En octubre de 2003, cuando el mundo de la computación se llenaba de rumores sobre cuál sería el siguiente dispositivo cool con que él nos sorprendería, el gerente general de Apple, Steve Jobs -quien encabezaba uno de los cambios corporativos más cruciales en la historia de Silicon Valley-, enfrentaba una decisión de vida o muerte.
Durante un escáner se le descubrió un tumor en su páncreas. Aunque el cáncer pancreático es sinónimo de una rápida sentencia a muerte, una biopsia reveló que Jobs tenía una forma rara -y tratable- de la enfermedad. Si se le removía, el pronóstico era promisorio: la mayoría de quienes se hacían la operación sobrevivían al menos 10 años.
Sin embargo, para horror del pequeño círculo de íntimos en quienes confía, Jobs consideraba no hacerse la cirugía. Budista y vegetariano, el jefe de Apple era escéptico frente a la medicina tradicional. Así que decidió emplear métodos alternativos para tratarse el cáncer. Para evitar la operación, optó por seguir una dieta especial que hasta el día de hoy no ha sido revelada.
Durante nueve meses, Jobs perseveró en ello, mientras el directorio y los ejecutivos de Apple sufrían en secreto por la situación y por si tenían que revelar el estado de salud de su CEO a los inversionistas. Después de todo, Jobs era ampliamente visto como el líder irreemplazable de Apple, responsable desde la creación del iPod hasta la selección del chef en la cafetería de la empresa. Las noticias sobre su enfermedad, en especial de su resultado incierto, implicarían una baja inmediata en las acciones. El directorio decidió entonces no decir nada, luego de asesorarse con dos abogados externos.
Al final, Jobs se hizo la cirugía el sábado 31 de julio de 2004, en el Stanford University Medical Center, cerca de su hogar en Palo Alto. La revelación de este encuentro con la muerte se mantuvo estrictamente bajo control. De hecho, no se filtró ninguna palabra hasta que el tumor fue removido. Al día siguiente, en un email a los empleados -y más tarde enviado a la prensa-, Jobs anunciaba que había enfrentado una enfermedad con riesgo vital, pero que estaba curado. Cuando se reiniciaron las transacciones el día después del anuncio, las acciones de Apple apenas cayeron 2,4%.
En la empresa no se respondieron más preguntas sobre la salud de Jobs. "Fue muy traumático para todos nosotros", recuerda un empleado que prefiere mantenerse en el anonimato por lo delicado del tema. "Todos nos preocupamos realmente por Steve. Fue un momento muy difícil y emotivo, una página más en la aventura".
El tirano competente
Hoy por hoy, se trata de una de las historias de negocios más notables. Cuando Jobs retornó en 1997 a Apple -que por entonces experimentaba su propia experiencia cercana a la muerte-, lo hizo con una leyenda empañada. Desde luego era el chico maravilla carismático que a los 21 años había fundado Apple, junto a Steve Wozniak, en el garaje de sus padres en 1976. A los 25, su patrimonio era de US$ 200 millones; a los 26 fue tapa de la revista Time; y echado completamente de la compañía a los 30, en 1985.
Lo que ha logrado en la última década no sólo ha vuelto a ubicar a Jobs en el panteón de Silicon Valley, sino que lo ha elevado al estatus de superestrella. Cuando regresó, Apple estaba en la bancarrota; hoy tiene un valor de mercado de US$ 108.000 millones. Y no sólo Apple y sus inversionistas se han beneficiado de las habilidades ejecutivas de Jobs. Pixar, donde ha sido CEO en paralelo, ha llegado a dominar el negocio de la animación con éxitos tan tremendos como "Los Increíbles", lo cual impulsó a Disney a comprar la empresa en 2006 por US$ 7.500 millones.
Incluso una autoridad como Jack Welch ha dicho de Jobs que es el "CEO más exitoso de la actualidad". Jobs, de 53 años, se ha convertido, además, en un gurú de la cultura global, dando forma a qué entretención vemos, cómo escuchamos música y qué tipo de objetos usamos para trabajar y jugar.
