David Cuen BBC. Me despierto en la mañana. Enciendo la computadora y reviso mi correo en Gmail. Consulto las noticias en la sección respectiva de Google y leo entradas de blogs en Google Reader. Hago algunas anotaciones para ¿Un mundo feliz? en Google Docs y reviso mi agenda en Google Calendar. Después atiendo mi blog personal en Blogger (de Google) y veo algún video en YouTube (también de Google). Así es un día en nuestro vida con Google… ¿acaso estamos en peligro?
Ver: Lively el nuevo mundo virtual de Google
Antes de responder esa pregunta revisemos tres hechos que ocurrieron esta semana y que pusieron a la empresa, cuyo nombre cada quien pronuncia de distinta manera, en los titulares. La que más atención generó fue la orden de un juez que obliga a Google a entregar datos de algunos usuarios de YouTube a la empresa Viacom, pero sobre eso ya se ha escrito bastante.
Son las otras dos, que pasan más inadvertidas, las que ayudan a entender mejor que el tren llamado Google camina sin frenos. Una es el acuerdo de la empresa con Adobe que permitirá a las arañas de Google explorar e indexar contenido en flash en su motor de búsqueda.
La última es la aparición de Lively, la apuesta de Google en los mundos virtuales, una zona de la que hablamos en este espacio hace unos días. No es como Second Life en el sentido de crear un territorio contínuo, sino más bien se trata de la posibilidad de interactuar con otros usuarios en distintas habitaciones, donde además se podrán compartir videos.
Es tal la pasión por Google que hasta el más mínimo de sus movimientos genera curiosidad en la red. En el blog ALT1040 notaron, por ejemplo, que en Gmail es posible observar un pequeño triángulo en la esquina superior izquierda, como si se tratara de una vuelta de página y la pregunta fue inevitable: ¿qué se trae Google entre manos?
Pero ¿de dónde viene el éxito de Google? En primer lugar del hecho de que es “cool”. La empresa estadounidense es como de leyenda. Sus empleados tienen piscina y espacios deportivos en sus instalaciones y deben dedicar un porcentaje de su jornada laboral a crear nuevas ideas y proyectos. Es decir, deben parar de trabajar, y ponerse a pensar.
Y por otro lado están los hechos. Google domina más del 60% del mercado de buscadores y cuenta con una importante tajada del mercado publicitario en línea gracias a AdSense. Tan sólo en 2006, la empresa reportó una ganancia publictaria de más de US$10.000 millones
La clave de su éxito, me parece, es la simpleza. Todos sus productos, desde los más conocidos hasta los que se encuentran en sus “laboratorios” son sencillos y fáciles de usar. Y los que no eran suyos y compraron (como Blogger y YouTube) se están volviendo más intuitivos.
La colaboración es otra de sus armas. Muchos de sus desarrollos permiten que los usuarios puedan modificarlos para elaborar versiones más personalizadas de sus productos.
Y a mí me gusta Google, y uso muchas de las cosas que ofrecen. Pero eso no me impide regresar a la pregunta inicial: ¿es peligroso? De entrada a mí me preocupa el avance sin frenos de cualquier empresa que abarque casi todos los rincones de la web bajo el estandarte de que sus herramientas son prácticas y útiles.
Al final del día muchos de nuestros datos y mucha de nuestra confianza en la red están en sus manos, por lo que no es claro que sucederá si un día deciden cambiar su política de privacidad y exponer más la información de sus usuarios.
Por lo pronto les dejo esa reflexión. Yo seguiré usando Google, pero mantendré un ojo alerta porque eso de darme cuenta de que una empresa pueda acaparar tanto de la red, me asusta un poco, ¿y a ustedes?