Ya no se puede negar que es tiempo de mujer (o de mujeres), como dicen los políticos serios, “qué duda cabe”. Y es muy bueno que lo sea, si eso trae más amor, apertura, convivencia y excelencia. Aquí comparto un artículo que ayuda a comenzar a entender este “fenómeno” -palabra exportada desde la filosofía, al fútbol y hoy a la política- que esperamos se consolide:
Revista Ya
Nuevo estudio revela:
Perfil de la emprendedora chilena
Representan el 11% de la población chilena y están abriéndose cada vez más espacio en el mercado nacional. Las mujeres emprendedoras podrían representar un factor de desarrollo importante para el país. Así lo indican por lo menos los autores del primer estudio sobre las dinámicas de emprendimiento femenino realizado en Chile. Hoy, por primera vez, se sabe qué edad tienen, qué las motiva, cuál es su rubro de predilección y cómo pueden influir sobre la economía local.
Texto: Daniela Mohor W.
“Hace 15 años, levanté una empresa desde un teléfono público”. Así resume Pamela Ortega-Comparini su capacidad de emprendimiento. A los 40 años, es dueña de Servicios Integrales en Capacitación (S.I.C.A.P.), una compañía que cuenta con 10 empleados administrativos y un equipo de 80 profesores que le han brindado cursos de capacitación y asesorías a 6 mil empresas, incluyendo la Viña Concha y Toro, la Clínica Alemana y Sudamericana de Vapores. A Pamela le va bien, pero aún recuerda los primeros tiempos, cuando estuvo dispuesta, dice, a pasar “frío y hambre” y vencer todos los obstáculos necesarios para convertir su sueño de negocio en una realidad.
Pamela es una de las 513 mil emprendedoras que existen hoy en Chile, un segmento particularmente dinámico de la sociedad, que según los expertos podría, en los próximos años, tener un impacto importante en la economía chilena. Este año por primera vez en Chile, el estudio internacional Global Entrepreneurship Monitor (GEM), realizado en nuestro país en conjunto por la Universidad del Desarrollo (UDD) y la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), se enfocó en lo que ocurre con las mujeres que deciden emprender. Los resultados son sorprendentes: la investigación indica que en nuestro país las mujeres representan el 33% del total de emprendedores, es decir, 13% más que hace tres años. Esa tasa de crecimiento no sólo acerca a Chile a países con indicadores de mayor desarrollo como Alemania o España, sino que además si se mantiene podría significar que en 2010 las emprendedoras igualen a los hombres, creando más del 50% de los empleos en nuevas empresas en el país.
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“Hay un fenómeno nuevo. Todavía no sabemos muy bien por qué. Puede que sea porque hay una mayor escolaridad, y una mayor cantidad de mujeres que están trabajando, y que por lo tanto están expuestas a oportunidades de emprendimiento”, dice Patricio Cortés, director del centro de emprendimiento de la UDD.
Olga Pizarro, coautora del estudio Gem Mujer 2006 y directora del Centro de Estudios Empresariales de la Mujer (CEEM), acota: “Hay una mayor aceptación social. El emprendimiento ya es recibido como algo que se puede hacer en cualquier momento y cualquier grupo socioeconómico. Hace 10 o 15 años cuando le preguntabas a alguien ¿qué quieres hacer?, te respondía: buscar trabajo. Ahora te contesta: iniciar mi propio negocio”.
La mayoría de las emprendedoras siguen el mismo camino: partieron trabajando en una empresa y se dieron cuenta que hay cosas que podrían hacerse de mejor manera. Deciden por eso independizarse, sin cambiarse de industria, y ofrecer un mejor servicio o producto. Así lo hicieron el 75% de las emprendedoras chilenas, entre ellas Pamela. Cuando creó su empresa, ella tenía 25 años, estaba recién casada y trabajaba en una empresa relacionada con el tema de la capacitación. Sintió que ese espacio no le permitía dar todo lo que podía ofrecer. “Donde estaba sentía que mi aporte era importante, pero que no se difundía de la forma masiva en que podía hacerlo a través de una capacitación para sensibilizar a las personas. La gente en general está muy desmotivada. Yo quería cambiar el enfoque y mostrarles que su empleo no era sólo una obligación, sino que una alternativa de desarrollo que permite mejorar la calidad de vida”, explica esta ingeniera en administración industrial, con varios postítulos y magister.
Partió sin fondos ni estructura. Se instaló en un teléfono público con las páginas amarillas y empezó a llamar a empresas para ofrecerle sus servicios, que incluían distintos programas de control de calidad y de capacitación. Durante seis meses, Pamela contrató secretarias por hora para que le tipearan la documentación que necesitaba y enviaba fax desde donde pudiera. Hasta que el pago de una asesoría más grande le permitió costear los gastos que implican hacer una escritura y formar una empresa. Así nació S.I.C.A.P.
Como Pamela, hay miles de mujeres que buscan iniciar su propio emprendimiento. El estudio Gem Mujer 2006 estableció un perfil de esas emprendedoras que se puede resumir en diez características, entre las que destacan algunas más que otras. En Chile, el 64% de las emprendedoras en etapas iniciales tienen actividades relacionadas al servicio al consumidor, generalmente la comercialización de bienes y servicios, un sector en que el trato femenino – considerado como más empático- es particularmente valorado. El estudio revela además que el nivel de escolaridad de las mujeres emprendedoras es alto: la mayoría tiene al menos el secundario terminado y el 25% tiene estudios universitarios completos. Muchas de ellas (63%) trabajan en su emprendimiento a tiempo completo. Su edad promedio es de 40 años, lo que es superior al de mujeres en otros países.
