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Noticias Marzo 15, 2008

El nuevo paraíso de los Googlers

Fotografías sobre la vida en Google: digitalec 

Quépasa. Gimnasio, sala de masajes, áreas de descanso y de juegos, biblioteca, comida gratis. Parece un hotel todo incluido, pero en realidad son las nuevas oficinas de Google en Zürich, Suiza. Nuestro cronista de tecnología paso dos días allí y todavía no supera la envidia. ¿Habrá un mejor sitio para trabajar que las oficinas de Google en Zürich? Después de pasar dos días allí, empiezo a dudarlo. Las historias sobre las excentricidades de Googleplex, el campus central en California, son numerosas, pero todos los empleados de Google con los que he hablado dicen que las nuevas oficinas en Suiza -que acogen uno de los mayores centros de investigación y desarrollo- son bastante mejores: todo está mucho más a mano, condensado en un edificio moderno de cinco plantas. Por Ángel Jiménez de Luis


En esas cinco plantas hay gimnasio, sala de masajes, sala de relajación, biblioteca, una cafetería que sirve tres comidas diarias gratuitas -y buenísimas-, salas de ocio, un tobogán y barras para deslizarse desde las plantas superiores a la cafetería. A ello hay que sumar la buena atmósfera de trabajo y compañeros jóvenes que parecen estar pasándoselo en grande las 24 horas del día. Cada 50 metros existen unas áreas de descanso con juegos, refrescos, café y snacks gratuitos.

Como si fuera poco, no hay horarios. Cada uno es responsable de que sus proyectos salgan adelante, trabajando en ellos como y donde quiera. Eso sí, se fomenta el trabajo en grupo y las reuniones. La superficie de Google Zürich está repartida en un 60% para ocio y reuniones, y un 40% de espacio tradicional de trabajo (mesas y computadores, generalmente con dos monitores de gran tamaño cada uno). Si Google no fuera una secta y entrar en ella no implicase una batería de 100 exámenes y pruebas de aptitud, estaría escribiendo esto desde Suiza.

No me consideren ingenuo. Me acerqué al edificio con espíritu crítico. La atmósfera de las jóvenes empresas “puntocom” siempre resulta atractiva, transgresora y radicalmente diferente a la vida normal de una oficina, pero todos estos privilegios suelen esconder alguna realidad desagradable: sueldos bajos, horarios interminables, incertidumbre laboral, una vida social similar a la de un monasterio… ese tipo de cosas. Y sin embargo pude hablar con dos españoles que trabajan en Google desde hace un año y me confirmaron que realmente no podían imaginar una vida mejor. Sólo reproduciré una de las frases que me dijeron (es suficiente tortura para los que tenemos una vida laboral corriente): “Suena extraño, pero aquí los jefes están para quitarte los problemas y ahorrarte los trámites que son habituales en empresas normales, como pedir nuevo material”. ¿Jefes que quitan problemas? ¿Qué drogas les dan en la cafetería?

El tema del ambiente de trabajo en este tipo de empresas está candente esta semana porque Jason Calacanis, fundador de Mahalo.com, ha publicado en su blog diez consejos sobre cómo crear una oficina y ahorrar costes. La lista ha producido una enorme polémica, pues incluye perlas como contratar “sólo a adictos al trabajo” y “organizar las reuniones durante el almuerzo” para maximizar el tiempo que los empleados pasan frente a la pantalla. Creo que Calacanis tendría que haber pensado mejor algunos de los puntos y posiblemente escribirlos con algo más de tacto, pero en la lista hay otros que sí son buenos y que explican por qué en ambientes de trabajo como el de Google tanto el empleado como el empleador salen ganando.

El caso más evidente es el de la comida gratuita y el café. Ningún empresario tradicional pensaría en dar estos “extras” por el coste que conllevan. Calacanis, sin embargo, razona que el tiempo que pierden los empleados en salir a comprar un café a la calle y tomarlo en la cafetería es mucho más costoso. Al darlo de forma gratuita y fomentar la cultura de “llevarse el café a la mesa”, se consigue aumentar la productividad. Algo parecido ocurre con la comida.

