de la red latinoamericana de finanzas en Colombia, a través de los activos de la Corporación Mundial de la Mujer Colombia y la Corporación Mundial de la Mujer Medellín. Y en Perú compró los activos Caja Nor Perú y la peruana Caja Sur. “Hoy, en América Latina y el Caribe hay más de 67 millones de personas que viven de las microempresas”, dice Manuel Méndez, responsable de la Fundación BBVA para las Microfinanzas, en Madrid. “Sólo un 6,4% tiene acceso a servicios financieros formales”.
Méndez dice que BBVA seguirá en la carrera por tomar participaciones significativas en entidades especializadas en la región, con políticas de admisión de riesgo y gestión diferenciadas de la banca convencional. “Sin duda, este tipo de políticas es una manera de explorar este rentable negocio”, dice Sergio Navajas, experto en microfinanzas del BID.
Según estudios de la entidad, las empresas de este rubro tienen hoy 6 millones de clientes y una cartera de activos superior a los US$ 5.000 millones en América Latina. Un informe del BID dice que durante los 90 el nivel promedio de crédito otorgado al sector privado en América Latina era de sólo 28% del PIB, una tasa significativamente más baja que la de otros grupos de países en desarrollo, como Asia del Este y Pacífico (72%) y Medio Oriente y Norte de África (43%). Entonces, el espacio para crecer sobra.
“Todos los estudios apuntan a que la rentabilidad es notable”, dice Navajas. Tras analizar el comportamiento de los bancos versus las microfinancieras –reguladas o no– en Bolivia, Colombia, Perú, Nicaragua y Ecuador, Navajas llegó a la conclusión de que es jugoso por donde se mire. Por ejemplo, las microfinancieras analizadas tienen una rentabilidad sobre activos (ROA) superior en 2,1 puntos porcentuales en relación a la banca tradicional. Además, la rentabilidad sobre patrimonio es casi idéntica entre las microfinancieras y la banca.
“Tampoco hay diferencias en la cartera vencida”, dice Navajas. “Las personas que acceden a las microfinanzas son buenas pagadoras porque saben que no tienen una segunda oportunidad en el sistema financiero”. Según Navajas, indicadores como el ROA y el ROE de las microfinancieras ponen en evidencia que la banca saca –y lo seguirá haciendo– provecho de entrar a este negocio. Y eso es lo mejor que puede pasar en América Latina. “La pobreza abruma”, dice Navajas. “Atender a los olvidados no es compasión, es dinero”.
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Trnscribo Dcto.
Dinero Giral
DE CÓMO LOS BANCOS COMERCIALES PRIVADOS CREAN "NUESTRO" DINERO Y DE POR QUÉ LOS ESTADOS NACIONALES DEBEN REASUMIR LA INDELEGABLE FUNCIÓN DE EMISIÓN DEL 100% DEL DINERO
JUAN BAUTISTA CASTAGNINO
Los sucesos económicos acaecidos en la Argentina deben servir para desentrañar cómo funciona el sistema bancario aquí y en todo el mundo y poner al desnudo el injusto e inicuo negocio que los bancos hacen a costa del esfuerzo y el trabajo, físico e intelectual, de los argentinos en particular y de todos los pueblos en general.
Por lo general se sigue ingenuamente pensando que el dinero lo crea solamente el Estado, a través de sus Bancos Centrales, con sus máquinas impresoras de billetes (papel moneda) y acuñadoras de monedas.
Pues bien, la realidad es muy distinta. La mayor parte del dinero es creado sin esfuerzo y casi de la nada por los Bancos comerciales y sobre ese dinero le cobran jugosos intereses a los que verdaderamente trabajan y crean, sean obreros, empresarios, artistas, etc..
¿Cómo funciona este simple y poco conocido mecanismo que sorprende por lo simple pero que tiene hondas consecuencias políticas y económicas?
