Para avanzar en esto de recuperar el sentido (inventarnos uno) de quiénes somos como chilenos, y también como latinoamericanos, que nuestros vecinos-hermanos también lo necesitan, comparto esta entrevista del antipoeta Nicanor Parra, eterno merecedor de los premios grandes de la literatura, hermano de los gigantes Violeta y Roberto, tío de Los Tres y la Javiera y los imposibles, pero tan grande pensador de lo que no percibimos los comunes que corremos por la vida. Además de sus trabajos mencionados aquí, también hay una preciosa obra musicalizada con el grupo Congreso, llamada Pichanga. Aquí la entrevista:

El Mercurio
Entrevista Nicanor Parra:

“No hay que dejarse tragar por el discurso cuico”

Macarena García

Dice que no está dando entrevistas y que quién le dijo que yo le iba a dar una a usted. Después, con calma y parsimonia, relata un misterioso cuento de ??scar Cerruto que recién había terminado de leer. Entonces Rosita, su empleada, entra con dos tazas de té. Habrá que tomárselo lento. Cinco horas más tarde, Nicanor Parra seguía hablando mientras abría la puerta de un antiguo garaje para enseñar las últimas obras de arte de su nieta “Lina Paia”. Al final había dado una entrevista, ni tan en serio ni tan en broma.

Se viene una avalancha Parra y el antipoeta prepara sus defensas. La U. Diego Portales acaba de publicar sus Discursos de sobremesa y la prestigiosa editorial española Galaxia Gutenberg se apronta a llevar a librerías sus anunciadísimas Obras completas. Además, se reeditará Canciones rusas y artefactos. Por su parte, él trabaja en una megaexposición que inaugurará en agosto en el Centro Cultural Palacio La Moneda y un lujoso libro-antología que reunirá su obra visual. “Inventos de la Colombina”, dice el antipoeta, echándole la culpa a su hija arquitecto, que desde un taller en Santiago trabaja a toda máquina llevando a la realidad los artefactos de su padre.

Continúa:

-¿Y por qué dice que son sólo inventos de la Colombina?

“Porque a ella se le ocurren esas cosas. Ya hicimos una en la Telefónica y ésta es más completa, pero es como la segunda edición de un libro”.

-Pero hay cosas nuevas y ocupará todo el Centro Cultural.

“Sí, hay más inventos. El nombre sigue siendo un problema. La llamábamos “Comerciales”, pero cambió a “Obras públicas”, aunque ahora me parece un nombre un poco presuntuoso”.

-Un nombre que usted había utilizado antes en la exposición con el poeta español Joan Brossa para identificar sus obras. Puede ser también un nombre irónico.

“Sí, rescatamos ese par de palabras y puede ser irónico por eso del MOP, pero ahora tengo la idea de llamarla “Los cachivaches de la reyna”, así, mal escrito. Es mejor, porque cachivaches es una palabra muy pelotuda que se contrapone a la reina que tiene sus joyas y tesoros”.

-Un buen nombre era ese suyo de “Calcetines huachos”.

“Pero también es presuntuoso. Hay alguien que se está haciendo el inteligente y todo el mundo aplaude. La “espectacularización” ya no me gusta. También es bueno que sea de la reina, porque ahora hay una reina en Chile en vez de un rey. Y me gusta la palabra cachivache, porque viene de abajo. Es una palabra de las mamás y abuelas que tiene dos veces la letra “ch”, por lo que pienso que puede venir de los mapuches. ¡Así que también tengo ahí los dos mundos! ¡Los mapuches y los españoles!”.

Parra se entusiasma. Se recuerda de la cantidad de veces que su madre lo mandó a buscar cosas “por allá, junto a los cachivaches”, y agrega: “Es una palabra pariente de los artefactos, pero que no pertenece al discurso cuico. No hay que dejarse tragar por el discurso cuico”. El antipoeta admite que a veces él se ha dejado engullir por el lenguaje correcto, pero que ahora más que nunca está apostando por las palabras que se caen del diccionario. “Me interesan mucho los discursos de la marginalidad y eso incluye el discurso de los niños. De hecho, estoy encantado con mi nieta la Lina Paia, que el otro día me dijo: “¿Por qué te vas, Tata?” “Porque no me quieres”/ “Sí, te quiero; pero si te quieres ir, ándate” y se va ella caminando”.

Parra, el espartano

Parra pasó su infancia en Lautaro, su adolescencia en Chillán y a los 17 años tomó el tren para venirse a Santiago. Se bajó del andén con cinco pesos y una maleta prestada. En el bolsillo de la camisa llevaba la tarjeta de un profesor primario al que había conocido en el sur y planeaba ir a tocarle la puerta. ??l le había dicho: “Cuando vayas a Santiago no te olvides de pasar a verme”. Dicho y hecho. “Gonzalo Latorre se llamaba y le debo mucho. ??l me explicó que existía el internado Barros Arana y me llevó allá donde me dieron desde los libros, hasta la ropa y el colchón. Fue la salvación. Si no, no sé qué hubiera pasado”.

En una de las paredes de su casa en Las Cruces cuelga una foto de curso. Son los 55 jóvenes del sexto de humanidades posando para una cámara de 1932. Sentado en primera fila con las piernas cruzadas se ve un joven que viste con corbata humita. “Sí, era inocente”, dice Parra y muestra a sus amigos Jorge Millas y Jorge Cáceres, que con el tiempo serían un importante intelectual y un reconocido poeta surrealista, respectivamente. “Aquí (en el Barros Arana) los que mandaban eran los deportistas. No estábamos en Atenas, sino que en Esparta. En Chillán era distinto, ahí yo estaba en mi Atenas y era siempre Parra el que hacía las composiciones. Acá mandaban ellos con sus apotegmas. Literatura y filosofía: cero. Chistes: sí. De ahí vienen los artefactos; de tener que estar todo el día contestando las tallas, porque sólo el que podía contestar sobrevivía”.

-Pensaba que lo chistoso venía de su padre.

“También. Aunque tenía un humor difícil. Era estilo Quevedo, del Quevedo pesado de sangre que tiene este chiste: dos doncellas se detienen ante un personaje y le preguntan la hora y él, Quevedo, les dice que tiene el puntero parado entre la una y las dos. ??se era el humor de Nicanor Parra Parra y yo lo rechazaba porque me parecía muy porno, aunque después me di cuenta de que es también una rama del espectro”.

-¿El internado era más exigente que el liceo de Chillán?

“Muy rápido me di cuenta de que no tenía pito que tocar, a pesar de que yo había sido uno de los mejores alumnos. El primer bimestre me saqué rojos, pero después me repuse. La venganza total fue entrar al bachillerato. Los mejores alumnos del internado habían sido rechazados y yo obtuve uno de los más altos puntajes de todo el país. Cierto. A partir de ese momento yo quedé de dueño del internado y ahí hicimos la Revista Nueva”.

Parra entró a estudiar Física y Matemática a la U. de Chile, pero se quedó viviendo en el Barros Arana trabajando como inspector. Junto a Carlos Pedraza y Jorge Millas fundaron la Revista Nueva, en la que publicó “El gato en el camino”, un cuento de corte surrealista que lo catapultó a la fama de escritor de lo absurdo. Le pregunto si en la antología de Galaxia Gutenberg publicarán ese mítico relato. “¡Qué bueno que toque ese tema!”, dice, y se pierde escaleras arriba dando cuenta de que su cuerpo no sufre de nada de lo que se supondría a los 91 años. Vuelve con el primer tomo de Harry Potter. “No creo que lo quiera leer ahora, pero es importante que lo lea”. (Lo hago en el camino de vuelta y, efectivamente, reconozco que el inicio de la saga del niño mago tiene mucho del anticuento parriano y de gatos que son otra cosa).

-En alguna parte leí que plantó un árbol en la cancha de tenis del internado.

“??se es uno de los artefactos precolombinos, así los llamé después, porque son de esa época y también porque son anteriores a la Colombina Parra. El primero era construir un árbol con ascensor para subir a ver los pájaros; el segundo, un abismo con escalera para ver a los cocodrilos; el tercero, cisnes de cuello negro que hacen un camino a pie entre Santiago y Valparaíso, y el cuarto, expulsado del Barros Arana por plantar un árbol en una cancha de tenis”.

-¿Lo realizó o fue sólo un proyecto?

“Son sólo ideas y funcionan como tales. Con eso basta”.

Habría que detenerse en la terminología parriana. Antipoemas: poesías escritas como quien habla, sin metáforas ni ninfas ni tritones. Artefactos: frases encontradas y frases que yuxtapuestas hacen sentido (y que suelen ser divertidas). En 1972 publica un libro de poesía hecho de postales en las que intercala estas frases cortas con algunos dibujos. Artefactos visuales: esas mismas frases junto a un objeto que multiplica las posibilidades de sentido, de crítica y de humor. Antipoeta: según el manifiesto parriano, “un hombre del montón”.

Pero Nicanor Parra fue antes un poeta a secas. En 1937 publicó un libro -definido por él como un pe(s)cado de la juventud e inencontrable, reaparecerá en sus Obras completas- titulado Cancionero sin nombre. Casi veinte años más tarde publicaría otro que gustaría a muchos escritores y teóricos del mundo entero y, con el tiempo, lo llevaría a ser un sempiterno candidato al Nobel: Poemas y antipoemas.

Cosmos y porotos

-Ese libro lo escribió mientras estudiaba matemática en Londres, ¿no?

“Cosmología. Se suponía que yo iba a ser cosmólogo. Pero ahí pasó algo curioso. Estaba leyendo algo y vi esta frase: “Death be not proud”. Me pareció el acabose. Nunca se había dicho algo así: “Muerte, no seas orgullosa”. Ahí entendí qué es lo que busca la poesía y me puse a escribir los antipoemas. Veinte años más tarde me encontré de nuevo con esa frase, ¿sabe dónde?, en Hamlet, hacia el final. Ahora yo estaba en condiciones porque conocía más el inglés y me di cuenta de que era un malentendido. Quería decir: “Muerte, no seas soberbia” y eso ya se había dicho. Todo había salido de un malentendido”.

-Y llega a publicarlo a Chile.

“Eran tres libros y los mandé a un concurso y los tres ganaron, entonces los publiqué como uno solo”.

-Los mandó al concurso con otro nombre.

“Sí, les puse el nombre de Rodrigo Flores, que era el campeón de ajedrez de la época. Los comunistas nunca habrían dejado que yo ganara”.

Está servido el almuerzo. Porotos con riendas -“uno de los pocos alimentos que ya no son transgénicos”- y vino tinto. De postre, una manzana orgánica cultivada en el patio de su propia casa. Le pregunto cuánto va a Santiago. “Cada vez menos. ¿Para qué?”, dice, mirando por la ventana de su comedor desde donde se ven el mar y los árboles.

Junto al café conversamos de la importancia de Duchamp para los artefactos visuales -“aunque él no fue un poeta, no trabajó con el lenguaje y para mí lo fundamental es la configuración lingüística de estas frases”, explica Parra-. La casa está llena de papelitos manuscritos, algunos junto a sus respectivos objetos, otros huachos o inconclusos

-Ahora presentará antipoemas audiovisuales como uno en que se quemará un neumático dentro de una casa. ¿Es un poema ecológico?

“Sí. Es a puertas y ventanas cerradas, jajaja. ??sa es otra característica que no está en Duchamp, los artefactos son críticos. Los dadaístas son todavía esclavos de la imagen, aunque ellos son estupendos, porque sin dadaísmo no hay surrealismo y sin surrealismo no hay poesía”.

-Pero en los artefactos hay un discurso anarquista que también es algo dadaísta.

“En última instancia es un discurso ecológico. Porque los discursos tradicionales han muerto y hay que buscar el protoplasma en otra parte”. Parra verde

-¿Y de dónde viene este discurso ecológico?

“De que tuve que contestarme la pregunta de por qué escribo, para qué y la respuesta es que es para buscar el equilibrio personal. La poesía es como una caja negra donde se reproducen los conceptos cibernéticos de {lsaquo}{lsaquo}input{rsaquo}{rsaquo} y {lsaquo}{lsaquo}output{rsaquo}{rsaquo}. Si no fuera por esta caja negra, estaríamos frente a un sistema que necesitaría de un ingeniero que estuviera observando la máquina para que no explote, ni se congele. Son mecanismos de autorregulación y pensé el trabajo en esos términos. Tiene que ver con la catarsis griega, aunque está desarrollado y teorizado en forma, ¿ah?”

¿Cuando comenzó a interesarse por el ecologismo?

“Llegué por razones de supervivencia, durante la dictadura. Los milicos no me echaron, pero yo quería hacer un trabajo útil sin que fuese un suicidio”.

Entonces cuenta cómo se refugió en el Instituto de Estudios Humanísticos de la Chile y recuerda a Cristián Huneuus, director de ese instituto, quien habría dicho que el mundo se parecía cada vez más a la poesía de Parra. “Es que la antipoesía es la farándula, la idea de que el mundo se acabó y hay que gastar lo que queda. La antipoesía también, pero ahora estamos así (dice poniendo las manos juntas como rezando). Estamos entrando a la fe, pero por la puerta de la razón. Pensando que tal vez nos salvamos por esas variables que no manejamos, porque ni los científicos manejan todas las variables”.

Parra muestra la biografía de Cristián Huneuus que está entera rayada por él. Hay breves antipoemas, frases subrayadas y frases cuestionadas. La cita no aparece, pero después revisa sus cuadernos – todos de croquis blancos llenos de dibujos- y lee frases como la siguiente: “Me juí/ búsquese otra más mejor”. Advierte que lo que ahora realmente le interesa está en el discurso marginal y que hasta dejó a Hamlet por ser discurso cuico.

-¿Usted se siente marginal?

(Se detiene a pensar un momento). “Respuesta: La respuesta a esa pregunta está en John Keats, quien dice que la literatura consiste en vivir en una contradicción. Después él agregó que el que quiera entender a Shakespeare como persona a través de su obra está perdido, porque es una especie de Dios que está en todas partes en general y en ninguna en particular. Así que yo no tengo por qué dármelas de marginal, pero hay que permitir que aparezcan los marginales y puedan dar sus verdades. Baudrillard en su última visita a Chile dijo que no existía la palabra verdad, pero eso ya lo habían dicho los físicos a principios del siglo XX, cuando dijeron que no hay una teoría que sea más verdadera, sino que hay teorías más plausibles que otras”.

Libros bajo la manga

Obras públicas: Libro editado por su hija Colombina Parra y su pareja, Hernán Edwards, en el que reúnen casi la totalidad de la obra visual del antipoeta. En papel couché estarán las tablitas de la reina con los trabajos prácticos y los últimos comerciales, todos mezclados sin prólogo ni aclaraciones.

Artefactos: El libro de postales que Nicanor Parra publicó en 1972, con artefactos famosos como “La izquierda y la derecha unidas/ jamás serán vencidas”, será reeditado en postales coleccionables por el diario “La Tercera”.

Discursos de sobremesa: La Universidad Diego Portales publicó “Discursos de sobremesa”: cinco textos leídos entre 1991 y 1997 en distintos eventos. Desde la recepción del Premio Juan Rulfo hasta el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Concepción. Ya está en librerías. “Hay muchísimos cambios desde las publicaciones anteriores, porque todas fueron ediciones muy precarias y llenas de errores. Ahora él participó en la edición y a algunos les hizo bastantes cambios en el proceso de edición”, explica Adán Méndez, quien editó el libro.

Canciones rusas: Publicado originalmente en 1967, será reeditado por Ediciones Tácitas con prólogo de Kurt Folch. El editor es también Adán Méndez, a quien le gusta ese libro porque “representa un momento de calma dentro de un trayecto bastante desesperado de la antipoesía; si lo comparas con Versos de salón, puedes observar que es un sujeto más reposado. Tiene un tono que después va a recuperar en los Discursos de sobremesa”, explica Méndez.

Los cachivaches de la reyna

En una sala colgará todas las “Bandejitas de Isla Negra” (bandejas de empanadas sobre las cuales dibuja, escribe y bromea), las “Tablitas de la reyna” (tablas sueltas de un suelo de parqué intervenidas por el poeta) y se exhibirán distintos artefactos visuales como la célebre “Naturaleza muerta” (un tomate con un clavo incrustado) y “Las 3 calaveras de Colón”. Otra sala tendrá una decena de paneles sobre los que se proyectarán distintas imágenes creadas por el antipoeta, ante todo los llamados “comerciales”, en los que Parra se apropia el lenguaje publicitario. Lenguaje de zapping e ironía antipoética.

El amplio hall estará intervenido por artefactos de grandes dimensiones. Colgarán lámparas desde el cielo del centro cultural, con pantallas de papel manuscritas que iluminarán las distintas obras: un cerro de neumáticos, un cúmulo de botellas de vino (“Botellas vacías del autor”), un cementerio de computadores (“WEBiar humanum est”) y maniquíes con ropa diseñada por Parra, entre otros. Frente a ellos un pizarrón gigante con definiciones de la palabra antipoesía.

En el auditorio se proyectarán antipoemas audiovisuales dirigidos por el mismo Nicanor Parra y filmados por Andrés Ovalle. En uno de ellos una vaca recibirá un balde de leche.

“El hombre es un corazón con patas”

Esta figura parriana fue antes un círculo con un par de ojos turnios de la que se escapaban los brazos y piernas, indicando cosas. “Era Mr. Nobody. Es un personaje histórico del siglo XIV. Yo llegué primero a este personaje y estuve funcionando con él mucho tiempo. No tenía ni cuerpo, ni gestualidad, tenía cabeza no más. Cualquier tontería atribuida a él funcionaba, pero de repente me di cuenta de que era muy pretencioso, que el hombre es más corazón que cabeza, más tinieblas que luz, y que el personaje paradigmático tenía que ser un corazón con patas, porque eso es el hombre”.

Con ustedes, el hablante lírico de los artefactos parrianos.

En la fotografía que sirve de portada de esta edición, Nicanor Parra aparece alumbrado con un ingenio electrónico híbrido. Se trata de un candelabro con ampolleta, injerto que recibe también el nombre de “Lámpara Harry Potter”. El poeta explica que leyó íntegra la saga del niño mago y advierte similitudes entre las aventuras descritas y un cuento suyo de 1935.

“En el Barros Arana los que mandaban eran los deportistas. No estábamos en Atenas, sino en Esparta. (…) Literatura y filosofía: cero. Chistes: sí. De ahí vienen los artefactos, de tener que estar todo el día contestando las tallas, porque sólo el que podía contestar sobrevivía”.

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