La flexibilidad horaria, sin embargo, tiene sentido sólo para algunos trabajadores. Google puede permitírselo porque el perfil del “googler” -así se denominan ellos mismos- es el de un chico joven, soltero, en un trabajo de programación o ingeniería. El trabajo de recepcionista, guardia de seguridad o relaciones públicas, en cambio, requiere de un horario mucho menos flexible y las salas de juego y las cenas gratuitas tampoco se adaptan muy bien a los trabajadores con una familia (aunque Google permite llevar a los niños al trabajo). Es por esto que muchas veces se considera que hay una elite, una “dictadura de la ingeniería” en este tipo de empresas.

Pero, tengo que admitirlo, durante el tiempo que pasé en el edificio, sólo pude sentir envidia. Sana, pero envidia después de todo. Es la sensación de estar en un sitio único y en el que se está transformando día a día internet y la sociedad. Sólo eso vale más que todos los cafés y las comidas gratuitas, que todas las videoconsolas y las mesas de billar.

Noticias Febrero 2, 2008

Google digitaliza 32 millones de libros

Quepasa. El gigante de Internet quiere digitalizar 32 millones de libros para ponerlos, al menos parcialmente, al alcance de todos los cibernautas. Este artículo publicado por la revista de Washington "The Weekly Standard" cuenta por qué no todos están felices con una iniciativa que en principio parece muy noble: Por Jonathan V. Last. En 1998, Larry Page y Sergey Brin fundaron Google, empresa de la cual es probable que usted conozca mucho. De ser una pequeña compañía innovadora, Google pasó a tener más de 15.000 empleados. Hoy sus acciones cuestan más de US$ 700 y constituye la fuerza publicitaria y de búsqueda más potente en internet. Gradualmente, se está abriendo camino hacia los negocios de entretenimiento y software, e incluso hacia el mercado de la telefonía celular.
Sin embargo, antes de que Page y Brin partieran con Google, mientras eran estudiantes de postgrado, ambos trabajaron en el proyecto de Tecnologías de Biblioteca Digital de la Universidad de Stanford, el cual buscaba almacenar y catalogar digitalmente libros, diarios y revistas académicas. Page, en particular, parecía estar encantado con la idea. En 2002 se contactó con su alma máter, la Universidad de Michigan, para digitalizar su biblioteca. Así nació el Google Library Project (Proyecto de Biblioteca Google), uno de los emprendimientos más ambiciosos en la historia de la palabra escrita. También fue una movida que le crearía a Google un montón de enemigos.

En julio de 2004, Google comenzó a escanear y a digitalizar la biblioteca de Michigan. Cinco meses más tarde, la empresa anunció oficialmente el proyecto Google Print for Libraries (después llamado Google Book Search). La compañía se asoció con cinco importantes bibliotecas -las de Michigan, Stanford, Harvard, la Bodleian de Oxford, y la Biblioteca Pública de Nueva York-, en un esfuerzo para escanear las páginas de 15 millones de volúmenes. Los libros digitales se mantendrían e indexarían en una base de datos que estaría disponible gratis para el público.

32 millones de libros

El alcance del proyecto varió con los años. Inicialmente, Google planeaba escanear esos 15 millones de libros en seis años. Pero esa proyección sufrió una drástica enmienda: la revista "The New Yorker" informó hace poco que la compañía planea escanear al menos 32 millones de volúmenes, superando a la mayor base de datos bibliográfica que existe, WorldCat. Se espera que el proyecto esté terminado en diez años. Como uno de los cabecillas de Google le dijo a "The New Yorker": "Creo que Libros de Google es nuestro lanzamiento a la luna".

