emol. Ya se lanzó al mercado estadounidense Kindle, el dispositivo portátil que creó Amazon, la famosa compañía de ventas por internet, para almacenar y leer libros digitalizados. El nuevo prodigio tecnológico pretende rivalizar con el libro clásico y busca repetir el éxito que tuvo el iPod en el mundo de la música. El gesto de humedecer un dedo en la boca para dar vuelta la página de un libro podría llegar a convertirse en una imagen del pasado. Esto, si se cumple lo que algunos han comenzado a vaticinar con la aparición del Kindle, el aparato lector de ebooks (libros digitalizados que se encuentran en internet) que lanzó Amazon.com recientemente. Por Javier Rojahelis
¿Desaparecerán los libros convencionales? ¿Terminará finalmente el placer culpable de los que leen pensando en los árboles que debieron talarse para producir el libro que están sosteniendo en sus manos? Cada vez que surge una nueva tecnología se tiende a formular este tipo de preguntas y a pensar en las cosas que podrían quedar obsoletas. Ya ocurrió con la aparición de la televisión, que supuestamente iba a sepultar a la radio y el cine. Cosa que ciertamente no ocurrió. Y, aunque sí suceden casos en que lo nuevo deja atrás lo viejo (como cuando el teléfono terminó por desterrar al telégrafo de las comunicaciones), también se dan muchas situaciones en las que las innovaciones sirven más para complementar que para suprimir lo ya existente.
En concreto, el Kindle es un nuevo dispositivo de almacenaje y descarga de ebooks que permite tener hasta 200 libros en un formato portable (no mucho más grande que un libro de bolsillo) y con una autonomía de energía que permite leer hasta 30 horas sin necesidad de recarga de baterías. Cualidades a las que se agrega una pantalla que, al revés de las usuales, no emite luz, sino que funciona con un nuevo prodigio llamado tinta electrónica (un gel que se tiñe para dar forma a las letras) que permite leer sin cansar la vista y para la cual la luz directa del sol no provoca los problemas de visibilidad como en las otras pantallas. Kindle cuesta 400 dólares y sólo puede bajar ebooks de una colección de 80 mil títulos dispuesta por Amazon, al precio de 10 dólares promedio cada uno. ¿Tiemblan las librerías?
Libros sin papel
Más allá de esas preguntas que suenan a fatalismo, lo cierto es que el reemplazo del papel por el formato digital no es historia reciente. Basta con pensar que, desde la aparición de los PC, el tiempo que los usuarios dedican a leer información en una pantalla se ha incrementado notablemente. Por lo tanto, podría decirse que la amenaza sobre el soporte papel no es nueva. A esto se suman iniciativas de digitalización de libros que han comenzado a multiplicarse en la red, como el caso del proyecto Gutenberg, que ya lleva digitalizados más de 15 mil ebooks en su sitio, o Google, que ya ha puesto a disposición de los usuarios un efectivo buscador de libros para descargar (entre gratuitos y pagados). Más aún, importantes editoriales como Simon & Shuster, Random House y Harper Collins, entre otras, ofrecen varios de sus títulos como ebooks. La pregunta que cabe, entonces, es si el Kindle puede por sí solo producir una revolución.
Por lo pronto, hay que aclarar que no se trata del primer invento que busca imitar la portabilidad del libro. El año pasado Sony ya lanzó -sin mucho éxito- su Sony Reader, un lector de ebooks que puede almacenar cerca de 160 libros y que también utiliza la amable pantalla de tinta electrónica que usa el Kindle. Las dudas que quedan, entonces, van por el lado de cuál es la mejora que plantea Amazon con su nuevo dispositivo.
