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Noticias Marzo 5, 2010

¿Es posible tener una carrera exitosa y con calidad de vida?

Una nueva ansiedad se ha agregado a nuestra vida: debo ser muy exitoso en el trabajo, pero además vivir con calidad de vida, que quiere decir vivir sin agobio, en ambientes amigables y con espacio para dedicarme a la familia, los afectos y a mi mismo: deporte, hobbies, desarrollo espiritual. Sin embargo, en la práctica muchos no logran satisfacer sus aspiraciones profesionales, y casi nadie siente que vive con calidad de vida. Peor son los casos que oponen logros versus calidad de vida: terminan sin unos ni otra.

Te propongo 8 estados o actitudes que con frecuencia escucho en mi trabajo de consultoría y coaching, con el fin de reflexionar y reconocer alguno en que te sientas más cercano. Más adelante te propongo algunas estrategias para superarlos. Los perfiles están exagerados, llevados al extremos, no para caricaturizar, sino que para hacerlos reconocibles. Además, todos ellos siempre son combinaciones, no se encuentran en estado puro. Prefiero dejar los más negativos, para hacerse cargo de las urgencias.

1. Amor resignado: Muchas personas, como en el amor, viven soñando o buscando el trabajo ideal con el cual se sentirían realizados, otras ya no esperan nada o a lo más esperan cada día a que lleguen las 6 de la tarde para hacer lo que realmente les gusta. Se encuentran también las que se concentran en sus tareas específicas, no preguntan ni atienden a nada más que su metro cuadrado y consideran impropio dedicar algún esfuerzo a hacer relaciones al interior de la empresa. Por eso debieran ser remuneradas y valoradas, en su creencia.

2. Desinformado: Cercano a este, está el que siente que siempre hay información que le es negada, que debe tomar decisiones sin conocimiento, que ocurren cosas que nadie le informa, que rondan amenazas seguras que desconoce y que otros disfrutan de oportunidades que nadie le comparte.

3. Estudiante Eterno: Encontramos también a quienes viven en permanente búsqueda de oportunidades a partir de acumular certificados y grados académicos. La mayor de las veces, otra frustración.

4. Traguilla: Hay quienes viven el trabajo como un pesquero industrial, ávidas por capturar la oportunidad que se mueva, atentas a cualquier indicio de cambio en la empresa, proponiéndose para todos los trabajo, ya verá como los cumple, y algún que otro empujón para salir en la foto.

5. Activista Mártir: sobre todo en ciertas áreas de las empresas y en ciertas épocas, para muchos el trabajo es una verdadera tormenta, un huracán de tareas, urgencias, exigencias, traspiés, resbalones, injusticias, donde todo es para ayer, casi todo se hace dos o más veces, o no era lo que te pedí, o era más prioritario que importante, pero si te lo dije, o no pregunte tanto y apúrese. Ciclos permanentes de urgencia, confusión, agobio, cansancio, sobretrabajo, reprocesos y a nadie le importa. En suma, el presente lleno de trabajo, los esfuerzos pasados desconocidos u olvidados, inútiles. Del futuro, nada bueno, más de lo mismo o la amenaza de cambios y terminar en la calle.

6. Incómodo en el Organigrama: casi todos sufren jefes que conversan poco o nada, que nos les escuchan, no los entienden ni les explican los porqué de nada, viven en permanente crisis, siempre listos a exigir sacrificios, modificar su trabajo y olvidar algún reconocimiento. Pero al mismo tiempo, si tienen subalternos, su sufrimiento es un personal desganado, con poca iniciativa, de crítica fácil, demasiado dado a la explicación y al conflicto en todas direcciones.

7. Inestable: vive el trabajo en un permanente temor al desempleo (muchas veces confirmado), con trabajos por períodos cortos, con objetivos e indicadores poco difusos. Muchas veces no tiene claro el plazo contratado, sus honorarios ni sus jefes. Los trabajos los vive casi como favores de algún amigo. El entusiasmo se le ha ido debilitando, a partir de innumerables experiencias de desilusión, de darlo todo y no recibir reconocimiento.

8. Aburrido del éxito: por alguna razón que no comprende, siempre le ha sido fácil la aceptación y el éxito, desde el colegio. Siempre con liderazgo, muchas amistades y el beneplácito de cualquiera con autoridad en su entorno. En el trabajo lo mismo. Con un cargo desde muy joven, buenos ingresos, buen trato y ofertas periódicas. Pero algo anda mal, la pasión se desvanece, el interés disminuye. Si no fuera por el dinero, quizás estaría en otro lugar, una playa, un centro espiritual, África o las calles de Bombay.