Jobs es también una de las figuras más controvertidas en el negocio. Exhibe una engreída superioridad, ridiculizando a los rivales de Apple, a quienes ve como mediocres y -peor aún- sin gusto. No existe un CEO más voluntarioso o más descarado al fijar sus propias reglas. Y ningún otro está más personalmente identificado con los asuntos del día a día de su empresa. Jobs se ve a sí mismo más como un artista que como un millonario. El se ha consignado a sí mismo como "coinventor" de 103 patentes de Apple, que van desde la interfaz del iPod hasta las escalas de vidrio que hay en las tiendas. Los lanzamientos de productos de Jobs son eventos con la casa llena, incesantes despachos por blog y apariciones de celebridades: no menos de dos horas del arte de la representación y el marketing. ¿Quién más podría tener a toda la nación pendiente de un teléfono celular?
Los abusos personales de Jobs también son legendarios: estaciona su Mercedes en los sitios para discapacitados, lleva periódicamente a sus empleados a las lágrimas y los despide en ataques de ira. Pero muchos de los altos ejecutivos de Apple han trabajado con él durante años. Cómo se las arregla para que coexistan esos comportamientos opuestos, generando efectos espectaculares, es un rompecabezas.
"El nivel de temor de la gente de Silicon Valley hacia Jobs es increíble. El hacía que la gente se sintiera mal, la hacía llorar. Pero casi siempre tenía la razón, e incluso cuando estaba equivocado era muy creativo y atractivo", cuenta el capitalista de riesgo Jean-Louis Gasse, ex ejecutivo de Apple. "Las democracias no generan grandes productos. Se necesita un tirano competente", agrega.
El mismo Jobs ve el mundo en términos binarios. Así, los productos son "insanamente grandiosos" o "una mierda". O se está enfrentando la muerte por el cáncer o se declara curado. Los subordinados son genios o estúpidos. Indispensables o irrelevantes. Y las personas en su órbita pasan regularmente, en un solo vistazo, de una categoría a otra.
Pero la historia de Jobs es bastante más compleja. Para muchos, la empresa se parece mucho a un show individual. El año pasado, el analista Gene Munster opinó que si Jobs salía de Apple, las acciones caerían 20% de un día a otro. Dada la actual capitalización de mercado de la empresa, eso haría de él un hombre con US$ 22.000 millones. Pero si "Steve Jobs dirige la empresa desde la cárcel, eso sería mejor para el precio de la acción, que si ya no es CEO", dice Sutton.
"Estéril e infértil"
La lista telefónica de Jobs de inicio de los 80 revela el aire rarificado con que operaba cuando aún estaba en sus 20 años. Están anotados los números privados de Joan Báez y Diane Keaton -por quienes tenía un interés amoroso-, el número de la residencia del gobernador de California, Jerry Brown, y la línea de la Casa Blanca de Richard Darman, uno de los altos asesores del Presidente Reagan. Por ese entonces, Jobs ya era una de las primeras verdaderas celebridades del mundo de los negocios.
Pero también reflejaba las complejas contracorrientes de su vida personal. Allí estaban Kobun Chino, monje zen y su gurú espiritual; Clara y Paul Jobs, la pareja de clase obrera que lo había adoptado; Joanne Simpson, su madre biológica, a quien le siguió la pista con la ayuda de un detective privado; y su primera novia, Chrisann Brennan, madre de Lisa, su hija ilegítima.
Sin embargo, no estaba allí el nombre de Abdulfattah "John" Jandali, su padre biológico, de quien Jobs nunca ha hablado en público. Jandali y Simpson tenían 23 años y no se habían casado cuando nació Jobs en 1955. Sólo meses después de que dieran a su bebé en adopción, la pareja contrajo matrimonio y tuvo una hija: Mona Simpson, quien llegó a ser una novelista aclamada y quien nunca supo de su famoso hermano hasta llegar a su adultez.
Cuando Jobs tuvo su propio hijo ilegítimo, a los 23 años, también tuvo que luchar con sus responsabilidades. Aunque ya era rico, durante dos años negó la paternidad, mientras la madre de Lisa vivía de la seguridad social. Jobs incluso llegó a jurar en un documento ante la corte que no podía ser el padre de Lisa, porque él era "estéril e infértil". Más tarde, sin embargo, reconoció a Lisa, se casó con Laurene Powell y fue padre de otros tres hijos. Lisa Brennan-Jobs, hoy de 29 años, se graduó de Harvard y es escritora.