Queda por ver cuán realista es la meta. Google no divulga cuántos libros está escaneando actualmente, o cuántos títulos se encuentran ya en su base de datos, la que fue lanzada al público en mayo de 2005 en books.google.com. Para hacerse una idea de las cosas, la biblioteca de la Universidad de Michigan tiene unos 7 millones de volúmenes y Google estima que los habrá incorporado a todos en 2013, haciendo notar que está escaneando decenas de miles cada semana. Google tampoco revela cómo son escaneados los textos. En cuanto a los costos, éstos también son un secreto celosamente guardado. Microsoft gastará US$ 2,5 millones para escanear 100.000 libros; si la escala es la correcta, Google gastaría cerca de US$ 800 millones.

La empresa también ha ampliado la lista de bibliotecas asociadas, incorporando a otras 13, las que van desde la Biblioteca Estatal de Baviera a la de la Universidad de Virginia. En su mayoría los acuerdos son privados, de modo que no queda claro qué ganan las instituciones con el trato, aparte de obtener una copia digital de libros que son de su propiedad. Para Google, en cambio, el crecimiento potencial debe ser enorme: si bien el movimiento de los e-books de hace unos años falló, el Santo Grial del movimiento de las bibliotecas digitales sigue siendo el contar con un archivo de títulos enorme y que permita revisarlo todo desde cualquier lugar del planeta. Una compañía de nombre OnDemandBooks ya ha creado una máquina llamada "Espresso", la cual puede tomar el texto digital de un libro, imprimirlo y encuadernarlo en cosa de minutos. Así, la promesa comercial detrás de este emprendimiento resulta asombrosa. De ahí que los artículos más recientes sobre el proyecto, en revistas como The New Yorker y Atlantic Monthly, vibren de entusiasmo con la idea.

Oponentes y competidores

Sin embargo, no todos están encantados. En general, los usuarios parecen poco emocionados con el nuevo producto: en los blogs se burlan del tipo de escaneo que se está usando, de los títulos que se han incluido hasta ahora y de los fastidiosos resultados que aparecen en respuesta a las búsquedas. La interfaz del lector de libros de Google es poco manejable: resulta difícil navegar a través de los textos; lo que se puede leer está lleno de límites pobremente explicados; y a menudo aparecen, en medio de los libros, los mensajes de "página no disponible". Algunos libros se presentan sin publicidad. Otros tienen avisos incrustados en la ventana del navegador, lo cual parece funcionar gracias a un algoritmo y palabras claves similares a las del servicio Ad Words de Google. La entrada de "Life on the Mississippi", de Mark Twain, por ejemplo, tiene avisos de tours por el río Mississippi y un volumen de las obras escogidas del autor.

El asunto no sólo ha encontrado resistencia entre los usuarios. Apenas tres días después de que Google anunciara el proyecto, el presidente de la American Library Association proclamó, en las páginas de "Los Angeles Times", el valor superior de las bibliotecas de ladrillo y mortero, y llamó a tomar con cautela la irracional exuberancia de Google: "Esta última versión de la moda Google, portar en un microfilm el contenido de la Biblioteca del Congreso, sin duda se unirá (al igual que los helicópteros personales para ir al trabajo), a la lista de fracasos del tipo 'de vuelta al futuro' por la sencilla razón de que fueron soluciones en busca de un problema".

Pero también ha aparecido competencia. Amazon.com ha escaneado cientos de miles de libros a los que se puede acceder en su sitio web, y el mes pasado introdujo su versión de e-book llamada Kindle. A la fecha son 90.000 los títulos que pueden ser adquiridos y descargados. En 2005, Microsoft y la Alfred P. Sloan Foundation formaron la Open Content Alliance (OCA), junto a instituciones como la Biblioteca Pública de Boston y la Universidad Johns Hopkins. El principal competidor de Google en el negocio de los motores de búsqueda, Yahoo!, alberga en la web a la OCA. La editorial HarperCollins anunció que escaneará 20.000 de sus títulos y brindará, gratis, los textos a todos los motores de búsqueda.

A una escala mucho mayor, los gobiernos de China e India se unieron a la Biblioteca de Alejandría y a ocho universidades estadounidenses en el "Proyecto Millón de Libros". Y se están moviendo agresivamente: China tiene 18 centros de digitalización, India tiene 22. Como parte de este consorcio, la Biblioteca Universal de Carnegie Mellon ya ha digitalizado cerca de 500.000 libros.