Para ello dejemos hablar a Joseph E. Stiglitz, reciente Premio Nobel de Economía, quien en su libro "Economía" dice:
"Para comprender cómo lleva a cabo el banco central su tarea de controlar la oferta monetaria es necesario conocer mejor cómo funcionan los bancos, sobre todo cómo crean dinero. Con todo lo sorprendente que resulte para muchos, actualmente la oferta monetaria no es creada por una máquina de acuñar monedas o de imprimir billetes sino, en gran medida, por el sistema bancario. Cuando depositamos dinero en el banco, éste no lo guarda simplemente en su caja fuerte y lo coloca en un pequeño cajón con nuestro nombre hasta que estamos listos para llevárnoslo. El que hiciera eso estaría loco. Los bancos se dan cuenta, por el contrario, de que no todos los miles de depositantes van a retirar su dinero el mismo día. Unos acudirán la semana que viene, otros dentro de dos semanas y otros no aparecerán en todo el año. Mientras tanto pueden prestar el dinero depositado en las cajas fuertes y cobrar intereses. Cuanto más dinero consigan convenciendo al público de que lo deposite, más pueden prestar y, por lo tanto, más dinero ganarán. Para atraer a los depositantes, pagan intereses sobre los depósitos… Ahora bien, ¿cuánto pueden prestar sin correr grandes riesgos? El dinero que mantienen los bancos en caso de que lo reclamen los depositantes se denomina reservas. ¿Cuánto dinero necesitan mantener como reservas? ¿Deberían mantener un 5% de los depósitos? ¿Un 20%? Cuanto menos mantengan como reservas, más dinero pueden ganar y mayor es también la posibilidad de que no dispongan de suficientes fondos a mano si da la casualidad de que un gran número de depositantes desea que se les devuelvan sus depósitos al mismo tiempo. ¿Cómo crean dinero los bancos?. ¿Quién crea dinero? Los bancos. Como hemos visto, las monedas y los billetes que fabrica el Tesoro representan una parte relativamente pequeña de la oferta monetaria. Para ver cómo crean dinero los bancos imaginemos que reunimos todos los bancos de un país en un enorme montón y que los consideramos como si fueran un enorme superbanco. Supongamos que el Banco Central exige que las reservas representen un 10% de los depósitos y que una persona rica deposita 1.000 millones de pesetas en efectivo en su cuenta. El banco se hace el siguiente razonamiento. Sabe que debe mantener un coeficiente de reservas de 1 a 10. Tiene una larga lista de personas que han solicitado un préstamo. Cuando concede un préstamo, anota en la cuenta corriente del prestatario la cantidad; en realidad no le entrega dinero en efectivo, sino que se limita a registrarlo tanto en el activo como en el pasivo de sus libros: un préstamo en el activo y un depósito en el pasivo. Si concede préstamos por valor de 9.000 millones de pesetas, su pasivo aumenta en 10.000 millones (el depósito inicial de 1.000 millones más los préstamos por valor de 9.000 millones). En el activo, el banco entrega al banco central los 1.000 millones en efectivo y éste anota esa cantidad en su cuenta, por lo que ahora tiene 1.000 millones en reservas. Por lo tanto, sus reservas han aumentado en 1.000 millones, sus depósitos en 10.000 millones; ha satisfecho el requisito de reservas". (01)
En definitiva, el banco recibió 1.000 millones en depósito pero prestó 9.000 millones. Por un mero asiento contable, sin trabajo ni esfuerzo que justifique el cobro de intereses, el banco comercial creó contablemente 9.000 millones y los prestó a interés haciendo un jugoso negocio. Al prestar los 9.000 millones el banco se los deposita al cliente en cuenta corriente mediante un mero asiento contable y el cliente, a su vez, paga sus compras con esos 9.000 millones emitiendo cheques (02).
Además el banco cumplió con el nivel de reservas exigido por el Banco Central (10% sobre el total de depósitos) pues tiene depósitos (que son el "pasivo" del banco) por 10.000 millones (1.000 originales más 9.000 que acreditó en cuenta corrientes al prestatario) pero entregó 1.000 millones al Banco Central en calidad de reservas. A su vez, el "activo" del Banco también es de 10.000 millones, pues es acreedor de los 9.000 millones que le prestó al cliente y es acreedor de los 1.000 millones que depositó en el Banco Central como "reservas".