Durante los 80, Jobs fue presidente del directorio de Apple y cabeza de la división Macintosh. Pero nunca tuvo el puesto de CEO. Se reclutaron gerentes profesionales para dirigir la empresa que crecía rápido, como el presidente de Pepsi, John Sculley. "Por ese entonces, Jobs era incontrolable", recordó el año pasado Arthur Rock, uno de los primeros directores de Apple. "El tenía sus ideas y al diablo con lo que los demás quisiesen hacer. Las hacía independiente si eran buenas para la empresa o no".
Por cierto, muchos de los dones de Jobs que impulsarían la resurrección de Apple ya eran evidentes en los 80: su histrionismo marquetero, sus llamados inspiracionales para "clavar un diente en el universo", sus llamados de sirena al talento. Bob Belleville recuerda que cuando Jobs lo levantó de Xerox, en 1982, sus palabras fueron: "Me han dicho que eres estupendo, pero todo lo que has hecho hasta ahora es basura. Trabaja conmigo". Se sabe que Jobs tentó a John Sculley desde Pepsi, desafiándolo: "¿Quieres pasar el resto de tu vida vendiendo agua azucarada, o quieres tener la oportunidad de cambiar el mundo?".
Pero después dos años con Jobs, Sculley llegó a compararlo con el revolucionario ruso León Trotsky. En sus memorias, afirma que Jobs era un "fanático, su visión era tan pura que no podía acomodarla a las imperfecciones del mundo". En 1985, Sculley orquestó el despido de Jobs luego de una lucha de poder. En sus memorias, Sculley desestimó la visión que Jobs tenía para la compañía. "Se suponía que Apple debía convertirse una empresa de productos de consumo. Pero era un plan lunático. No se puede diseñar alta tecnología y venderla como productos de consumo", escribió. Desde luego, estaba completamente equivocado.
El regreso a Apple
Durante los siguientes 12 "años en el desierto", lejos de Apple, Jobs lanzó Next Computing y le compró Pixar a George Lucas. Next se convirtió en fracaso, y cientos de millones de dólares se fueron a la basura. Pero en el minuto en que Apple compró Next, en 1997, poniendo en movimiento el retorno de Jobs, él ya había desarrollado la capacidad para convertirse en CEO.
Apple estaba en las cuerdas. Para comenzar, Jobs creó un sentido de urgencia, redujo radicalmente la línea de productos de Apple y aceleró una rebaja en los costos de ventas que llevó a la compañía de vuelta a la rentabilidad. Jobs se había convertido en un mejor líder. Ahora era un esteta que también se preocupaba de crear objetos bellos que dieran dinero. "No es que fuera un mítico genio creativo que dejara sola al resto de la empresa", cuenta Ed Woolard, quien fuera director y clave a la hora de traer a Jobs de vuelta. "Él estaba profundamente involucrado en todas las operaciones prácticas de Apple".
A menudo Jobs cambiaba súbitamente de parecer, adoptando como suya y con pasión una idea de la cual se había burlado, sin reconocer que su visión había cambiado. "El tiene la habilidad de mutar de pensamiento y olvidar completamente sus antiguas opiniones", dice un ex colega. "Es loco. Te puede decir 'me encanta el blanco', y tres meses más tarde afirmar que 'el negro es lo mejor'. No vive con sus errores, éstos se evaporan".
Pese a todo, Jobs fue capaz de reunir un equipo de clase mundial cuando volvió a Apple. Trajo a los cerebros de Next, entre ellos a sus dos mejores desarrolladores de productos: Avie Tevanian, a cargo de software, y Jon Rubinstein, quien encabezó el grupo de hardware. Phil Schiller, quien ya era de Apple, fue ascendido a marketing, mientras el jefe de operaciones Tim Cook fue reclutado de Compaq. Jobs contrató también a Ron Johnson, de Target, para lanzar las tiendas de retail de Apple.
