Mario
Valdivia
, hace tiempo viene reflexionando sentida y profundamente en torno de
la identidad de Chile. Esta semana comentó los artículos “A dos años del
bicentenario: elites deprimidas” que publiqué de Qué Pasa y Revista del Sábado.

Hola Ricardo, buena,
buena tu colección de artículos entrevistas sobre Chile deprimente. ¿De dónde
sacaste tan magníficas fotografías? Lo mejor. Peña: Lúcido, pero ¿no te parece
que hay un airecillo autocomplaciente detrás? Tan pocas preguntas entre los
entrevistados! Pienso que Tironi tiene un punto cuando señala que la depresión
es sobre el país como identidad…los chilenos como miembros individuales de un
mundo cosmopolita estamos cada vez menos deprimidos. ¿Qué cees tu? A propósito
de expertos respondiendo, te invito a leer sobre eso en mi blog.

 

Mi comentario:


La autocomplacencia me aparece mirando el futuro y
lo que falta para ser competitivos (la mitad vacía) pero sí comparto que hay
muchos de avances que no pueden ser dados “por dados” gratuitamente (la mitad
llena). Lo real es que Chile ha dado el salto quizás mayor de su historia en estos
últimos veinte años. Que se podría haber hecho mejor es teórico. Ahora, si hilamos
más fino vemos que cada cosa está pegada con alfileres y con arreglos a la
chilena. Los puentes caídos y el Transantiago son evidentes, pero en cosas
menos notorias es igual y peor como se evidencia ahora la educación. El papel
aguanta. Lo más preocupante es la ausencia de agenda de verdad de futuro, que
no sea un plan de gastos de hacienda. La ilusión es que el cambio de
horizontes, ánimo y estándar depende de un líder, cuando se trata de asuntos
culturales que sólo se transformarán con tensiones continuas y acuerdos
nacionales. Mi impresión es que más que deprimidas, las elites se agotaron
existencialmente, es demasiado el cambio y el esfuerzo que les ha tocado, y
ahora buscan un descanso, prepararse
espiritualmente para la vejez. Su descendencia les salió artista o empresaria y
no está para la cosa pública. El resto, el país real no está deprimido porque
no tiene tiempo, se las tiene que rebuscar a cada paso para dar el ancho de las
expectativas de la modernidad, de consumo, de bienestar, educación para los
hijos, vacaciones e internet. Un paseo en metro a las siete de la tarde basta
para experimentar la tensión por el desarrollo, cada pasajero listo para
meterle el codo en el ojo al que atraviese no su metro sino su centímetro
cuadrado. Es evidente que no compartimos una identidad común como país, un
proyecto de vida, una gesta que sostenemos todos, cuando se cae de maduro. Mi
convicción es que la elite no lo hará porque está cansada, es localista y
superficial. Siglos en que todo lo arregla el tío poderoso, ministro, obispo o empresario.
La consigna, barrer para adentro. Mi duda es que las masas en ascenso tampoco
lo harán. Son jugadas, esforzadas, ingeniosas, solidarias, pero sin calidad ni
horizonte. Al medio, una burocracia profesional, honesta pero miope, apegada al
modelo, el presupuesto, el caso de negocio. Los procedimientos todo lo
arreglan. Lo que está claro es que peleándonos, agrediéndonos y descalificándonos
nada solucionaremos, y que hay que rescatar el sentido de peligro que en 1989
nos obligó a encontrarnos como chilenos y entendernos en lo básico. Otra duda
menos inmediata, quizás debiera serlo, es que muchas de nuestras inquietudes
responden a procesos subterráneos profundos y globales, que en la urgencia y
localismo no somos capaces de explicitar: flexibilidad, nihilismo, libertad,
soledad, incertidumbre, conexión, incomunicación, espiritualidad, consumo. Cómo
poner esas preguntas en pertinencia Mapocho.

Las fotos son de los verdaderos banquetes de exhibisionismo de la elite en la prensa.

 

A 2 años del Bicentenario: elites deprimidas

1. Roberto Méndez: 1998, el
año del quiebre

2. Eugenio Tironi: Mi país privado

3. Roberto Méndez: “la elite está
viviendo la elección de Bachelet como un error hestórico”

4. Eugenio Tironi: “respecto a su vida privada, la gente no
está deprimida”

5. Carlos Peña: “que nos
sintamos mal es un buen síntoma”

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