Bueno, y de calidad de vida, mejor todavía no hablemos. Es que así quién puede disfrutar el trabajo. Si los logros son visibles, la satisfacciones humanas son demasiado pocas. Pero, muchas veces ni logros ni satisfacciones alcanzan.

¿Seguimos? ¿Se puede hacer algo? ?¡Por supuesto!

Sí, se puede hacer algo, pero sólo si tienes la disponibilidad a cambiar, pero cambiar tú y no esperar a que otros cambien para sentirte satisfecho.

Francamente, aunque suene abusivo, la mayoría de estas insatisfacciones las inventaste en tu propia cabeza. Parten como una verdadera fantasía pero terminan haciéndose realidad en tus conversaciones, relaciones y emociones. Ya lo explicaré, pero partamos por tu apertura a aceptar que eres tú quien puede estar causando la mayoría de estas insatisfacciones, y que lo importante es cambiar.

Una sola prueba de esto, es reconocer que no es por suerte ni por trampa que a otras personas no les ocurre todo lo relatado. Conocemos personas que logran vivir con satisfacción sus logros y su vida profesional. Pero los descartamos como casos aislados, de suerte, privilegios, trampa, o personas insensibles que no se inmutan de lo que realmente ocurre.

Cambiar de creencias, pero no solamente

Estamos en el centro de un remolino creado por dos fuertes corrientes, la de la tradición en que nos educamos (aspiración al orden, claridad, estabilidad, aplicación de conocimientos) y la corriente de la globalización y las tecnologías que todo lo acelera, complejiza, hace más incierto, confuso.

Una de las fuentes principales de insatisfacción y fracasos en el trabajo es que la estrategia burocrática y tecnocrática para desarrollar la carrera en el trabajo quedó obsoleta.

A qué me refiero. Simplemente, que hasta hace 30 años aún hacía sentido plantearse el trabajo desde una profesión específica como la ingeniería, la contabilidad, el derecho, el periodismo o la sicología. Te contratabas en una empresa, cumplías lo que te pedían, eras disciplinado y leal, te actualizabas periódicamente, si se abría algún puesto más alto, postulabas basado en tu rendimiento, antigüedad y certificados. Estaban claros los objetivos, el camino, los hitos y hasta el retiro. Es posible que esta leyenda nunca ocurrió realmente, sino que vivíamos distinto. El mundo estaba más organizado, desde el principio estaba claro que algunas personas asumirían responsabilidades, había más expectativa por la estabilidad que por logros riesgosos, la organización si no ofrecía grandes oportunidades, por lo menos aseguraba trabajo para toda una vida. El héroe admirado no era el líder arrojado y exitoso, sino el profesional preparado, disciplinado y leal. Tampoco era demasiado importante alcanzar altos niveles de ingresos, porque había menos que consumir, los servicios eran más baratos y en el entorno no se veía gente que se disparara demasiado en sus ingresos.

Pero estamos donde estamos, las empresas están cambiando de dueños, de tecnologías, estructuras, equipos directivos, profesionales, competidores. Todo ocurre más rápido, el aprendizaje, la competencia y la exigencia de logros. Hay mucho más actores, muchas más interacciones, más tecnologías disponibles, y periódicas crisis que empequeñecen las organizaciones y las plazas de trabajo. Simultáneamente, conocemos pares que se separan del grupo, que avanzan más rápido, en cargos, ingresos, oportunidades y relaciones. Adicionalmente, se han encarecido los servicios básicos como educar a los hijos, la salud o tener una vivienda, y se multiplican las necesidades de consumo.

Claramente, hasta el presente 2010 las universidades, no enseñan a actuar con efectividad y satisfacción en el contexto de complejidad y flexibilidad que vivimos. Aún enseñan como si viviéramos en 1980, con pautas y valores ya obsoletos (pre y postgrados).

En fin, nos sentimos vulnerables, agobiados, confundidos, frustrados porque intentamos aplicar pautas de comportamiento que hace décadas ya no funcionan.

Pero no es necesario que pare el mundo para bajarse, porque se puede aprender a vivir en este mundo del siglo XXI, pero con habilidades, sensibilidades y aspiraciones del siglo XXI y no del siglo XX. Nota importante, las universidades aún hoy siguen preparando a los profesionales para actuar en el siglo XX. Habrá cambiado algún discurso, nombres de programas, pero en lo básico siguen preparando para reunir conocimientos, construir modelos, aplicar reglas, pensando en la cabeza, actuando solos y sin distracción en lo posible. Entregan un mapa equivocado. Es como querer recorrer Buenos Aires siguiendo el mapa de Sao Paulo.