Entre las primeras cosas que Jobs hizo en 1997 fue subir las opciones de compra de acciones de todos los empleados. También realizó una gran concesión de opciones, al emitirlas un día antes de que anunciara un gran acuerdo con Microsoft, lo cual elevó las acciones de la empresa en 33%. Ambas prácticas son polémicas, porque les brindan a los miembros de la empresa un conocimiento que no tienen los accionistas, pero no son ilegales. Lo que sí es ilegal es escoger una fecha del pasado, cuando el valor de una acción era más bajo, para conceder las opciones, lo cual se conoce como backdating. Eso implica mentirles a los inversionistas.
En 2006, luego de que el Wall Street Journal publicara su serie sobre las opciones de compra de acciones que caían dentro de este mecanismo, Apple -aún sin haber sido nombrada en la cobertura- fue remecida por la posibilidad de sufrir este problema. Se creó un comité especial para investigar el asunto, el cual concluyó que sí estaba en problemas. La empresa descubrió "irregularidades" en 6.428 ejercicios de opciones entre 1997 y 2001. También se descubrió esta práctica antes de que Jobs tomara el puesto de CEO. Apple fue obligada a revalorizar sus ganancias, asumiendo una carga por gastos de compensaciones no informadas que ascendía a US$ 105 millones.
Disney, que compró Pixar en 2006, encontró un problema de backdating del tiempo en que Jobs era CEO. Pero los hechos en ambas empresas no calzan dentro de la clásica plantilla del mecanismo. Por alguna razón, Jobs no se ha beneficiado personalmente de estas opciones de compra, al menos no directamente.
¿Estuvo Jobs personalmente involucrado? En Apple, la respuesta es sí: en un requerimiento de la SEC, la empresa reconoció que Jobs "estaba consciente o recomendó la selección de algunas fechas de ejercicio favorables". Pero la investigación de la compañía concluyó que la participación de Jobs no representaba una mala conducta, porque "no era consciente de las implicancias contables".
La SEC y el Departamento de Justicia siguen investigando los problemas de backdating en Apple y Pixar. En abril pasado, la SEC anunció que no tomaría acciones en contra de Apple, dada su "rápida, extensiva y extraordinaria cooperación", incluyendo la realización de "una investigación interna independiente, compartir los resultados con el gobierno y la implementación de nuevos controles para prevenir conductas fraudulentas".
Problema de opciones
La historia de esa operación se inició a fines del 2000, un tiempo de pánico para Apple. Silicon Valley estaba tambaleando luego de la caída de las punto com. Los números de Apple no estaban bien, y luego de un gran alza en sus acciones (la capitalización de mercado pasó de US$ 2.000 millones a US$ 16.000 millones), el valor de mercado cayó a US$ 5.000 millones. Jobs temió que su círculo cercano estuviera pensando en buscar otros rumbos.
En octubre de ese año, Jobs comenzó a hablar de la necesidad de darles a los ejecutivos una gran concesión de opciones de compra para retenerlos. En esa época, el directorio no supervisaba las prácticas de compensaciones del CEO, una situación muy poco común. A fines de año, Jobs le dijo a uno de sus lugartenientes que las opciones tendrían el precio del 2 de enero de 2001. Pero a fines de ese mes, Jobs seguía consultando acerca de la concesión. La acción había subido en enero, lo cual significaba que las opciones tendrían un precio de ejercicio más alto que si hubiesen sido concedidas el 2 de enero.
Según la SEC, el jefe legal de Apple le envió a Jobs una lista con posibles fechas retroactivas para la concesión de opciones de compra de acciones. La idea era que el precio fuera casi tan bajo como el del 2 de enero. Jobs escogió el 17, fecha en que las acciones todavía tenían un buen precio de cierre. Según la SEC, se instruyó a un abogado de planta para que preparara un "consentimiento escrito unánime" que fuera firmado por los miembros del directorio de Apple, aprobando las opciones con "fecha efectiva del 17 de enero".
Los directores no enviaron sus firmas hasta el 7 de febrero, la cual, según la SEC, es la fecha correcta de la concesión. Para entonces, la acción había subido 23% respecto del 17 de enero. Esto significaba que los seis ejecutivos que recibieron opciones recibirían US$ 1,6 millón o US$ 3,9 millones, dependiendo del tamaño de su concesión. También significaba que Apple se había involucrado en un backdating ilegal, al otorgar opciones líquidas sin informarlas e inflar las ganancias de la compañía, al no registrar un gasto de US$ 18,9 millones en los estados financieros.