Si las reservas que exige el Banco Central a los bancos comerciales fuesen del 20% sobre el total de depósitos se restringe un poco más la capacidad de los bancos de crear dinero. Así un depósito de 10.000 pesetas de ‘caja externa’ generaría una creación de 40.000 pesetas adicionales. Así lo explica Kelvin Lancaster en su libro "Economía moderna":
"Como los depósitos bancarios son una forma importante de dinero, puede decirse de los bancos que crean dinero a través de este proceso de expansión multiplicada. En otras palabras, han entrado en el sistema 10.000 pesetas de caja externa, pero se han originado depósitos por valor de 50.000 pesetas. El sistema bancario ha ‘creado’ 40.000 pesetas". (03)
Lo usual en todo el mundo, regido por este ‘inocente’ sistema, es que las reservas exigidas por los Bancos Centrales a los Bancos comerciales oscilen entre el 10% y el 20% de los depósitos.
No en vano McConnell, profesor de Economía en la Universidad de Nebraska, califica de ‘sorprendente’ y ‘aparentemente inocente’ a este fenómeno:
"Todo esto parece bastante inocente. Pero un examen más detallado… pondrá de manifiesto un hecho sorprendente: cuando un banco concede préstamos, crea dinero. … Cuando los bancos prestan, crean depósitos a la vista, que son dinero". (04)
Todo esto pone al descubierto el jugoso negocio de los bancos comerciales modernos y termina con la ficción o el mito de que los Bancos sean meros e inocentes ‘intermediarios del crédito’ entre los depositantes y los tomadores de préstamos (los prestatarios). Los Bancos crean dinero y no son meros intermediarios.
Respecto a nuestro país la situación es idéntica y nos lo explica Ferrucci:
"Por último, es de interés definir cuáles son los entes capaces de emitir dinero. El dinero signo es el dinero emitido por el Banco Central. El dinero bancario, representado por la emisión de cheques, cae dentro de la órbita de los llamados por nuestra ley ‘Bancos Comerciales’, que son los únicos habilitados para recibir depósitos a la vista. Por esta razón suele llamarse a los bancos comerciales ‘intermediarios financieros monetarios’ para diferenciarlos de aquellas otras instituciones que al no recibir depósitos a la vista no pueden crear dinero bancario. En el caso concreto de nuestro país, el sistema monetario… está compuesto por el balance del Banco Central y el balance consolidado de los bancos y cajas de ahorro. Esto significa que estas instituciones son las ‘creadoras’ del dinero y, a su vez, las depositarias de buena parte del mismo". (05)
Todo esto significa, ni más ni menos, que desde hace mucho tiempo está ‘privatizada’ la creación de dinero pues se ha delegado en los bancos comerciales la creación de la mayor parte del dinero circulante, habiendo quedado en los Bancos Centrales la función cada vez más remanente de imprimir billetes y acuñar monedas; y quiero remarcar que es "cada vez más remanente" porque con la generalización de las "tarjetas de débito" será, día a día y en todo el mundo, crecientemente innecesario que el Banco Central emita dinero. Será la culminación del proceso de privatización de la creación del dinero. El obrero cobrará (ya algunos cobran) mediante la acreditación del sueldo en su cuenta corriente o caja de ahorros y pagará sus gastos con la tarjeta de débito. No serán necesarios los billetes ni las monedas. Simples créditos y débitos en la cuenta corriente de los bancos.
Los Bancos Centrales supervisan y controlan el accionar de los bancos comerciales, verificando si cumplen con el nivel de "reservas" exigido; pero el negocio bancario en sí mismo está privatizado a costa de la esclavitud de los pueblos; con la producción "real" de bienes los pueblos pagan la creación "virtual" de dinero (meros asientos contables) realizada por los bancos comerciales cada vez que nos prestan.
Para comprender plenamente por qué nunca se debería haber privatizado la creación de dinero, es necesario tener en claro qué es el dinero.
El dinero es una creación de la comunidad. Toda comunidad, todo Estado tiene el derecho natural, histórico, básico y fundamental de determinar qué se usará como dinero para poder intercambiar los bienes producidos por esa comunidad. Todo Estado tiene el derecho básico de determinar cuánto dinero se emitirá (procurando, obviamente, emitir en proporción a la producción del país para no caer en procesos inflacionarios). En definitiva, los dueños de la moneda somos todos los integrantes de una comunidad. La comunidad es la creadora de la moneda. Por ello, en el fondo, cuando desconfiamos de nuestra propia moneda estamos desconfiando de nosotros mismos.