Comunicarse, relacionarse y emocionarse de otro modo

Las más duras entre las habilidades blandas

Por esta vez, mencionaré sólo tres aspectos principales que pueden hacer una diferencia importante en el desarrollo de tu carrera. Pero debes tener claro que no se trata de conceptos, definiciones, reglas ni buenas intenciones, sino de invitaciones a poner en tensión tus creencias, tus costumbres y tus emociones. Tomarse en serio estas invitaciones es un camino difícil pero con premios asegurados.

No sobra decir que ser disciplinado, leal y acumular certificados no es ni por mucho perjudicial ni inútil, pero es completamente insuficiente. Además depende de cómo lo utilices.

Se trata de desarrollar un nuevo perfil de profesional en que predomine la responsabilidad, la automotivación, la creatividad, la flexibilidad, la colaboración en redes, la creación de contextos de trabajos participativos y motivadores, la fortaleza emocional para exponerse y crear ambientes de alegría. Pongamos también que abierto a las tendencias y tecnologías.

Todo lo anterior habla más de una actitud, un enfoque, un modo de plantearse en el mundo y en la vida. ¡No se trata de un modelo! Ni reglas ni teorías. Tampoco de aplicarlo sino de vivirlo, experimentarlo. Se trata de desarrollar una nueva sensibilidad, que está disponible para cualquier persona, género, edad o especialidad.

La carrera hoy es (quizás siempre lo fue) más el camino que un destino. Es un proceso de construcción permanente, como los programas de la web que siempre están en versión Beta antes de la definitiva, porque definitivo ya no es posible. Es que no puedo plantearme algo permanente en un mundo que todo cambia. Carrera más que algo en mi (un conocimiento, información, métodos, certificados) son mis relaciones, mis interacciones de creación de valor con otros.

Una buena metáfora es mirar tu propio desarrollo de carrera como un proceso de construcción estratégica y de marca en las corporaciones, pero en este caso acotada a tu propia identidad. Nos pone en ánimo de proceso y no de algo sólido, nos enfoca siempre a relaciones y en especial con clientes, nos pone en competencia en el mercado y en colaboración con aliados, nos lleva a pensar en nuestra oferta, en el valor que proponemos y en qué nos diferencia en el mercado. Nos enfoca a Vender (sí, a vender).

Comunicarse

En este mismo sitio (www.ricardoroman.cl) hemos abundado en la reflexión acerca de la comunicación como un fenómeno mucho más rico y complejo que transmitir información. Hay dos dimensiones básicas que considerar, una de ellas es que más que con información interactuamos con interpretaciones, es decir, siempre tengo una impresión de los que estás diciendo y tú siempre tienes una impresión de lo que yo digo, pero nunca una percepción exacta de lo que estoy comunicando. Aquí es clave la capacidad de escuchar, que es mucho (pero mucho) más compleja y sutil que oír. La otra dimensión es la de la coordinación de compromisos, donde la unidad de la comunicación no es el dato sino el compromiso, que hago siempre en red con otros.

La gran diferencia para efectos de tu desarrollo de carrera es que comunicarse considerando que interpretamos y nos interpretan (nunca nos describen) y que comunicarse es coordinar compromisos en red, está en que tú siempre estás a cargo, siempre es tu responsabilidad el producir comunicación efectiva con otros, que finalmente significa que ocurra lo que quieres que ocurra contigo y las otras personas. ¿Un ejemplo? No basta decir ya le dije que hay reunión, sino que se trata que el otro asista a la reunión; no se trata de decir no quise ofenderte, sino que reconocer el hecho que tus palabras o gestos ofendieron a la otra persona y lo importante es repararlo y evitarlo en el futuro. Bueno, si te interesan las otras personas, claro. Pero ya dijimos que lo que finalmente más importa en la carrera del Siglo XXI son las otras personas, tus relaciones, producir valor a otros.

Dos antídotos para el agobio activista

Comunicarse, relacionarse y emocionarse de otro modo son ayudas para vivir menos agobiados y ser más efectivos. Pero aquí hay dos claves básicas para la comunicación que es importante explorar:

1. Plantear contextos y horizontes, que son interpretaciones (historias, cuentos, narrativas, discursos) y no descripciones de la realidad, por lo tanto son flexibles, líquidas, tienen fundamento en ?datos reales? pero son explicaciones, conclusiones, hipótesis que dependen de tu inventiva y responsabilidad.

En la aceleración permanente, con crisis y confusión, es clave ?articular? o construir explicaciones de dónde estamos y hacia dónde vamos, ya sea en mi departamento, mi área, mi compañía o mi industria. Siempre es necesario y bien venido contar con un buen cuento que nos enfoque, nos ayude a decidir, a asignar recursos, actuar. Pero sobre todo, nos ayuda a producir certidumbre, confianza, dirección. La condición es que se trate de explicaciones pertinentes, fundadas, abarcadoras, novedosas, coherentes, y lo primero es jugarse, es comprometerse con ellas, con una hipótesis, un juicio, una opción. Plantear 6, 5 o 3 escenarios equivalentes no es el camino. ¿Cuál te parece a ti que es el óptimo?