Los especialistas explican estos rasgos de distintas maneras. Ven el hecho de que las mujeres emprendan más tarde que los hombres, que generalmente crean empresas entre los 25 y los 30 años, como el resultado de la necesidad que tienen de combinar varios roles. “O emprenden temprano o ya mucho más tarde por razones familiares. Después de los 40 años, la mujer tiene mayor disponibilidad de tiempo”, asegura Pizarro. A eso se suma, que les cuesta más tomar riesgos y que prefieren haber completado sus estudios y tener cierta estabilidad económica antes de crear una empresa.
El hecho que la mayoría se dedique a su negocio a tiempo completo también es revelador. Está estrechamente vinculado a los incentivos del emprendimiento. El estudio identifica dos tipos de emprendedoras: las que crean una empresa por necesidad, que son generalmente mujeres de sectores socioeconómicos bajos y poca educación, y una mayoría que lo hace porque encuentran alguna oportunidad de negocio. “Quien lo hace por necesidad necesita el dinero. En cambio las que lo hacen por oportunidad, pueden estar incentivadas tanto por el deseo de aumentar el ingreso familiar como porque necesitan una mayor independencia para cumplir con los varios roles que tienen”, explica José Ernesto Amorós, jefe del proyecto GEM Chile.
Las motivaciones familiares pueden ser también una de las razones por las que la gran mayoría de las emprendedoras prefieren no crecer demasiado. Aunque al menos el 40% de las emprendedoras ha logrado ingresos superiores a la media nacional, sólo el 13% tendrá un gran crecimiento. La mayoría mantiene su emprendimiento en una dimensión más fácil de manejar, con no más de seis empleados.
Sin embargo, existen excepciones. Dentro del grupo de emprendedoras por oportunidad, los investigadores identificaron un segmento particularmente relevante para el desarrollo económico del país. Las llaman “mujeres de alto impacto” porque son las que quieren crecer y generar más de 20 empleos. “Lo nuevo es que hay un 13,6% de emprendedoras mujeres que no existían. Son mujeres de 32 o 33 años, profesionales, muchas con estudios de posgrados, que están participando de industrias complejas y sofisticadas, muy competitivas, en las que tienen una particular sensibilidad para entender exactamente al consumidor, cosa que los hombres simplemente no tienen. Esperan ventas de varios millones de dólares”, asegura Patricio Cortés.
María Paz Ojeda y Loreto Seguel pertenecen a ese segmento. Ambas ganaron el premio Joven Emprendedora 2005 otorgado por la organización Mujeres Empresarias y se caracterizan por dirigir negocios con tasas de crecimiento explosivas. La primera es socia del Vivero Las Bandurrias, que provee las plantas que se venden en Homecenter, Easy y Jumbo. La segunda es fundadora, junto a su hermano, de Mundo Marino, una empresa que vende platos preparados congelados premium, 100% naturales. Aunque no se manejen en el mismo rubro, las dos comparten aspiraciones de negocio similares y la habilidad de competir exitosamente en mercados difíciles.
Loreto Seguel (29 años) asegura que una de sus motivaciones a la hora de emprender fue la posibilidad de hacer un aporte al país “Hay un tema muy potente de generar valor y empleo. Es súper gratificante ver que partimos con dos personas y que hoy ya somos más de 20. Es una gran motivación saber que puedes tener un impacto en el país, obviamente asociado al hecho de que como toda empresa busca rentabilidad. Puedes generar cambios”, dice. De hecho, Loreto aspira a seguir expandiendo su empresa. Sus productos ya están presentes en todo el retail local, además de los grandes concesionarios de casinos y las tiendas de conveniencia como OK Market o los On The Run y Select de las bombas de bencina. En 2005, facturó cerca de 200 millones de pesos y espera poder alcanzar el millón de dólares a fines de 2007. También quisiera empezar a exportar. “Ser mujer ha sido una ventaja. Como la mayoría de los emprendedores son hombres, tienes un espacio dado por ser un bicho raro y te respetan por eso. Generas más ruido”, asegura.
María Paz Ojeda (33 años) también pretende seguir creciendo. Hoy su empresa emplea a 36 personas, pero ella le da también trabajo a unas 150 personas más, entre pequeños agricultores que la abastecen y camioneros que reparten sus plantas. La clave de su éxito es haber logrado penetrar un nicho aún poco explotado, acercando las plantas a la ciudad. “Existía muy poca variedad y nosotros empezamos a desarrollar plantas en distintos formatos”, cuenta. Así ha logrado, junto a sus socias Paula Ojeda y Alejandra Lobo, vencer la competencia. Garantizar la calidad de sus productos también fue fundamental. “Una traba importante era que mis plantas no son estoqueables, entonces hay que esperar que el público compre para volver a llenar la estantería. Al principio no sabía cada cuánto abastecer de plantas. Partí abasteciendo desde las 7 de la mañana hasta la noche a varias horas, hasta que di con el timing”, cuenta. Ahora María Paz espera dar un paso más, importando plantas exóticas.
Para los investigadores de la UDD, estas mujeres de alto impacto son las que podrían cambiarle el rostro a Chile. “Ahora que sabemos que existe este grupo, es importante que se piense en políticas públicas que permitan que ese tipo de emprendimiento se desarrolle rápidamente. Estamos hablando de cambios a la tasa de crecimiento del país y eso implica indirectamente menor pobreza, menos gente sufriendo y más gente con acceso a cosas”, destaca Patricio Cortés. “Es como si estuviéramos 30 años atrás en la rotisería las Brisas en Temuco, que nos encontráramos con Horst Paulmann y que viéramos cómo hacer para que él no se demore 30 años, sino que sólo 10, en convertirse en lo que es hoy”.