Bueno, pero no tanto
L. Scott Redford, presidente de Diesel eBooks (uno de los principales sitios para descarga de libros digitalizados), comenta a "El Mercurio" que los avances tecnológicos del Kindle (como su acceso wireless que permite bajar los libros y la información sin necesidad de la conexión a un computador) sirven para ir fijando metas más altas. Sin embargo, también alega: "Estoy muy desilusionado, porque está muy enfocado en su propietario… cualquier compra de ebook hecha en el pasado (incluyendo las hechas en el mismo Amazon.com) no puede ser leída en el nuevo dispositivo. Todos los antiguos consumidores de ebooks de Amazon fueron abandonados y perdieron todos los ebooks que tenían almacenados en su librería de Amazon. ¿Qué podría prevenir que eso sucediera de nuevo?". En todo caso, cabe agregar que lo mismo pasa con el dispositivo de Sony que sólo puede leer los ebooks que se descargan del sitio habilitado por la compañía, sin posibilidad de admitir los títulos obtenidos de otros sitios que proveen de ebooks.
"Por 400 dólares (que es lo que cuesta el Kindle), quedas atrapado de por vida. Estás obligado a comprar todos los ebooks en Amazon", termina sentenciando Scott Redford, quien de paso confiesa que el modelo del Kindle le parece feo.
Richard Curtis, el fundador de otro famoso sitio de ebooks ( www.ereads.com), también nos comenta sobre el nuevo artilugio y la creación de Sony: "Ambos tienen problemas no sólo técnicos, sino también otros que necesitan un mayor trabajo en relación a lograr que el público masivo los adopte… tal como ha ocurrido con los celulares y los notebooks. Pero su función más importante ha sido despertar la conciencia en el consumidor de que los libros pueden ser leídos en artefactos portátiles."
Ebook sin límites
Si se puede invocar una autoridad en el tema de los ebooks ese es, sin duda, Michael Hart, fundador del proyecto Gutenberg. Su idea de la digitalización de los libros nació en 1971, cuando, en medio del incipiente desarrollo computacional, comenzó a abrigar la idea de traspasar libros electrónicamente a un dominio público y gratuito. Entre ese año y 1989, Hart puso manos a la obra y fue trabajando en la idea de los eText (el abuelo del término eBook), lo que finalmente tomó cuerpo en 10 libros digitalizados. Entre 1990 y 1996 pasó a completar 1.000 ebooks, principalmente obras clásicas como "Moby Dick" o todas las piezas de Shakespeare, por las cuales no necesitaba pelear por el copyright. De ahí en adelante, y con un ritmo de 36 eTexts por mes, a fines del milenio ya había completado 5 mil títulos, entre ellos la versión digital de Don Quijote en español (idioma en el que no hay chilenos, pero sí otros baluartes ibéricos como Quevedo y Zorrilla). Para 2015, Hart y sus colaboradores esperan llegar al millón de títulos.
Consultado por su opinión sobre el Kindle, Hart responde: "Un aparato (hardware) exclusivamente dedicado al tema no va a resultar. Es más conveniente comprar otro notebook. En este momento hay un millón de ebooks gratuitos en internet. Nuestro sitio entrega más de un libro por segundo y hay cientos de este tipo de sitios. Entonces, ¿por qué pagar todo ese dinero y quedar atascado?." Para ilustrar la idea, Hart menciona el dato de los mil millones computadores existentes en el mercado versus los 3 mil millones de celulares que hay, y agrega: "Nosotros queremos llegar a la gente, por eso ponemos ebooks en celulares y en cualquier otro aparato que encontremos". Y las comparaciones siguen. Por ejemplo, Hart plantea que un pendrive promedio que no pesa más de 10 gramos y que vale cerca de diez dólares (lo mismo que cuestan los libros de Kindle) es capaz de guardar unos mil ebooks que, comprimidos, pueden llegar incluso a ser 2.500. Y concluye: "el ideal de los 200 ebooks de Kindle es bastante retrógrado"
Sobre si se puede esperar que artefactos como el Kindle generen un fenómeno como lo que pasó con el iPod (el dispositivo para descargar y almacenar música), Hart responde: "Los iPods son algo distinto. Uno baila y camina con ellos. ¡Yo no camino por la calle leyendo ebooks! El mundo del sonido no es el mismo que el mundo de la visión. Piensa en los cerca de 3 mil millones de celulares y en los millones de iPods. Ahora, piensa que hay sólo miles de lectores de ebooks… ciertamente no es el mismo mundo, para nada". Una reflexión que hace pensar que lo más probable es que los hábitos de lectura no van a cambiar demasiado, ni siquiera gracias a la tecnología de última generación. Lo que hace recordar las palabras del pionero de la computación, Alan Kay, quien al pensar en una lista de las creaciones tecnológicas más geniales destacó el libro como: "magníficamente diseñado, infinitamente útil y amado más que ningún otro artefacto. Es un dispositivo de almacenamiento más confiable que un disco duro, está encendido al instante y, lo mejor de todo, no necesita baterías".