En la tradición de la información, muchas veces la capacidad narrativa es despreciada por los expertos analistas de información, reunidotes de datos, constructores de informes. Pero, la verdad que un informe con datos sólidos, pero sin hipótesis ni conclusiones que abran oportunidades, que propongan direcciones de acción, es un informe irrelevante, o por lo menos insuficiente.

Y porqué es un antídoto al agobio y el activismo. Porque te permite orientarte, discriminar, decidir entre lo importante y lo urgente. Tener la expectativa fundada que avanzar en esta dirección nos hará una diferencia, que el esfuerzo de este período nos dejará en una situación distinta y mejor que como estábamos.

Más que la capacidad de hacer, la capacidad de plantear contextos relevantes es una competencia típica y requerida en niveles directivos.

2. La otra dimensión de la comunicación que opera de antídoto al agobio y el activismo es la capacidad de coordinarse en redes de ayuda en el equipo y con otros equipos. Gestionar la tareas, las promesas, en red de ayuda con otros. Las tareas son siempre promesas a un cliente. Y nuevamente, antes que nada, es clave contar con la simpatía del cliente si quieres ser bien evaluado. Es inútil tratar de satisfacer a alguien que está comprometido en no estar satisfecho. Pero una vez establecido tu cliente, la clave es gestionar tus compromisos en el tiempo, asegurando las promesas que necesitas de otros para cumplir las tuyas, y siempre anticipando tus propios problemas o riegos de incumplimiento para mitigar las consecuencias de tus propios incumplimientos. La clave aquí también, es que tú estás siempre a cargo, de lo que prometes y lo que te prometen. Siempre depende de ti, nunca ?no depende de ti?. Por ahora, créeme que es válido lo que digo o puedes estudiar otros artículos que profundizan en coordinación.

En resumen, se trata de establecer dónde estamos, hacia dónde debemos dirigirnos y comenzar a avanzar, priorizando en todo lo que ayude a avanzar y descartando lo que obstaculice.

Bueno, este es un activo clave de todo profesional con aspiraciones, porque tendrá preguntas, reflexiones, intereses que lo pondrán en sintonía con las conversaciones directivas de su organización.

Relacionarse

Otra ventaja que tiene dejar de mirar el trabajo como aplicación de métodos y procedimientos, como transmisión de información y toma de decisiones, consiste en entender que el trabajo, las compañías y los negocios son redes de relaciones sociales. No sólo en el trabajo sino que en toda la vida, vivimos construyendo y participando en redes relaciones sociales, muchas veces sin darnos cuenta.

Las redes de relaciones sociales tienen 3 componentes principales que aportan en nuestro interés por la carrera:

1. Las relaciones sociales funcionan basadas en conversaciones de posibilidades, abriendo horizontes, anticipando, alertando, orientando la acción y los intereses hacia algún horizonte compartido. Todos participamos en redes sociales de algún tipo, pero lo interesante es saber qué redes son las que importan, cómo participar en ellas o cómo construir redes relevantes. La relevancia de las redes sociales responderá a su capacidad para inventar, definir y orientar el futuro de la compañía. Es decir, en las que se conversa y se comparten las posibilidades del futuro. Participar en ellas, por si no lo has descubierto, permite llegar antes al futuro, anticipar los cambios, ser de algún modo protagonista y no sólo receptor afectado por los cambios. 

El futuro de una compañía ni de nada, nunca está determinado por anticipado, siempre se va construyendo en el camino. Es posible definir objetivos y metas, pero los eventos inesperados siempre van modificando esos objetivos. Lo que antes era relevante deja de serlo y lo que era una locura comienza a ser algo obviamente necesario. Participar en la red en que esto se define, de por sí trae oportunidades.

2. Las redes sociales son espacios de colaboración, de alianzas, de apoyo mutuo para enfrentar desafíos, para pedir ayuda ante dificultades, para compartir oportunidades, en fin, para construir juntos el futuro de modo compartido. Uno puede abandonarse a la ilusión que hace su trabajo solo y que cumpliendo con sus objetivos será bien evaluado y recompensado, o puede observar las redes de colaboraciones y alianzas que circulan en el entorno de la empresa. No saber desenmarañarlas, seguirles la pista y  abordarlas, no significan que no existan y que no afecten tus propias posibilidades.