En Europa, la reacción ante Google ha sido impresionante. Jean-Noël Jeanneney, presidente de la Biblioteca Nacional de Francia, escribió un editorial que luego se convirtió en libro, "Google and the Myth of Universal Knowledge" ("Google y el mito del conocimiento universal"). Su argumento es que la Biblioteca Google es una pieza más del imperialismo cultural anglosajón.

Traducido a varios idiomas y con excelentes ventas, el libro de Jeanneney está lleno de irritantes clichés franceses. El autor deplora el affaire Monica Lewinsky y la reelección de George W. Bush. Y señala que si el idioma inglés "no es atajado, se volverá cada vez más dominante" gracias a iniciativas como la de Google. En todo caso, también llama a los europeos a tomarse en serio la empresa.

Google tipo Airbus

El Ministerio de Cultura francés ha incorporado a unas 30 bibliotecas a su propio proyecto online. Los gobiernos europeos incluso están contemplando la creación de un motor de búsqueda de propiedad estatal -una iniciativa embrionaria llamada Quaero- cuyo objetivo sería competir con Google. El modelo que Jeanneney cita para este emprendimiento es Airbus.

Por otro lado, están las demandas judiciales. La Biblioteca Google avanza por dos pistas diferentes, el "Partner Program" (Programa de Socios, originalmente llamado "Programa de Editoriales") y el "Library Project" (Proyecto Biblioteca). Bajo el primero, los autores y editoriales pueden cooperar mediante su inclusión en la base de datos. A cambio, se les otorga una parte de los ingresos por los avisos que aparecen en las páginas en que se muestran sus libros. Varios son los autores e importantes editoriales que se han incorporado, incluyendo a Simon & Schuster, Penguin y McGraw-Hill. Los libros escaneados bajo el Partner Program no permiten que los lectores puedan acceder al texto completo, sino que a unas cuantas páginas.

Los problemas legales se relacionan con el Proyecto Biblioteca. Los derechos de propiedad intelectual tienen su origen en la legislación inglesa, en la Ley de Licencias de 1662. Por ese entonces, la caída en los costos de impresión había provocado una piratería rampante en Inglaterra. Temiendo que este comportamiento afectara la creatividad y el negocio de los libros, Carlos II estableció un registro de libros licenciados para proteger a los autores y editoriales. Un siglo más tarde, los derechos de propiedad intelectual fueron los únicos que los Padres Fundadores consideraron suficientemente importantes como para reconocerlos explícitamente en la Constitución. Actualmente, las obras publicadas antes de 1923 son generalmente de dominio público. Existen algunas excepciones y complejidades, pero las obras publicadas después de 1978 están protegidas por los derechos de propiedad intelectual durante 70 años, a partir de la muerte del autor. En cuanto, a las obras publicadas entre 1923 y 1978, se les dio una protección original de 28 años, a partir de su primera publicación, y otra de 67, a partir de la renovación del derecho.

Escaneando sin permiso

Y ahí radica el dilema de Google: los libros de dominio público representan apenas un sexto de todos los títulos. La mayoría -un 75%- está protegida, pero sin ediciones a la venta. Sólo un 10% de todos los libros está protegido por derechos de propiedad intelectual y disponible para la venta. Google decidió sortear el problema de la protección de la propiedad intelectual simplemente ignorando los derechos: ha seguido escaneando libros, sin importar su estatus de protección legal. Si un libro está en el dominio público, se despliega su texto completo a los usuarios; si el libro está protegido, entonces sólo se muestra un "snippet", o vista previa restringida, del texto que rodea al resultado de la búsqueda. Es importante destacar que "snippet" es un término de Google y no legal; cuánto texto se despliega es algo que queda a discreción de la empresa.