Lo que es incuestionable es que la cultura de Apple es fuera de lo común. Al llegar, Jobs aceptó un salario de US$ 1 al año. En enero de 2000, luego de que la acción subiera y la supervivencia de la compañía estuviera asegurada, Apple anunció que le compraba un jet a Jobs, no uno corporativo, sino que su propio Gulfstream V. El costo total para la empresa, incluyendo los impuestos de Jobs por el regalo, fue de US$ 88 millones. Jobs también obtuvo una mega concesión de opciones, que llegaba a 40 millones: casi el 6% de la empresa, a US$ 21,80 la acción. La mitad de ellas se haría efectiva inmediatamente, el resto en 18 meses. Si bien era algo inusual, el directorio pensó que compensaba los 30 meses que Jobs trabajó por un dólar.
Las opciones de Jobs llevarían al segundo problema de Apple con la SEC. El tema surgió luego de que la caída de las punto com llevara a las acciones de Apple bajo los US$ 10, y el directorio de la empresa -ansioso por mantener feliz a Jobs- acordó otorgarle 15 millones de opciones a US$ 8,92, en agosto de 2000. Jobs, sensible a las críticas de la prensa, rehusó aceptar el nuevo premio, a menos que se cancelara el anterior. Complicaciones contables lo hacían imposible, por lo que el asunto se arrastró hasta diciembre.
Esto creaba un problema nuevo: ¿Cómo fijar el precio del premio? La acción había subido desde la votación original, y haber usado esa fecha no habría pasado el escrutinio, pues Apple estaba en un nuevo año fiscal. Ejecutivos de la empresa decidieron que la concesión fuera fechada el 19 de octubre. El precio (US$ 9,15) no sería tan bueno como en agosto, pero sería mejor que el del 18 de diciembre (US$ 10,51), el cual, según la SEC, era el apropiado. El directorio fue informado sobre el arreglo y se instruyó al jefe legal de que se asegurara de que Apple "cumpliera todas las exigencias legales". Pero no fue así. La SEC asegura que se falsificaron papeles para que figurara que el directorio completo se había reunido el 19 de octubre para aprobar la concesión. Pero esa cita nunca tuvo lugar.
Todo esto le dio a Jobs un backdating de papel de casi US$ 20 millones, según la SEC. Pero él nunca liquidó las opciones. En marzo de 2003, luego de que el precio de la acción siguiera cayendo, Jobs transó sus 55 millones de opciones "submarinas" por la certeza de que le ofrecían un millón de acciones restringidas. Dadas las alzas de las acciones desde entonces, perdió una fortuna en el trato. Las acciones restringidas de Jobs se venderían en cerca de US$ 1.200 millones antes de impuestos. Sus opciones, de haberlas mantenido, le rendirían cerca de US$ 5.800 millones.
La amenaza del cáncer
Cuando al CEO de una compañía transada en Bolsa se le diagnostica una enfermedad grave, ¿está obligado a informarles a los accionistas? No existe una respuesta clara.
La SEC exige que cualquier compañía de este tipo revele información a los inversionistas, de modo que éstos puedan incluirla en sus cálculos sobre comprar o vender una acción. Pero no existen directrices claras que regulen aspectos de salud, y la SEC nunca ha actuado en contra de una empresa en esta área. Por lo general, se acepta que una compañía debería revelar si el CEO sufre una enfermedad fatal, pero no tiene que decir nada sobre un problema como un brazo roto. Todo lo que está entremedio es problemático, y la tensión entre la privacidad y los intereses de los acciones es mayor cuando el CEO está tan identificado con la fortuna de la empresa.
La historia de cómo Jobs manejó su enfermedad no ha sido previamente revelada. Este relato proviene de diversas fuentes con un conocimiento personal de la situación; todos insistieron en no ser identificados.