Pues bien, al haber privatizado su creación, al haber renunciado los Estados a la creación del 100% del dinero, los bancos comerciales nos cobran intereses por prestarnos nuestro dinero, el dinero de nuestra comunidad, de nuestro Estado (y así en todos los países). Esto lo explica con toda claridad un autor norteamericano:
"Nosotros, el pueblo, le dimos al Congreso –en la Constitución estadounidense- el derecho de acuñar la moneda o imprimir el dinero. En 1913, el Congreso le pasó este derecho a los banqueros. Los banqueros nos prestan nuestro dinero a un interés. Si te das cuenta de lo que significa esto, advertirás que tenemos el sistema monetario más corrupto del mundo. Pero muchos otros países han imitado nuestro sistema corrupto porque los ciudadanos son demasiado estúpidos como para darse cuenta de qué es lo que está pasando. Los ciudadanos son las víctimas de su propia ignorancia… Nosotros trabajamos duramente para que los banqueros se hagan muy ricos. Puede que sea un sistema muy ordenado, pero a qué precio. El precio es esclavitud: una forma de esclavitud económica. Nos hemos vendido a nosotros y a nuestros hijos a la esclavitud porque somos ignorantes de nuestro derecho natural y legal de imprimir dinero." En otro párrafo agrega: "En la Constitución de los EE.UU. de América, la gente le otorgó al congreso de EE.UU. el derecho de imprimir dinero. Por ignorancia de lo que esto significa, el Congreso le concedió el derecho a imprimir dinero, a estos hábiles banqueros. AHORA EL CONGRESO PIDE PRESTADO ESTE DINERO DE LOS BANQUEROS Y PAGA INTERÉS POR ÉL". (06)
Este drama de pedir prestado nuestro propio dinero lo conocemos muy bien los argentinos, con un Estado completamente endeudado con los bancos comerciales radicados en la Argentina. No olvidemos que nuestra propia Constitucional Nacional también ordena que la emisión monetaria sea facultad exclusiva del Estado nacional al punto de prohibir tal prerrogativa a las provincias. Curiosa paradoja: las provincias no pueden emitir por ser entes autónomos, no soberanos, que delegaron tal función en la Nación, pero a los bancos comerciales sí se les permite crear nuestra moneda violando así los preceptos constitucionales.
El economista John Maynard Keynes, a pesar de ser un hombre del establishment, vislumbró este problema que plantea Leonard Orr, cuando revolucionó la teoría y la política económica en la década del 30 con su famoso libro "Teoría general del empleo, el interés y el dinero". En tal sentido esto sostiene Dudley Dillard, profesor de economía en la Universidad de Maryland, en su libro "La teoría económica de John Maynard Keynes":
"La financiación sin intereses. Un aspecto de la política fiscal que Keynes no expone, pero que surge naturalmente en vista de su posición sobre la naturaleza del interés, es la cuestión de la financiación sin intereses de los gastos públicos que se destinan para poner en acción los recursos ociosos. El gasto con fondos de préstamos implica un aumento de la deuda pública y de los pagos anuales de interés por la deuda pública. … Sin embargo, si el aumento del principal y de la carga del servicio sobre la deuda pública es una objeción de importancia a la financiación por empréstito, SURGE LA CUESTIÓN DE POR QUÉ LA SOCIEDAD HA DE TENER QUE PAGAR INTERESES A LOS BANCOS Y DEMÁS PARA OBTENER EL DINERO NECESARIO PARA MOVILIZAR LOS RECURSOS OCIOSOS. ¿HAY NECESIDAD DE SUBVENCIONAR A LOS BANCOS COMERCIALES PAGÁNDOLES ENORMES CANTIDADES DE INTERESES PARA CREAR EL NUEVO DINERO QUE SE NECESITA PARA EXPANSIÓN ECONÓMICA? ¿NO ES LA CREACIÓN DE DINERO UNA FUNCION PROPIAMENTE ESTATAL, Y SI ES ASÍ, POR QUÉ IMPEDIR QUE EL ESTADO EMITA NUEVO DINERO DIRECTAMENTE SIN PAGAR INTERESES POR LOS TITULOS DE LA DEUDA A LOS BANCOS COMERCIALES? LA RESPUESTA, SEGÚN LA TEORÍA DEL INTERÉS DE KEYNES, QUE SERÁ EXPUESTA DE UNA MANERA MÁS COMPLETA MÁS ADELANTE, ES QUE NO HAY NECESIDAD DE PAGAR INTERESES EN ESTAS CIRCUNSTANCIAS. … La renta de intereses que reciben los bancos comerciales, excepto en la cuantía empleada para sufragar el costo de ciertos servicios burocráticos, es un pago de monopolio QUE NO RECOMPENSA NINGUN AUTENTICO SACRIFICIO NI NINGUNA FUNCIÓN". (07)
Al leer este párrafo uno no puede menos que recordar la enorme cantidad de dinero que los bancos comerciales radicados en la República Argentina le prestaron al Estado nacional en estos últimos años produciendo, simultáneamente, una restricción del crédito a la actividad privada; si para cubrir su déficit el Estado hubiese optado por la solución de "emitir" directamente en vez de endeudarse con los bancos, quizás también habría habido necesidad de restringir en alguna medida el crédito bancario destinado a la actividad privada (a fin de evitar posibles presiones inflacionarias por exceso de emisión monetaria -y aún esto debe ser analizado con más detalle-) pero por lo menos el Estado no estaría endeudado hasta la coronilla con los bancos locales, ni el Estado estaría obligado a pagarles eternamente jugosos intereses; intereses que pagamos todos los ciudadanos con lo recaudado por impuestos cada vez más confiscatorios o con más y más deuda tomada de nuestros acreedores.