La librería de Kindle
El sitio de Amazon.com tiene una librería especialmente hecha para descargar títulos en su nuevo artefacto Kindle. Se trata de una base de ebooks con alrededor de 80 mil títulos donde, generalmente, aquellos más recientes y los best sellers cuestan alrededor de 10 dólares, mientras los más clásicos, como "El príncipe" de Maquiavelo, se venden por menos de 5 dólares.
Y bueno, como este sistema sólo funciona en Estados Unidos (y aun cuando la comunidad latina es grande por esos lares), los títulos en español brillan por su ausencia. De hecho, son muy pocos los autores españoles ya traducidos al inglés que son considerados. Lo raro es que no están autores latinoamericanos famosos como García Márquez o Vargas Llosa, ni los best sellers de Isabel Allende, ni tampoco el elogiado Bolaño y sus "Detectives salvajes". Pero, en cambio, sí está el mexicano Carlos Fuentes con "La muerte de Artemio Cruz" (por nada despreciables 7 dólares). También se encuentran algunos clásicos españoles como Cervantes y su "Don Quijote" (por 2, 6 dólares), Calderón de la Barca con "La vida es sueño" (por 3 dólares) y "El sentido trágico de la vida" de Unamuno (casi un dólar).
www.memoriachilena: la fuente chilena de ebooks
En Chile, la principal iniciativa en el tema de la digitalización de libros es, sin duda, la que lleva a cabo la Biblioteca Nacional. En el sitio www.memoriachilena.cl es posible encontrar miles de textos (libros, documentos, cartas, etc.) de la biblioteca que han sido digitalizados y que están al alcance de los usuarios con plena libertad para descargarlos y utilizarlos gratis. El proceso, que comenzó en 2003, lleva un ritmo de digitalización de 160 mil páginas anuales.
Consultada por el aporte del Kindle, Claudia Labarca, una de las editoras de Memoria Chilena, considera que se trata de un dispositivo que es funcional más que nada para vender. "Me parece interesante, pero necesita pulirse la idea. Por ejemplo, actualmente uno puede descargar el mismo tipo de contenido en una blackberry o en un notebook".
La ex directora de la Dibam, Clara Budnik, quien acostumbra a consultar ebooks -de hecho, los lee frecuentemente en sitios como Memoria Chilena y la Biblioteca Virtual Cervantes-, confiesa su interés por el Kindle: "Me parece fantástica la posibilidad de llevar 200 libros a la mano, sin necesidad de ocupar espacio físico". Sobre la posible amenaza del libro convencional frente al Kindle, reflexiona: "En general, yo pienso que los chicos que nazcan con esto van a seguir con esto. Ahora, si hacemos un análisis de lo que ha pasado desde que aparecieron los ebooks, se puede ver que las ventas de libros en papel, lejos de disminuir, han aumentado". Una idea que ella refrenda con su propia experiencia: "Después de leer en formato ebook la novela "El mar", de John Banville, me gustó tanto, que decidí comprarla en papel".