3. Tu identidad está muy condicionada por las relaciones que frecuentas. Dime con quién andas y te diré quién eres. Hay un componente de credibilidad, confianza y prestigio que se comparte con la red social e que participas. Ser parte de un grupo te hace participar de sus valores ante la comunidad.  

No le temas al poder: aquí un paréntesis que desarrollaremos en otra ocasión, pero es clave en toda la conversación sobre el desarrollo de la carrera tener un mapa y competencias para moverte en la dimensión del poder, en la conciencia limpia que el poder es algo legítimo y adquirirlo también. Puede haber poder entregado por el cargo y la capacidad de mandar o prohibir, pero también hay un poder que entrega la autoridad por la capacidad de crear confianza, crear narrativas de contextos, la eficacia técnica, etc. Que te permite participar en las conversaciones en que se define el futuro del grupo o de la compañía. Puedes ejercer poder mandando o puedes ejercer poder influyendo. En fin, querer desarrollar tu carrera, pero sin involucrarte en relaciones de poder, es una ilusión innecesaria.

Emocionarse

Por dos razones es importante desarrollar competencias para cultivar emociones positivas. Porque cuando somos copados individual y colectivamente por emociones negativas (que lo más probable que sea en contexto de dificultad) nos impiden tomar acción o tomamos acciones equivocadas para mejorar las situaciones. La segunda razón es que todos la pasamos peor, pudiendo pasarlo mejor, incluso en situaciones de problemas graves. En el peor de los casos, hay personas y grupos que son copados por emociones negativas incluso en situaciones en todo sentido positivas.

En los grupos hay dos polaridades extremas que no ayudan. En un extremo están los ?operados de las emociones?, que aspiran a que las emociones no cuentan en el trabajo, que esto es trabajo y nada personal, que no hablan ni preguntan por emociones. La mayoría de los casos son sinceros y de verdad que no observan emociones, porque no tienen un mapa que les permita mirar, ni han tenido la oportunidad de ponerse en contacto con sus propias emociones. En general son personas aparentemente frías, inmutables, dadas a los razonamientos y el cálculo, en general medidos y discretos. Su dificultad está en que se pierden la capacidad de movilizar y movilizarse que tienen las emociones, crean vínculos débiles con sus equipos, tienen eventuales arranques de ira descontrolada y manifiestan sus tensiones en molestias corporales de todo tipo.

En el otro extremo, están los que todo lo miran, hacen y reflexionan sumidos en una nube emocional descontrolada, ya sea de optimismo del más ingenuo, del pesimismo más depresivo, de la rabia más desatada o la tristeza descontrolada. No se miden, para celebrar, para quejarse, para discutir o reclamar. En el fondo, tampoco son observadores competentes de las emociones, sólo están liberados a ellas. Su dificultad es que muchas veces viven situaciones bipolares que los paralizan, porque todo está demasiado bien, o porque todo está demasiado mal. Con ello, además de afectar sus propias posibilidades de actuar con efectividad, afectan también a sus equipos, el ambiente de sus entornos sociales y su propia identidad.

Siempre actuamos en una emoción. Eso está comprobado en laboratorios científicos. Siempre estamos en alguna emoción, pero como estamos embargados por ella, sumergidos en ellas, como el pez en el agua, no somos conscientes de ellas así fácilmente. Lo que llamamos emocionarse es realmente un cambio de emoción, el paso de una emoción a otra. Cuando me doy cuenta que me puse alegre, triste o me enojé, lo que está ocurriendo es que acabo de pasar de un estado emocional a otro. Pero no somos sensibles a ello.

La buena noticia es que se pueden cultivar las emociones buenas, las emociones positivas, que en general son las que te movilizan a la acción, a mantener o cambiar una situación. Y se pueden cultivar pero no controlar, porque las emociones son incontrolables, no se controlan. Se pueden esconder (más bien intentar esconder) pero la emoción que me viene ya está aquí, ya se hizo presente, ya me embargo. Puedo esconder un enojo, pero no puedo evitar sentir el enojo. Sí puedo dejar de enojarme o enojarme de otro modo.

Cómo se hace lo dejaremos para un capítulo futuro, pero yo puedo desarrollar la capacidad de modular mis emociones y las emociones del grupo.

En mi opinión, entre las emociones positivas más importantes de cultivar está la gratitud, la persistencia, la confianza y la alegría. En la base de ella puede estar lo que hoy se llama resiliencia, que viene siendo como la esencia de persistir con alegría. 

Final

No es casual que hasta aquí aún no hablamos de cargos, de cursos, ingresos, ni certificados. Porque justamente, dada la radical transformación del mundo del trabajo y de los negocios, lo que necesitamos aquí es cambiar la interpretación de fondo, el mapa, el modo de pensar, el paradigma en que diseñamos y ponemos en marcha nuestra carrera. Lo cual implica actuar sobre nuestros propios acostumbramientos, nuestros propios hábitos, creencias y pautas de emociones.