Estamos entonces ante uno de los grandes desafíos políticos: que el Estado, los Estados, retomen la facultad de emisión del 100% del dinero. Esto exige obviamente una fuerte banca estatal puesta al servicio de la producción.
Que los Estados retomen esta soberana e indelegable facultad ya ha sido planteada antes y al respecto esto nos dice Walter Eucken en un libro de 1947(aclaremos antes que Eucken denomina ‘dinero giral’ o ‘dinero bancario’ al dinero que crean los bancos cuando prestan):
"El hecho de que los billetes se produzcan en régimen de monopolio de oferta cerrado, concretamente en el monopolio individual del Banco Central, pero el dinero giral no, y el otro hecho de que con el dinero giral, sobre todo durante la depresión de 1929 a 1932, surgieran graves perturbaciones, han inducido a proponer que se confíe la creación del dinero giral a monopolios individuales cerrados y controlados por el Estado Y QUE SE RETIRE A LOS BANCOS PARTICULARES EL DERECHO DE CREAR DINERO GIRAL". (08)
Vanamente la cuestión fue también debatida en el Parlamento Británico; y digo ‘vanamente’ porque una de las matrices del poder financiero mundial de ninguna manera iba a permitir que cunda el ejemplo en el resto de los países. De todos modos es esclarecedor transcribir las dos mociones presentadas en la Cámara de los Comunes en el año 1964 extraídas del libro de George Knupffer ‘La lucha por el poder mundial’:
"En el Parlamento Británico, un antiguo amigo del autor de esta obra… presentó dos Mociones. La primera es del 14 de enero de 1964: ‘La emisión de todos los medios de cambio: Que esta legislatura nota con aprobación las patrióticas acciones del Sr. … y de otros americanos, al presentar una demanda legal a las Cortes de los Estados Unidos de América cuyo objetivo es obtener QUE EL DINERO SEA UNICAMENTE EMITIDO POR EL CONGRESO, DE ACUERDO CON LA CONSTITUCIÓN, PARA PREVENIR DE ESTE MODO LA EMISIÓN ADICIONAL DE LOS MEDIOS DE CAMBIO COMO UNA DEUDA CONTRAÍDA A INTERÉS, QUE BENEFICIA SÓLO A LOS FINANCISTAS PARTICULARES, A COSTA DEL ESTADO Y DEL PUEBLO. El dinero tiene que ser emitido constitucionalmente Y COMO UN SERVICIO PÚBLICO, PARA SER GASTADO Y NO PARA QUE CIRCULE EN PRÉSTAMOS, CON LO CUAL REMUEVE UN INMENSO E ILEGAL GRAVAMEN SOBRE LA NACIÓN Y UN INJUSTIFICADO CONTROL SOBRE LA VIDA PÚBLICA Y PRIVADA… Y esta legislatura pide la colaboración del Gobierno de Su Majestad para… retornar a su Majestad la Reina el poder y el deber soberanos de acuñación, emitiendo todos los medios de cambio en concordancia con la antigua tradición’. La segunda moción, del 22 de diciembre de 1964, reemplazó la primera: ‘La emisión de todos los medios de cambio: Que esta Legislatura considera que LA CONTINUA EMISION DE TODOS LOS MEDIOS DE CAMBIO POR FIRMAS PRIVADAS –sean ellos moneda acuñada, billetes de banco o créditos, liberalmente transmitidos unos a otros por cheques- COMO UNA DEUDA QUE PRODUCE INTERÉS CONTRA EL PÚBLICO, DEBE CESAR INMEDIATAMENTE; que el poder y derecho soberanos de emitir moneda en todas las formas deben regresar a la Corona y, en tal caso, SER PUESTOS EN CIRCULACIÓN LIBRE DE TODA DEUDA Y DE OBLIGACIONES DE INTERÉS, COMO UN SERVICIO PÚBLICO, NO COMO UNA OPORTUNIDAD PRIVADA DE BENEFICIO Y CONTROL, sin tangible retorno al pueblo británico; y que el volumen de la moneda sea controlado a fin de mantener los precios estables. Que la nacionalización