El tumor de Jobs fue descubierto en octubre de 2003. El se estaba realizando escáneres periódicos al abdomen debido a su historial de problemas intestinales. Sus doctores advirtieron un crecimiento que resultó ser un tumor neuroendocrino de células islotes, una forma rara pero operable de cáncer pancreático. Con cirugía, su pronóstico de largo plazo sería bueno. Pero Jobs prefirió tratar su tumor con una dieta especial, mientras se embarcaba en una exhaustiva exploración de enfoques alternativos. "El esperaba encontrar una solución para evitar la cirugía", cuenta un cercano. "No sé si realmente creyó que era posible. Lo que para nosotros parecía algo alternativo, para él es normal".
Un director de Apple, con doctorado en bioquímica, monitoreó el asunto para el directorio. El y otros directores trataron de persuadir a Jobs para que se hiciera la cirugía. "Había una preocupación genuina entre varios miembros del directorio, en el sentido de que no estaba eligiendo lo mejor para su salud", cuenta alguien de la compañía. "Pero Steve es Steve… Y puede ser muy tozudo".
Según los estándares de la ciencia médica, era un caso cerrado: no había más alternativa que la cirugía. "La cirugía es la única modalidad de tratamiento que puede poner cura", ha escrito el Dr. Jeffrey Norton sobre este tipo de cáncer pancreático. Fue justamente Norton, uno de los mayores expertos en este campo, quien llegaría a operar al CEO de Apple.
La cirugía que enfrentó Jobs, conocida como el "procedimiento Whipple", es brutal y compleja. Dura seis horas e implica sacar partes del páncreas, del ducto biliar y los intestinos, y luego reconstruir el tracto digestivo. Pero es relativamente segura: la mortalidad es menor a un 5%.
Jobs postergó el procedimiento durante nueve meses, lo cual planteó el espinudo asunto de revelar la situación. El le contó al directorio, y el directorio decidió no decir nada. El abogado externo de la compañía, Larry Sonsini, les dijo a los directores que el derecho a la privacidad del CEO estaba por encima de cualquier exigencia de informar, en tanto pudiese continuar desarrollando sus obligaciones. Un segundo abogado externo estuvo de acuerdo. Así, Apple condujo sus negocios de la forma usual, sin revelar nada y dejando que un pequeño círculo de cercanos que conocían la situación siguiera transando acciones de la compañía.
Al final, Jobs se hizo la cirugía, a fines de julio de 2004. Las fuentes de Fortune afirman que decidió hacerse la operación a principios de mes, porque un escáner reveló que el tumor había crecido. Si bien la cirugía fue un éxito, es imposible saber si la decisión de Jobs de postergar el procedimiento ha aumentado el riesgo de que vuelva a contraer cáncer. En una entrevista, Norton calculaba que entre 80% a 90% de los pacientes con la condición de Jobs sobrevivían al menos 10 años, pero advertía que las predicciones son difíciles, porque el número de casos es muy pequeño.
Jobs nunca se ha referido al tema, excepto en una ocasión. En un discurso de junio de 2005, en la Stanford University, el cual fue publicado por Fortune, describió la secuencia de eventos: "Hace un año se me diagnosticó cáncer. Se me hizo un escáner a las 7.30 de la mañana, y claramente mostraba un tumor en mi páncreas… Los doctores me dijeron que era casi seguro que fuera incurable, y que no viviría más de seis meses… Esa tarde me metieron un endoscopio por mi garganta, a través de mi estómago, y me sacaron unas cuantas células del tumor. Estaba sedado, pero mi esposa que estaba conmigo me dijo que cuando los doctores vieron las células bajo el microscopio comenzaron a llorar, porque resultó ser una forma muy rara de cáncer pancreático que es curable con cirugía. Me hice la cirugía y, afortunadamente, ahora estoy bien".
Fue un gran discurso, simple y conmovedor, aunque dejaba la falsa impresión que Jobs supo de la enfermedad a mediados de 2004 y que inmediatamente se operó, cuando de hecho supo de ella en octubre de 2003. Al final, una combinación de un resultado feliz y un notable secreto sobre cuánto tiempo Apple había sabido que Jobs estaba enfermo minimizó cualquier crítica pública o los impactos sobre las acciones. "Steve se las arregló bien, y Apple nunca sufrió debido a ello", dice un empleado de la firma. "Hubiese terminado de manera diferente -gracias a Dios que no fue así- si mucha gente en Apple hubiese sabido lo que estaba pasando".