Hay un modo de mirar, diseñar e ir aterrizando el desarrollo de carrera, que se enfoca a crear capacidades en 7 ámbitos (pragmático, simbólico, social, financiero, político, creativo y emocional) pero lo dejamos para siguientes capítulos. En ellos exploraremos en cómo fortalecer la identidad, agregar valor y vender(se); en cómo acceder a redes de relaciones sociales relevantes; cómo manejarse en el poder sin morir en el intento; como fortalecer la capacidad de creatividad e innovación que todos tenemos (entre otras cosas, vendiendo); crear historias de contexto y futuro que nos enfoquen y enfoquen al equipo. En fin, hacerse sensible y cultivar las emociones que dan poder en el mundo del Siglo XXI.

También es clave para aterrizar, focalizarse, coordinarse y activarse en las redes sociales de Internet. También lo dejamos para otra oportunidad. Una advertencia final. Suponer que estudiar este texto bastará para aprender lo que aquí se propone, mejor ni lo intentes. Se trata de definir los cambios que estás dispuesto a comenzar y ponerte en marcha, pero sobre todo, si te resultan difíciles, no ves claro resultados inmediatos o has tenido algún percance por intentarlo.

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Noticias Diciembre 7, 2009

Manuel Castells: La Comunicación toma el poder

rtveMAYTE PASCUAL – MADRID – Conozco a médicos y epidemiólogos que trabajan para mejorar la
sanidad pública en Andalucía y aplican los criterios recomendados por
la UNESCO para mejorar las políticas públicas de salud, basados en la obra de Castells.
He conversado en Barcelona con estudiantes que formaban parte de redes
del mal llamado movimiento anti-globalización, que tenían como
referencia muchos de sus trabajos. He dialogado con los máximos
responsables de empresas de nuevas tecnologías que esperan los
resultados de sus estudios empíricos.


La primera opinión sobre
el libro que escribí con él hace tres años, la recibí mientras hacía un
reportaje en Irlanda del Norte, por correo electrónico, el mismo día en
el que el libro llegó a las librerías. Era un bloger, lo había
encontrado, lo había leído y me aportaba sus comentarios en menos de
veinticuatro horas. Además de las Universidades, los organismos de todo
el mundo, los sindicatos y las organizaciones de base de cualquier tipo
que le tienen como referencia y reclaman su opinión… no encuentro una repercusión similar en el mundo de ningún otro científico social en este momento.

Uno de los científicos sociales más relevantes

He tenido el privilegio de seguir muy de cerca, en los últimos años, su trabajo. Castells no es sólo, como muchos reconocen, uno de los científicos sociales más relevantes del mundo ahora
mismo, es el único que se aventura en la osadía de explicar en que
mundo vivimos, con un enfoque empírico, interdisciplinar, que combina
lo local y lo global al mismo tiempo, el rigor metodológico y una
abrumadora dosis de investigación de campo.

Castells no es solo una de las mentes científicas más influyentes del planeta hoy,
es además, para muchas personas, un auténtico talismán. Su trabajo, su
enorme esfuerzo, en el que sigue empeñado día a día, -y esto es muy
reconfortante-, es una auténtica piedra preciosa de la Sociología que
tiene la facultad de abrirnos de manera especial las puertas de la
comprensión de lo que sucede en el mundo actual.

Hay muchos
otros autores, sin duda extraordinarios. A todos, a los mejores, los
cita en sus trabajos. Manuel Castells es respetuoso con todo lo que se
ha hecho, pero nadie como él lo articula de forma que adquiere un
sentido nuevo y lo convierte en el sustrato de su propia investigación
original, rigurosa e incisiva. Creo que lo primero que hay que
agradecerle es precisamente esto, que siga investigando sin descanso. Que continúe creando productos intelectuales con esa pasión intensa que le caracteriza.

Comunicación y Poder: Un salvavidas intelectual

No sé que sentirán la gran mayoría de sus lectores, no se que pensarán cuando vayan desgranando sus páginas, en ellas hay contenidos útiles para todos los ámbitos de la vida pública,
de la universidad, de la política, de la empresa, de la administración.
Cada uno encontrará, seguro, muchas aportaciones para su día a día.
Para mí como para muchos periodistas y profesionales que estamos en el
fragor de la batalla diaria de la comunicación, la obra de Manuel
Castells, y de manera especial su última investigación: Comunicación y Poder,
es un verdadero salvavidas intelectual. Algo a lo que agarrarnos para
comprender qué nos está pasando, con qué podemos soñar y quizá hasta
donde podemos llegar.