del Banco de Inglaterra no resuelve este problema, al servir el banco únicamente a fines subsidiarios Y LOS BANCOS PRIVADOS CREAR AÚN CASI TODO EL DINERO EN CIRCULACIÓN SIN NADA, POR SIMPLE ENTRADA EN SUS LIBROS. Que los fines de aquellos que buscan asegurar la propiedad privada y la libre empresa, así como de aquellos que buscan proteger al pueblo británico de la injusta explotación, podrían ser mejor servidos si se devolviera el poder de emisión monetaria a Su Majestad la Reina, en concordancia con las antiguas tradiciones legales, como también es exigido por la Constitución Americana al dar el derecho de emisión sólo al Congreso, así como para asegurar al Estado y a la Nación los beneficios de esa emisión y aliviarles de la inmensa y creciente carga de una deuda parasitaria, nacional y privada; y para hacer cierto que el control pase a los sujetos a tributación…".
Hasta aquí parte de las mociones presentadas en la Cámara de los Comunes británica en 1964; luego, con gran realismo político, Knupffer agrega:
"…desde fines del siglo XVII, del reinado de Guillermo y María, con mucho, la mayor parte de todos los medios efectivos de cambio son emitidos en cero por bancos privados, por simple entrada en los libros, para ser prestados a interés al Estado y a prestatarios privados. DE ESTE MODO, EL REAL PODER PASÓ DEL ESTADO A LOS BANQUEROS PRIVADOS… éste no es un simple problema académico, sino una cuestión de suprema importancia que afecta la soberanía y la verdadera existencia del Estado y de la nación. Se ha dicho que no habría tributación sin representación, con todo, FINANCIEROS PRIVADOS PUEDEN EMITIR ‘IMAGINARIA’ MONEDA SIN NADA, POR MERA ENTRADA EN LOS LIBROS Y PRESTARLA A INTERÉS, ADQUIRIENDO EL BENEFICIO DE EMISIÓN Y DE INTERÉS GRATIS, AL COSTO DE TODA LA COMUNIDAD. ESTA ES UNA TRIBUTACIÓN EN TODO EL SENTIDO DE LA PALABRA… De esto se desprende que la verdadera soberanía está en las manos de aquellos individuos que PRIVADAMENTE emiten la moneda… Si hasta el Estado les pide prestado y abandona su propio poder de acuñación (emisión) a los financieros… Las bases ‘reales’ del poder de los creadores y prestamistas de dinero, descansan en el hecho de que son pocos los que conocen la verdad acerca de esta misteriosa mano bancaria… Los viejos Whigs eran los proponentes de la ‘Finanza Holandesa’, DE LA EMISIÓN DE TODOS LOS MEDIOS DE CAMBIO COMO UNA DEUDA QUE PRODUCE INTERÉS A LOS BANQUEROS PRIVADOS, Y DE LA DOMINACIÓN DEL ESTADO POR LA ALTA FINANZA, NO POR EL CONSEJO PRIVADO, EL REY Y EL PUEBLO". (09)
En la Argentina, al crearse el Banco Central en 1935, la ‘privatización’ de la emisión monetaria fue desembozada. El proyecto original de creación del Banco Central proponía que la institución fuera ‘totalmente privada’ pero en definitiva la institución fue ‘aparentemente’ mixta pero ‘realmente’ dominada por el sector financiero privado. No es de extrañar esta abdicación del Estado argentino si se tiene en cuenta que el esquema de creación y funcionamiento fue elaborado por Sir Otto Niemeyer, funcionario del Banco de Inglaterra. El Directorio del Banco Central funcionaba con un Presidente, un Vicepresidente y 12 Directores, de los cuales uno sólo era designado por el Poder Ejecutivo. La designación del Presidente y Vicepresidente parece guardar las formas de respeto a la soberanía nacional pues ambos eran ‘seleccionados’ (repárese en esta palabra) por el Poder Ejecutivo, con acuerdo del Senado; pero la tragicómica realidad se pone al desnudo cuando nos enteramos que el Poder Ejecutivo podía ‘seleccionar’ sí, pero sólo DENTRO DE LAS TERNAS ELEGIDAS POR LA ASAMBLEA DE BANCOS ACCIONISTAS DEL BANCO CENTRAL. ¡POR SUPUESTO EN LA ASAMBLEA TENÍAN MAYORÍA DE VOTOS LOS BANCOS EXTRANJEROS! (10)
Esta situación le llevó a Jorge A. Difrieri, en su libro "Moneda y Bancos en la República Argentina", a concluir que el Banco Central fundado en 1935 se trataba de:
"una sociedad mixta en que la presencia del gobierno nacional como accionista no es esencial a su existencia. El Gobierno no tiene voto en la asamblea…no aparece en la ley mecanismo alguno a través del cual quede asegurada la prevalencia del interés público sobre los sectoriales privados. La acción oficial sobre el Banco queda relegada al plano del mero monitoreo, al integrarse el Directorio con un representante del Poder Ejecutivo. Las disposiciones de esta ley… permiten, en nuestra opinión, afirmar QUE EN 1935 SE PRIVATIZÓ EL SISTEMA MONETARIO Y BANCARIO ARGENTINOS". (11)
Pero en 1946 el nuevo gobierno produjo un cambio sustancial. No sólo nacionalizó el Banco Central de la República Argentina convirtiéndola en una entidad exclusivamente oficial sino que, además, "… se inició un ensayo inédito y sin antecedentes a nivel mundial en materia de banca central: la denominada nacionalización de los depósitos". (12)
La consecuencia de esa ley es que "la creación de dinero es realizada totalmente por el Banco Central de la República Argentina" (13). El Banco Central suministraba a los diversos bancos comerciales prácticamente la totalidad de los recursos prestables mediante operaciones de redescuento. En definitiva, los bancos comerciales no podían crear dinero. De esta manera el Estado recuperó -por algunos años- su eminente función de emisión del dinero y control del crédito en sus aspectos "cualitativo" (destino del crédito (14)) y "cuantitativo".
Tal es el espíritu y la teleología que inspiró este régimen de monopolio estatal de creación del 100% del dinero durante los años 1946/1957 y 1973/1976.
Todo ello sin perjuicio de los reparos (y elogios) que haya merecido la "técnica" que en concreto se empleó para cumplir tal objetivo; cuestiones que no pueden desvirtuar en lo más mínimo la validez, la justicia y la plena constitucionalidad del derecho que tienen todos los Estados de emitir el 100% del dinero, cualquiera sea su forma o modo de creación. Podemos discutir si tal o cual "técnica" es la más apropiada para cumplir el objetivo pero lo que no podemos discutir es el objetivo en sí mismo.
En tal sentido, el mensaje del 14-06-1973 del Poder Ejecutivo argentino acompañando el proyecto de la que luego sería la ley 20.520/73, es elocuente por sí mismo:
"La función creadora de dinero que asiste a los bancos ya no es materia de controversia ni de discusión. De allí que… no es dudoso que es atribución exclusiva del congreso emitir moneda, sea cual fuere la naturaleza, forma o modo que ella pueda revestir… De lo que se trata, entonces, en una exacta caracterización jurídica, es de que el Estado, por intermedio del Banco Central de la República Argentina, reasuma, simplemente, el ejercicio de una facultad que le era y le es propia, que nunca debió resignar, aunque hasta la fecha, por grave anomalía, haya sido usada por los bancos".
