¿Puede el munda darse el lujo de tener una clase media?
Digitalec. Moisés Naím escribió este artículo que me encantó y decidí traducirlo al español. ¿Puede el mundo darse el lujo de tener una clase media? Mientras más países salen de la pobreza, se genera un aumento de la demanda de suministros de alimentos y recursos naturales. Acá va… La clase media en los países pobres es el segmento de crecimiento más rápido de la población mundial. Mientras que la población total del planeta aumentará en aproximadamente mil millones de personas en los próximos 12 años, la clase media aumentará en tanto como 1.800 millones – 600 sólo en China.
Homi Kharas, investigador de Brookings Institution, calcula que para el 2020, la clase media del mundo crecerá hasta representar un impresionante 52% del total de la población, un aumento enorme desde el 30% que representa en la actualidad. La clase media casi se duplicará en los países pobres, en donde el crecimiento económico sostenido genera el ascenso rápido de personas por sobre la línea de la pobreza.
Si bien esto por supuesto es una buena noticia, también significa que la humanidad tendrá que adaptarse a presiones sin precedentes. El surgimiento de una nueva clase media global ya tiene su repercusión. En enero, 10.000 personas tomaron las calles de Yakarta para protestar por los precios de la soja que se fueron a las nubes. Y los indonesios no eran los únicos que estaban enojados por el costo en aumento de los alimentos. En 2007, el precio de la pasta disparó protestas en las calles de Milán. Los mexicanos marcharon contra el precio de las tortillas. Los senegaleses organizaron manifestaciones por el precio del arroz, los indios alzaron sus pancartas contra el precio de las cebollas. Argentina, China, Egipto, Venezuela y Rusia son algunos de los países en donde se impusieron controles en los precios de los alimentos en su intento por contener la reacción pública violenta.
Estos manifestantes constituyen las protestas más enérgicas de una tendencia mundial: todos pagamos más por el pan, la leche y el chocolate, por mencionar sólo algunos productos. Los nuevos consumidores de la clase media global emergente generan el aumento del precio de los alimentos a nivel global. El índice de precios de alimentos que el Economist registra desde 1845 hoy se encuentra en su pico más alto: sólo en el 2007 aumentó un 30%. Los precios del trigo y la soja aumentaron en casi un 80% y un 90%, respectivamente. Muchos otros granos alcanzaron sus picos récord.
Los precios se disparan no porque hay menos alimentos (en el 2007, el mundo produjo más granos que nunca antes), sino porque algunos granos ahora se utilizan como combustible, y porque más personas pueden darse el lujo de comer más. El consumo promedio de carne vacuna en China, por ejemplo, llegó a más que duplicar el consumo de mediados de la década del ochenta.
El impacto de una clase media en rápido crecimiento se sentirá en el precio de otros recursos. Después de todo, los miembros de la clase media también se compran más vestimenta, heladeras, juguetes, medicamentos y, en última instancia, comprarán más automóviles y casas. China e India, con casi el 40% de la población mundial – la mayor parte todavía muy pobre – ya consume más de la mitad del suministro mundial de carbón, minerales ferrosos y acero. Gracias a su prosperidad en crecimiento y a la de otros países tales como Brasil, Indonesia, Turquía y Vietnam, la demanda de estos productos se encuentra en auge.
Sumado a ello, el estilo de vida de la clase media en estos países en vías de desarrollo, si bien es más frugal de lo que suele ser en los países ricos, es más intenso en energía. En 2006, China sumó tanta electricidad como el suministro de toda Francia. Sin embargo, millones de personas en China carecen de un acceso confiable a la electricidad. En India, más de 400 millones de personas no tienen energía. La demanda en India se quintuplicará en los próximos 25 años.
Y sabemos lo que sucedió con los precios del petróleo. El petróleo alcanzó su máximo histórico de USD100 por barril, no porque haya restricciones de suministro, sino por el crecimiento sin precedentes del consumo de los países pobres. Sólo China representa un tercio del crecimiento de consumo de petróleo en el mundo en los últimos años.
El debate público sobre las consecuencias de este auge del consumo a nivel global se centró en qué significa para el medioambiente. A pesar de ello, su impacto económico y político también será significativo. El estilo de vida de la clase media existente probablemente tendrá que cambiar drásticamente a medida que una nueva clase media emerge. Los patrones de consumo que una familia estadounidense, francesa o sueca daba por hecho, inevitablemente aumentarán su costo; ir con tu automóvil a cualquier lado en cualquier momento, por ejemplo, puede convertirse en algo prohibitivo. Puede que eso no sea del todo malo. El costo de contaminar el agua o destruir el medioambiente se puede medir con más precisión.
Pero otras dislocaciones serán más dolorosas y difíciles de prever. Los cambios en la migración, la urbanización y la distribución del ingreso serán generalizados. Y debemos esperar demandas en aumento de mejores viviendas, mejor atención de la salud, educación e, inevitablemente, participación política.
El debate sobre “los límites de crecimiento” de la Tierra es tan antiguo como la advertencia de Thomas Malthus sobre un mundo en donde la población lleva ventaja sobre su capacidad para alimentarse. En el pasado, se probó que los pesimistas estaban equivocados. Los precios más altos y las nuevas tecnologías que dispararon el nivel de provisiones, como la revolución verde, siempre salieron al rescate. Eso puede volver a suceder. Pero la adaptación a una clase media más grande de lo que el mundo jamás haya conocido recién empieza.
Y como pueden dar fe los manifestantes indonesios y los mexicanos, no será algo económico. Y no será silenciosa.