Para cuantos viven en el ojo de todos los
huracanes mediáticos. Para quienes, a pesar de estar rodeados de luces
y focos sienten con frecuencia, la dureza de estar recorriendo una
oscura travesía en el desierto. Para quienes perciben, a veces, que en
la Era de la Información tenemos grandes dificultades para
comunicarnos, sus páginas son un lugar reconfortante, porque en ellas
está la respuesta a la cuestión que obsesiona a las gentes del mundo de
la comunicación como a muchas otras personas. Y es una respuesta
optimista.

El tsunami que vive nuestro entorno, como tantos
otros, tiene consecuencias trágicas y terribles para miles y miles de
personas que pierden sus empleos, y para muchos medios en particular.
Desaparecen periódicos, se hunden cadenas. Para el propio concepto de
información tal como lo conocemos. Cada vez se cubren menos noticias internacionales, culturales, minoritarias, sencillamente porque no hay presupuesto.
Pero este terremoto que está recorriendo el globo, también ofrece la
oportunidad que encierra toda crisis, una apasionante ocasión de
cambio. Puede que, por primera vez en la historia de la humanidad, nos
estemos acercando a la posibilidad de que la información no tenga
dueños.

La información ya no tiene dueños

La información ya no tiene dueños.
O al menos está cambiando de manos. Manuel Castells lo argumenta como
nadie. El poder de la comunicación está ya en la gente. La forma
esencial de poder está en la capacidad para modelar la mente – dice
Castells-. Tal vez, esa industria de las conciencias empieza a dejar de
pertenecer a las fuentes hasta ahora conocidas.

Las hipótesis
que él desarrolla en este su último libro para demostrarlo son
apasionantes. Empieza definiendo lo que entiende por Poder. Continúa
con una operación analítica similar en el caso de la Comunicación. Y
cambia después la perspectiva de su investigación para poner el foco en como nuestras mentes humanas procesan los mensajes.
Y cuales son los mecanismos, por ejemplo, por los que pueden ser
víctimas de engaños masivos, como el proceso de desinformación en el
caso de la guerra de Irak. Aborda más tarde como la política se
convierte, sobre todo hoy, en una política mediática y desarrolla el
análisis que ya inició en La Era de la Información sobre la política del escándalo.

Al final, explora de que forma los movimientos sociales y los agentes de cambio social avanzan en nuestra sociedad mediante
la reprogramación de las redes de comunicación. Las personas, -dice él-
todos nosotros, somos ángeles y demonios al mismo tiempo. Cada uno
puede elegir. Lo mejor de Castells es que no da recetas. Ni doctrina.
No le dice a nadie lo que tiene que hacer. Ni lo que tiene que pensar.
Ni siquiera pide apoyo. Se limita a exponer lo que investiga y a
desafiar al poder, a los poderes, simplemente relatando como se cuelan
en nuestras mentes.

“Las relaciones de poder han sido las
relaciones fundamentales en la sociedad a lo largo de la historia y en
todos los países y culturas, y si las relaciones de poder se construyen
en la mente a través de los procesos de comunicación, como intenta
demostrar este libro, esas conexiones ocultas muy bien pudieran ser el código fuente de la condición humana“. Esta es la clave capaz de mover nuestras sociedades, en este momento de la historia.

Juego
con ventaja. Disfruto del privilegio, por mi profesión, de poder ser
testigo en primera fila de acontecimientos que corroboran las tesis de
Manuel Castells. Ya me ocurrió con su trilogía, la Era de la Información.
Por eso escribimos un libro de conversaciones. Entre otras cosas, para
relatar de que manera lo que el había identificado como tendencias se
iba materializando en la realidad.

Hace unas semanas, cubría una
cumbre de premios Nobel en el aniversario de la caída del muro de
Berlín. Allí encontré muchas referencias que confirman su análisis,
contenido en su trilogía, sobre la caída de la Unión Soviética, un
proceso, en gran parte provocado por la opacidad y la inflexibilidad en
materia de información y comunicación. Espero, con toda sinceridad, que
todos tengamos la oportunidad de ver materializadas las posibilidades
que se avanzan en las hipótesis de su libro Comunicación y poder.

Autocomunicación de masas

Espero que lo que el denomina autocomunicación de masas
cuyo contenido se autogenera, cuya emisión se autodirige, y cuya
recepción se autoselecciona por todos aquellos que se comunican, de
realmente vía libre a un futuro aun más libre y creativo en la
Comunicación.

Espero que lo que Castells llama campos de
exterminio semántico en la política mediática, sean cada vez más
contestados por multitudes inteligentes, y espero que dirigentes
innovadores sean capaces de comprender el papel de las emociones en el
comportamiento social y aprovechar, en el mejor de los sentidos, que,
como recoge Castells,  nuestro cerebro político es un cerebro emocional.