Ahora bien, si los Estados recuperasen su eminente función de emisión del 100% del dinero, si lograsen terminar con el inicuo e ilegal negocio de la emisión privada de "nuestro" dinero, si además del control "cuantitativo" del dinero también recuperasen el control de la dirección y destino del crédito (aspecto "cualitativo"), la consecuencia lógica y necesaria sería que el Estado pasaría a controlar también las tasas de interés. Con ello bajarían automáticamente las tasas de interés porque el Estado no buscaría el lucro con los préstamos sino el desarrollo de la producción y el consiguiente pleno empleo.
La gran lucha política de los Estados, el gran objetivo, debería ser volver a recuperar el total control sobre la emisión de dinero y con ello se logrará volver a poner al dinero en el lugar que siempre debió estar: ser un mero instrumento creado por la comunidad al servicio de la producción. Se rompería el actual sistema imperante en el mundo por el cual la producción, el trabajo y esfuerzo están al servicio de la internacional del dinero.
Notas:
(01) Stiglitz, Joseph E., Economía, Ariel, Barcelona 1994, págs. 959 y 961, traducción M. Esther Rabasco Espáriz
(02) Aunque no interesa a los fines de este escrito entrar en detalles técnicos, cabe aclarar que este mecanismo se denomina el efecto "multiplicador bancario" de la caja externa, es decir, la creación de dinero que puede realizar el sistema bancario a partir del momento en que recibe en depósito dinero que inicialmente no estaba en la caja de ninguno de los bancos del sistema. Este dinero que le viene de afuera al sistema bancario (los 1.000 millones) puede provenir de diversas fuentes, entre ellas dinero procedente del extranjero, dinero que los ciudadanos tenían guardado bajo el colchón, etc.. Una vez recibidos los 1.000 millones en depósito el sistema bancario está en condiciones de ‘multiplicar’ ese dinero, de crear nuevo dinero –mediante meros asientos contables- para finalmente terminar prestando los 9.000 millones del ejemplo tomado de Stiglitz.
(03) Lancaster, Kelvin, Economía moderna, volumen 2, Alianza Editorial, Madrid 1977, pág. 771
(04) McConnell, Campbell, Curso básico de economía , Aguilar, Madrid 1973, trad. de Jesús Ruiz de Cenzano y Losa, pág. 376
(05) Ferrucci, Ricardo Jorge, Instrumental para el estudio de la economía argentina, Eudeba, Buenos Aires 1984, págs. 108/109
(06) Orr, Leonard, La verdad acerca del dinero, Errepar, Buenos Aires 1999, traducción Catalina E. Kirby, págs. 40 y 24
(07) Dillard, Dudley, La teoría económica de John Maynard Keynes, Aguilar, Madrid 1977, traducción de José Díaz García, págs. 116/117
(08) Eucken, Walter, Cuestiones fundamentales de la economía política, Alianza Editorial, Madrid 1967, pág. 163
(09) Knupffer, George, La lucha por el poder mundial, Cruz y Fierro Editores, Buenos Aires 1974, traducción Jorge A. Castagno, págs. 123/126
(10) Al 3l de Diciembre de 1939 los bancos nacionales tenían 3.578 votos en la Asamblea de Accionistas del Banco Central, mientras los bancos extranjeros tenían 4.113 votos. En Francioni, M. y Llorens, E., Ritmo de la economía argentina en los últimos treinta años, Perlado, Buenos Aires 1941, pág. 209.
(11) Difrieri, Jorge A., Moneda y Bancos en la República Argentina, Abeledo-Perrot, Buenos Aires 1967, págs. 214/215
(12) Treber, Salvador, La economía argentina, análisis, diagnóstico y alternativas, Ediciones Macchi, Buenos Aires 1977, pág. 566
(13) Rodríguez, Alfredo C., Los indicadores económicos, Ediciones Macchi, Buenos Aires 1977, pág. 260
(14) Cuando son los bancos comerciales los que emiten la mayor parte del dinero, el Estado puede controlar mediante diversos mecanismos (el nivel de reservas, operaciones de mercado abierto, operaciones de redescuento, etc.) la "cantidad" de dinero que emiten los bancos, pero es muy difícil que el Estado pueda controlar su destino final; con lo cual muchas veces el destino del crédito no está en sintonía con la política económica nacional.
Hace poco vi la película “Concursante”, y me estoy enterando del timo (o tema), y es asquerosa la usura que permitimos…