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alimentos

Noticias Diciembre 22, 2008

Cómo conseguir dinero para ideas innovadoras

 

elpais. Los centros de
investigación valencianos dan lugar a muchos proyectos que podrían terminar
convertidos en empresas innovadoras: Software bioinformático; biosensores
microbianos
; servicios de geoinformación vía satélite; alimentos funcionales
Pero tarde o temprano todos llegan al mismo punto: o consiguen dinero o
renuncian a sacar la idea del laboratorio. Pasa en todo el mundo pero el
contexto económico valenciano, volcado durante años en el turismo y la
construcción, no ha ofrecido grandes oportunidades. El Parque Científico de la
Universitat de València
, creado para acercar ambos mundos dio ayer un ejemplo
de cómo conectarlos. El primer Encuentro Capital y Ciencia reunió en la misma sala a
unos 60 científicos (con planes muy estudiados para poner en marcha empresas
innovadoras) e inversores. Los primeros tenían 15 minutos (antes de que sonase
una campana) para exponer la idea, el plan de negocio, el mercado potencial y
la necesidad de inversión. Los segundos escuchaban. En los descansos entre los
tres bloques temáticos (biotecnología; tecnología de la información y la
comunicación, y otros sectores emergentes), en un ambiente informal, con café y
cruasanes, tenían ocasión de cambiar impresiones y establecer principios de
acuerdo.

En total participaron 15 proyectos de empresas (o empresas que
funcionan de forma embrionaria) que solicitaban de 100.000 euros hasta un
millón a cambio de un porcentaje de participación en la sociedad. Parece que la
cosa funcionó. Y atentos: entre otras cosas por la crisis.

“Este es el mejor momento para invertir en empresas
innovadoras”, comentaba Raúl Aznar, que asistía al acto en calidad de
representante de la red autonómica de bussines angels CV BAN, y del
grupo inversor familiar Pandora Lys Holding; “las empresas innovadoras
tienen un proceso de maduración al menos de dos años. Si se invierte ahora, la
empresa saldrá al mercado cuando la crisis haya pasado o este en vías de
terminar”, añadía. “La biotecnología es un sector refugio”,
añadía Pedro Álava, del fondo de capital riesgo semipúblico Comval Emprende.

¿Qué les falta todavía a los investigadores?
“Subestiman el paso que hay que dar desde el prototipo hasta la producción
industrial, y se olvidan un poco de la comercialización”, responde Álava.
“Y más cultura financiera, en eso todavía están un poco cojos”,
agregaba Aznar. La parte buena es que todo eso se aprende.

Noticias Julio 21, 2008

Diseño e innovación: empaque de alimentos

 

El salto del empaque de alimentos – Empresas chilenas logran éxito internacional

emol. Un buen packaging permite elevar las ventas. Sin embargo, se requiere definir antes la “personalidad” del producto y en qué mercados se competirá. En 2006, viña Morandé estaba en un atolladero. A pesar de que sus vinos recibían buenos comentarios de los críticos, sus botellas distaban de llamar la atención de los consumidores en las góndolas de los supermercados. Los focus group que hizo la empresa decían que incluso quienes consumían los vinos de esa compañía, no podían identificar los envases. Por Eduardo Moraga V.


La decisión fue drástica, había que hacer un cambio rotundo de imagen. Hacia fines de 2006, los ejecutivos diseñaron un nuevo plan estratégico para la compañía, definieron qué querían lograr con sus diferentes líneas de vinos y decidieron contratar al diseñador Luis Piano para reinventar el etiquetado de sus productos.

Luego de cerca de una semana de trabajo, la propuesta de Piano obtuvo el visto bueno del directorio de la viña. Las muestras de la nueva presentación fueron enviadas a los distribuidores e importadores. La respuesta fue tal, que, a partir de marzo de 2007, tuvieron que hacer todos los despachos con las nuevas etiquetas, cajas y cápsulas.

La guinda de la torta vino este año, cuando la prestigiosa revista Wines & Spirits eligió a la etiqueta de la línea Pionero como la mejor del mundo en el segmento de los vinos varietales.

Nunca una viña chilena había recibido ese premio. Y lo que es mejor, la demanda por las botellas de Morandé tomó una velocidad más que interesante.

“El cambio de packaging fue vital. En la actualidad, si quieres mantener tu proyecto vinícola, tienes que tener una imagen que te destaque frente a la gran cantidad de competidores en la góndola del supermercado”, explica Claudio Germain, subgerente de marketing de Viña Morandé.

Y lo que pasó con ellos no es la excepción en el agro chileno. Todo lo contrario. Por estos días, la preocupación por la presentación del producto es una de las tendencias más dinámicas. Desde empresas lecheras hasta productores de merquén están poniendo buena parte de sus fichas en el empaque, o packaging, cómo forma de mejorar sus ingresos.

La importancia del empaque

Paulina Peñaloza, socia de la empresa Chilegourmet, que comercializa desde dulce de leche de cabra hasta avellanas tostadas, tiene clara la importancia que posee el empaque.

“Es una de las bases de sustentación de nuestra empresa y nos permite competir con los franceses y los italianos. Cuando partimos hace un par de años nos dimos cuenta de que la imagen era tan importante, que a pesar de ser chicos, contratamos a una diseñadora de planta para la empresa. Gracias a la preocupación por el empaque, ingresamos a 700 tiendas gourmet de Estados Unidos”, explica Peñaloza.

Pero como reconocen las empresas agrícolas pioneras en el diseño, no es cosa de pedirle a un diseñador “enchular” un envoltorio y quedarse sentado esperando a que mejore el precio del producto.

Por el contrario, en la era del empaque agropecuario es necesario hacer un gran trabajo interno, incluso antes de contactarse con un diseñador.

El primer paso es tener claro cuál es la “personalidad” del producto y qué es lo que quiere transmitir.

Por ejemplo, es muy distinto que un pote de miel apele a un entorno puro, que tenga una carga étnica o que apunte a la diversión. Siendo el mismo producto, el diseño correrá por carriles muy distintos.

Sin embargo, junto con decidirse por una línea, hay que ver si el producto realmente es coherente con lo que se promete. De lo contrario, todo gasto en imagen se transformará en un boomerang.

“Es un error pensar que es cosa de entregarle la decisión del empaque o la etiqueta 100 por ciento al diseñador. En nuestro caso, escribimos un completo informe sobre cuáles eran nuestros objetivos, describimos el producto y quiénes eran nuestros competidores. Con ese insumo recién fuimos donde el diseñador. Lo bueno es que, además, ahorramos tiempo y en cerca de un mes ya teníamos todas las líneas de vino con nuevo diseño”, explica Claudio Germain.

Conocer el mercado

Otro punto relevante es tener claro el segmento de mercado en que se espera vender el producto agropecuario. Con ese horizonte es el momento de calcular la inversión en empaque.

“Hay que ser realista. En el nivel de precios más barato, el envase es menos relevante en las decisiones de compra. Cuando los precios empiezan a subir, el tema del diseño se vuelve relevante. Eso sí, hay que medir bien los costos, para que vayan en concordancia con el segmento de precio en que peleará y el tema del packaging no se transforme, al final, en una carga para la empresa”, señala André Beaujanot, profesor del Departamento de Economía Agraria de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica.

Según Beaujanot, estudios en Australia, en los que él participó, demostraron que en segmentos como las papas, el diseño no necesariamente aumentaba las ventas.

Finalmente, también es clave resistir la tentación de apuntar a un diseño visualmente impecable, pero que deje fríos a los posibles clientes. Aquí es importante recordar que el diseño debe estar en función de los consumidores.

“No se trata de que el packaging sea un volón artístico. Tiene que transmitir un mensaje respecto del producto y generar atracción para la primera compra. Además, debe ayudar a la recordación por parte de los consumidores. Esto exige que los diseñadores sean un poco sociólogos. Tienen que entender qué quieren las personas y cuáles son los códigos visuales que para ellos son más atractivos”, resume Luis Piano, diseñador de Piano y Piano y con clientes como Concha y Toro y Morandé.

Cómo se ve, la tarea del empaque viene en tamaño grande.

Lo que la lleva en diseño

 

 

Grosso modo son dos las principales tendencias emergentes en el packaging de alimentos:

1. Por un lado está el estilo minimalista, aquel que apunta a líneas simples, con mucho espacio libre en el envase o en la etiqueta. Uno de sus ejes es reforzar la sensación de sofisticación que buscan los consumidores.

2. Un segundo eje es la apelación al terroir del producto, que se puede representar tanto geográfica, como culturalmente. “la gente quiere consumir alimentos que sean únicos, que representen un lugar determinado. Eso hay que representarlo claramente en el envase”, afirma paulina peñaloza, de chilegourmet, exportadora del dulce de leche de cabra miski.

Noticias Febrero 19, 2008

La amenaza de una clase media mundial

¿Puede el munda darse el lujo de tener una clase media?

Digitalec. Moisés Naím escribió este artículo que me encantó y decidí traducirlo al español. ¿Puede el mundo darse el lujo de tener una clase media? Mientras más países salen de la pobreza, se genera un aumento de la demanda de suministros de alimentos y recursos naturales. Acá va… La clase media en los países pobres es el segmento de crecimiento más rápido de la población mundial. Mientras que la población total del planeta aumentará en aproximadamente mil millones de personas en los próximos 12 años, la clase media aumentará en tanto como 1.800 millones – 600 sólo en China.

Homi Kharas, investigador de Brookings Institution, calcula que para el 2020, la clase media del mundo crecerá hasta representar un impresionante 52% del total de la población, un aumento enorme desde el 30% que representa en la actualidad. La clase media casi se duplicará en los países pobres, en donde el crecimiento económico sostenido genera el ascenso rápido de personas por sobre la línea de la pobreza.

Si bien esto por supuesto es una buena noticia, también significa que la humanidad tendrá que adaptarse a presiones sin precedentes. El surgimiento de una nueva clase media global ya tiene su repercusión. En enero, 10.000 personas tomaron las calles de Yakarta para protestar por los precios de la soja que se fueron a las nubes. Y los indonesios no eran los únicos que estaban enojados por el costo en aumento de los alimentos. En 2007, el precio de la pasta disparó protestas en las calles de Milán. Los mexicanos marcharon contra el precio de las tortillas. Los senegaleses organizaron manifestaciones por el precio del arroz, los indios alzaron sus pancartas contra el precio de las cebollas. Argentina, China, Egipto, Venezuela y Rusia son algunos de los países en donde se impusieron controles en los precios de los alimentos en su intento por contener la reacción pública violenta.

Estos manifestantes constituyen las protestas más enérgicas de una tendencia mundial: todos pagamos más por el pan, la leche y el chocolate, por mencionar sólo algunos productos. Los nuevos consumidores de la clase media global emergente generan el aumento del precio de los alimentos a nivel global. El índice de precios de alimentos que el Economist registra desde 1845 hoy se encuentra en su pico más alto: sólo en el 2007 aumentó un 30%. Los precios del trigo y la soja aumentaron en casi un 80% y un 90%, respectivamente. Muchos otros granos alcanzaron sus picos récord.

Los precios se disparan no porque hay menos alimentos (en el 2007, el mundo produjo más granos que nunca antes), sino porque algunos granos ahora se utilizan como combustible, y porque más personas pueden darse el lujo de comer más. El consumo promedio de carne vacuna en China, por ejemplo, llegó a más que duplicar el consumo de mediados de la década del ochenta.

El impacto de una clase media en rápido crecimiento se sentirá en el precio de otros recursos. Después de todo, los miembros de la clase media también se compran más vestimenta, heladeras, juguetes, medicamentos y, en última instancia, comprarán más automóviles y casas. China e India, con casi el 40% de la población mundial – la mayor parte todavía muy pobre – ya consume más de la mitad del suministro mundial de carbón, minerales ferrosos y acero. Gracias a su prosperidad en crecimiento y a la de otros países tales como Brasil, Indonesia, Turquía y Vietnam, la demanda de estos productos se encuentra en auge.

Sumado a ello, el estilo de vida de la clase media en estos países en vías de desarrollo, si bien es más frugal de lo que suele ser en los países ricos, es más intenso en energía. En 2006, China sumó tanta electricidad como el suministro de toda Francia. Sin embargo, millones de personas en China carecen de un acceso confiable a la electricidad. En India, más de 400 millones de personas no tienen energía. La demanda en India se quintuplicará en los próximos 25 años.

Y sabemos lo que sucedió con los precios del petróleo. El petróleo alcanzó su máximo histórico de USD100 por barril, no porque haya restricciones de suministro, sino por el crecimiento sin precedentes del consumo de los países pobres. Sólo China representa un tercio del crecimiento de consumo de petróleo en el mundo en los últimos años.

El debate público sobre las consecuencias de este auge del consumo a nivel global se centró en qué significa para el medioambiente. A pesar de ello, su impacto económico y político también será significativo. El estilo de vida de la clase media existente probablemente tendrá que cambiar drásticamente a medida que una nueva clase media emerge. Los patrones de consumo que una familia estadounidense, francesa o sueca daba por hecho, inevitablemente aumentarán su costo; ir con tu automóvil a cualquier lado en cualquier momento, por ejemplo, puede convertirse en algo prohibitivo. Puede que eso no sea del todo malo. El costo de contaminar el agua o destruir el medioambiente se puede medir con más precisión.

Pero otras dislocaciones serán más dolorosas y difíciles de prever. Los cambios en la migración, la urbanización y la distribución del ingreso serán generalizados. Y debemos esperar demandas en aumento de mejores viviendas, mejor atención de la salud, educación e, inevitablemente, participación política.

El debate sobre “los límites de crecimiento” de la Tierra es tan antiguo como la advertencia de Thomas Malthus sobre un mundo en donde la población lleva ventaja sobre su capacidad para alimentarse. En el pasado, se probó que los pesimistas estaban equivocados. Los precios más altos y las nuevas tecnologías que dispararon el nivel de provisiones, como la revolución verde, siempre salieron al rescate. Eso puede volver a suceder. Pero la adaptación a una clase media más grande de lo que el mundo jamás haya conocido recién empieza.

Y como pueden dar fe los manifestantes indonesios y los mexicanos, no será algo económico. Y no será silenciosa.