El
explica por qué la gente tiende a creer lo que quiere creer. Quizá ha
llegado el momento de que empiece a pensar que todo está en sus manos.
Al fin y al cabo , “Somos redes conectadas a un mundo de redes”. Y “El poder en la sociedad red es el poder de la comunicación.”

Vivimos
sobre un polvorín, sobre muchos polvorines, puede que si no la
aprovechamos ahora, la Historia no nos de otra oportunidad. No hace
mucho, la mayoría de la población no sabía lo que era un teléfono
móvil. Hoy, como recuerda Castells, tienen acceso a él cuatro mil
doscientos millones de personas.

Algún día, no muy lejano, estoy
segura de que muchos recordarán como el Presidente de la primera
superpotencia mundial, Barack Obama, hablaba en público de los beneficios de la Comunicación
en la segunda superpotencia mundial, China, que casualmente como
recuerda Castells, es el país con mas personas conectadas a Internet.

Uno
de los más prestigiosos sociólogos españoles aseguraba hace unas
semanas que un día, quizá no muy lejano, alguien recordará que un
investigador social español, como hizo Ortega con las masas, o Weber
con el capitalismo, desentrañó la estructura fundamental de este mundo
por primera vez globalizado, y que esa estructura era la Comunicación.

Es
posible que a algunos les parezca algo exagerado tanto elogio. Creo
sinceramente, que cuando no reconocemos la excelencia, y la
inteligencia, tenemos un problema de comunicación. Que cuando nos
resistimos a cambiar nuestros esquemas mentales, y a rendirnos al
análisis, tenemos un problema de comunicación. Que cuando repetimos
ideas preconcebidas, tenemos un problema de comunicación. Y cuando, como sociedad, tenemos un problema de comunicación, tenemos un problema de supervivencia.

Puede
que -como se desprende de esta la obra de Castells- la imaginación de
la gente, gracias a las nuevas tecnologías, por fin esté en condiciones
de tomar el poder. ¿Quién podía aventurar hace solo unos años que esto
iba a suceder?. Ni siquiera lo hubiera podido hacer él -a quién no le
gusta nada entregarse a la prospectiva de futuro- cuando hace algo más
de cuatro décadas daba clases, entre otros, a Daniel Cohn-Bendit. Ese
fue el comienzo de una larga serie de exilios que le llevaron a ser
quien es. Y que le condujeron, ahora con todos los argumentos, a
demostrar que aquel grito: “¡La imaginación al poder!” garabateado en
los muros de una universidad parisina, no era simplemente un sueño.

Del
extracto de la entrevista que concedió a Televisión Española y que
publicamos en esta página web, cada uno puede extraer la conclusión que
lo confirma.

El sábado 28 de noviembre el programa Informe Semanal emitio un reportaje que contiene parte de su entrevista,
entre otras . Se titula: “Y otros muros tienen que caer”. En el se
escuchan las voces de personalidades y Premios Nobel de la Paz, como Muhammad Yunus, Lech Walesa, Mariead Maguire y Plácido Domingo.
El tenor español protagonizó una actuación sorpresa en el espectáculo
global con el que se conmemoró la caída del muro. Fue el momento mas
calido en una noche humeda y gélida… cuando todos, los máximos
representantes de mas de treinta países y el público asistente…
corearon al unisono las notas del “Berliner Luft”.
Aquella fue una mirada al pasado, con un mensaje para el futuro: los
Premios Nobel de la Paz, reunidos en Berlín, hicieron un llamamiento
para luchar por un mundo sin violencia, sin injusticias, donde se
reduzca la brecha entre pobres y ricos y se elimen las discriminaciones
culturales, étnicas o religiosas. Era el colofón, habían sido citados
bajo un lema: “Derribando muros, por un mundo sin violencia”


Noticias Febrero 15, 2009

El método: comunicación, liderazgo y poder

A quienes les interese el la
comunicación, el liderazgo, el poder …y los recursos humanos, no pueden
perderse esta película española, El Método de Marcelo Piñeyro. Con un formato estilo cine gringo
de los 50, de intenso ambiente de encierro, siete postulantes a un puesto de
ejecutivo a una empresa compiten a partir de un método del que desconocen las
reglas. A pesar que falla a ratos con ciertas exageraciones artificiosas y una ingenua
moralina anti globalización, la película atrapa porque logra mostrar a las
personas enfrentadas al poder, a confrontarse entre su conciencia y sus
intereses, y a atmósferas de desconfianza. Es fácil reconocer prototipos y a uno mismo en situaciones de conflicto. Enteramente recomendable.

Algunas escenas aquí: