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Mi carta al director en El Mercurio
Mientras debatimos si se prohíbe el celular en los colegios, la compañía de Sam Altman anuncia OpenAI o1, la inteligencia artificial que puede razonar, su tercera entrega de mejoras disruptivas en menos de un año.
En el futuro inmediato, la gran brecha que padecerán estudiantes y profesionales estará entre quienes sepan interactuar con la inteligencia artificial, preguntarle, crear buenos prompts, y quienes no lo hagan (prompting es ya una profesión).
La inteligencia artificial será un dato porque es de acceso fácil y barato. Lo escaso será saber sacarle partido. Para ello, se necesita un pensamiento crítico y lógico (científico, matemático, computacional, literario). Una cabeza bien entrenada con apoyo de la inteligencia artificial creará diferencias imbatibles, y no solo para hacer mejores tareas en la escuela sino para investigar en ciencia, diseñar en arquitectura o ingeniería, programar software o diagnosticar en salud, muchas veces sin necesidad de ser especialistas y con respuestas de segundos para trabajos que tomarían semanas y meses.
En los colegios, el celular puede ser una poderosa, masiva y muy económica interface para iniciarse en el aprendizaje basado en inteligencia artificial.
Eso ya lo tenemos, el desafio urgente es dejar de temerle y transformar a los profesores de todas las asignaturas en expertos redactores de prompts, a partir de entrenar el pensamiento y rearticular sus materias y estrategias.
No hay que prohibir el celular, hay que enseñar a promptear. Esto sí que definirá la frontera entre dejar a nuestros hijos al margen o abrirles el futuro.
Algunos colegios ya comenzamos.