El milagro y la preocupación
El año pasado, la Stanford Social Innovation Review nombró a Apple entre las "Empresas Menos Filantrópicas de Estados Unidos". Jobs había terminado con todos los programas filantrópicos de Apple cuando retornó a la empresa en 1997, debido a la necesidad de bajar los costos hasta volver a un nivel de rentabilidad. Pero los programas nunca fueron restituidos.
A diferencia de Bill Gates -la otra gran figura del mundo tecnológico-, Jobs no ha mostrado mucha inclinación a pasar las riendas de su compañía para crear un tipo de legado personal distinto. Mientras su esposa está profundamente involucrada en diversos proyectos de caridad, la única participación personal seria de Jobs en filantropía duró poco tiempo. En enero de 1987, luego de lanzar Next, también creaba, aunque sin fanfarrias, la Steven P. Jobs Foundation. "Estaba muy interesado en temas de alimentación, salud y vegetarianismo", recuerda Mark Vermilion, el ejecutivo a quien Jobs contrató para dirigirla. Vermilion persuadió a Jobs a enfocarse en "emprendimiento social", pero la fundación nunca hizo mucho aparte de contratar al famoso diseñador gráfico Paul Rand para que hiciera su logo. Jobs cerró la institución menos de 15 meses después.
Jobs nunca ha revelado planes sobre abandonar Apple, aunque después de conocerse su cáncer pancreático, el directorio insistió en que había discutido privadamente un plan de sucesión. Es muy difícil pensar en un acto que sea más duro de seguir. De hecho, Jobs es un acto duro de seguir incluso para el mismo Jobs.
En 2008 Jobs ya ha develado el usual paquete de nuevos productos, destacando el MacBook Air, denominado el "notebook más delgado del mundo". Los últimos resultados trimestrales están mejores que nunca: Apple informó US$ 1.580 millones en utilidades, US$ 18.000 millones en el banco y cero deuda. A pesar de las señales de recesión en Estados Unidos, la empresa proyecta un crecimiento en las ganancias para el segundo trimestre de 29%.
Pero esta vez todo ello no fue lo suficientemente fascinante. Desde comienzos de 2008, las acciones de Apple han caído 40% desde el máximo histórico alcanzado en diciembre (en un mercado deprimido, por cierto). Desilusionar a las masas es un riesgo que uno toma cuando las acciones tienen precios deslumbrantes.
Para Apple no será fácil conjurar la magia. Es difícil para una gran empresa mantener un crecimiento rápido, en especial si la economía va en signo contrario. Los fabricantes de celulares e incluso Google están lanzando nuevos productos para competir con el iPhone. El mercado del iPod da muestras de saturación. Y también está la posibilidad de que la SEC y el Departamento de Justicia vuelvan a investigar a Apple y Pixar.
Pero, como siempre, la fortuna de Apple no descansará en factores externos, sino que en los hombros de su CEO, quien ha llevado a la compañía a impresionantes alturas y, al mismo tiempo, al borde de importantes peligros. Steve Jobs es el milagro y también la preocupación.
Jobs simplemente un hombre genial.
Es del grupo de aquellos del por que conformarnos, si lo keremos todo.
Si bien puede ser soberbio y bastante cruel con sus funcionarios; podria decirse que en su empresa el fin justifica los medios por cuanto, ha logrado salvar la empresa en varias ocaciones, y ademas, redireccionar a todo el mundo techie. Definitivamente es increible como un tipo en mercados que se consideraban ajenos al ambito informatico, hoy, es un lider.
Como regalo te dejamos este link de un video en que da su analisis de la industria musical en el año 2001, lo notable es quee estaba en lo correcto…antes de tiempo y sin que nadie se diese cuenta.
http://youtube.com/watch?v=kN0SVBCJqLs
Un saludo cordial por parte del equipo de grupo aurum, y te invitamos a conocer nuestra pagina historiasdeemprendiemto.bligoo.com Tambien somos fanaticos de steve pero sobretodo de los emprendedores
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