Invitado por los amigos de UNIFRANZ escribimos un breve artículo para AmericaEconomia Bolivia, sobre educación y la transformación del trabajo:
La celebrada adaptación a las video clases en escuelas y universidades producto de las cuarentenas fruto de la llegada del COVID-19, para nada son suficientes para la transformación que requiere la educación del futuro, se precisa un cambio profundo en el diseño y organización de la enseñanza.
La COVID-19 trajo una pandemia adicional: el desempleo. Según la Organización Internacional del Trabajo, esta crisis destruyó 255 millones de empleos en 2020, afectando a los trabajadores más vulnerables, al empleo femenino en más de un tercio que al masculino, y al juvenil en más del doble que al desempleo adulto (OIT, Junio 2021).
La recuperación de la crisis implicará superar el grave daño a las economías donde es muy probable que la calidad de los nuevos trabajos sea inferior, por la profundización de un fenómeno que viene desde antes de la pandemia. El avance tecnológico está transformando el trabajo y la vida cotidiana, con el desafío gigante de adaptación para millones de trabajadores y profesionales sin las competencias necesarias para este nuevo contexto. El mítico informe Oxford advirtió que en los próximos años podrían desaparecer casi el 50 % de las profesiones y sus empleos asociados, debido a la automatización de la robótica y la inteligencia artificial (Benedikt Frey y. Osborne, 2013). La transformación del empleo es antigua, pero ahora incluye no solo profesiones manuales rutinarias, como el manejo de maquinaria industrial, tampoco solo el reemplazo de labores administrativas, como cajeros, sino profesiones complejas como medicina, derecho, arquitectura o periodismo.
Esta transformación tecnológica traerá un proceso permanente de creación y destrucción de profesiones, con oleadas de desempleo en cada transición. Estos ciclos que hace cincuenta o más años tomaban décadas, ahora lleva pocos años, con la obligación de adaptación, formación y reinvención profesional permanente de las personas, y el consiguiente desafío a la educación escolar y universitaria para cultivar un nuevo tipo de competencias que permitan a las personas adaptarse y anticiparse con efectividad y satisfacción a los nuevos mercados del trabajo (Oppenheimer, 2017).
Las nuevas competencias no solo implican un nuevo repertorio temático en las escuelas y las universidades, sino sobre todo un cambio en el modo de aprender. John Sculley, ex CEO de Apple, preguntaba en una conferencia de 2019 ″ ¿Qué tienen en común Bill Gates, Larry Page, Sergey Brin y Mark Zuckerberg?” y contestaba que: “Todos fueron a la escuela Montessori. ¿Qué es Montessori? Aprendizaje práctico. No hay nada más poderoso que el aprendizaje práctico, particularmente en las ciencias”. Sculley invitaba a imaginar un mundo en el que los jóvenes se expongan a las competencias más demandadas a través de la experiencia práctica, que son la clave para el éxito en la realidad actual.
Por otro lado, según el informe “Competencias que los ciudadanos necesitan para la futuro del mundo del trabajo” (McKinsey, Junio 2021), las capacidades son un tipo de habilidades fundamentales, no solo cognitivas ni técnicas, sino que también emocionales y culturales, tales como capacidades aprender, creatividad e imaginación, creación de narrativas, automotivación, autoconfianza, flexibilidad, gestión y focalización, empatía, confianza y motivación; en lo técnico, apropiación de las tecnologías digitales, pensamiento computacional, gestión de sistemas digitales, programación y análisis de datos. Estos se aprenden de modo práctico o experiencial, e implican un cambio profundo en las aulas y el abandono de las clases teóricas hacia la realización de proyectos, desafíos y juegos, con abundante uso creativo de tecnologías digitales, con los estudiantes como protagonistas del aprendizaje.En el colegio Alberto Blest Gana de Chile y en la Universidad Franz Tamayo – UNIFRANZ de Bolivia, ya está ocurriendo, se sitúa el aprendizaje práctico, creativo y tecnológico en el centro de sus quehaceres.
En el Colegio Alberto Blest Gana, estamos transformando todas las materias hacia aprendizajes experienciales y combinados, como educación emocional con yoga y meditación trascendental, o tecnológico en nuestro laboratorio de fabricación digital, con programación, robótica, impresión 3D y biohacking, todo con estrategias activas, conectados con científicos e innovadores, buscando constituir un auténtico laboratorio de la vida futura de los estudiantes.
Aunque el proyecto es una experiencia única de transformación integral de educación, se suma a una larga tradición de más de un siglo, que propone los aprendizajes basados en la experiencia, como la antigua frase “aprender haciendo”, junto a María Montessori, mencionada por el ex CEO de Apple, o al filósofo John Dewey, Jean Piaget, y más tarde Seymur Papert en el MediaLab del MIT y su programa LOGO (1968) y su discípulo Mitchel Resnick y la plataforma de programación Scratch (2003), y su libro “Kindergarten para toda la vida, cultivar la creatividad a través de proyectos, pasión, colaboración y juego” (2017) que curiosamente también reivindica a Montessori. …no se trata tanto del contenido como del método para aprender, un método experiencial y conectado, un laboratorio del futuro.
Ricardo Román Toro, Director del Colegio Alberto Blest Gana, en Santiago de Chile