Preocupados por esta imposición, autores y editoriales comenzaron a quejarse ante Google a mediados de 2005. En agosto de ese año, la empresa anunció que suspendería el escaneo de obras protegidas durante tres meses; en ese tiempo, los titulares de los derechos podrían optar a salirse del programa y mantener su obra fuera de la base de datos. Un mes después, la Asociación de Autores interpuso una demanda en el Segundo Tribunal de Nueva York por infracción a los derechos de propiedad intelectual; al mes siguiente, un grupo de editoriales interpuso una acción similar por motivos parecidos.
Buena parte de las editoriales demandantes estuvieron en el Partner Program. Las editoriales desean que Google deje de escanear libros sin un permiso explícito; la Asociación de Autores también busca una indemnización por daños. Paul Aiken, miembro de esta última, le dijo a "The New Yorker": "Google está haciendo algo que debe ser muy rentable, por lo que deberían pagar por ello. No basta con decir que esto ayudará a las ventas de algunos libros. Si uno hace la película de un libro, puede que eso incite las ventas, pero eso no significa que uno no licencie los libros". Ambos casos están avanzando lentamente en las cortes.

Google parece tener los enemigos correctos. Cada vez que la Microsoft, Francia, un gremio de comercio y un montón de abogados se alinean a un lado de la trinchera, el otro lado comienza a verse extremadamente atractivo. Y hay un seductor encanto en la idea de Búsqueda de Libros de Google, en el sueño de tener millones de libros a la mano. Pero igual existen aspectos del proyecto que deberían hacernos tomar las cosas con calma.

La obsesión a lo Wal-Mart que tiene Google con el secreto no engendra confianza ni en sus prácticas ni en sus argumentos. Por muy tontas que sean la mayoría de las diatribas de Jean-Noël Jeanneney, es fácil comprender por qué la búsqueda de libros, sin la transparencia sobre su conjunto de datos o sus algoritmos de búsqueda, se vuelve sospechosa y no evidentemente objetiva. Page y Brin admitieron algo parecido en el estudio que se convirtió en la base de Google, "Anatomía de un motor de búsqueda hipertextual a gran escala para la web". Allí escribieron:

"Las metas del modelo de negocios de publicidad no siempre corresponden con entregarles búsquedas de calidad a los usuarios… Por este tipo de motivos y por la experiencia histórica con otros medios, esperamos que las búsquedas financiadas con publicidad estarán inherentemente sesgadas hacia los avisadores y alejadas de las necesidades de los consumidores".

Desde luego, la competencia de libre mercado debiera aminorar esta preocupación. Además, como se señalaba más arriba, ya han aparecido varios competidores en este campo. Pero la principal ventaja de Google es que sus competidores han obedecido la legislación de propiedad intelectual y no han escaneado materiales protegidos sin el permiso expreso de los dueños. La disposición de Google a burlar la ley es la verdadera fuente de su ventaja competitiva.

¿Fin a la propiedad intelectual?

Para defender esta ventaja, Google ha adoptado una defensa legal dirigida derechamente a la legislación sobre propiedad intelectual. La defensa tiene muchas aristas, pero los dos aspectos más sorprendentes se relacionan con el establecimiento de la opción "de elegir salirse" que tienen los titulares de derechos de propiedad intelectual y la aseveración de Google sobre la naturaleza transformativa de la Búsqueda de Libros. Ambas desafían de manera fundamental lo que hoy se entiende por propiedad intelectual.

Google sostiene que al proporcionar a autores y editoriales la posibilidad de salirse de la base de datos ha actuado con la diligencia debida (due diligence) en materia de derecho de propiedad intelectual. Lo cual pone de cabeza el derecho tradicional, donde se estipula que alguien interesado en usar material protegido debe buscar y recibir un permiso afirmativo. Sin embargo, Google tiene un débil precedente en un caso de 2006, Field versus Google.

Blake Field demandó a Google por copiar y almacenar 51 obras desde su sitio web. La corte falló a favor de la empresa, usando como argumento la facilidad del mecanismo para salirse con que cuenta Google, aunque la decisión no tuvo finalmente mucho fundamento. La corte dijo que Field había "invitado" a las arañas de Google -los robots que bucean por internet, catalogando e indexando páginas para el motor de búsqueda-, al no incluir códigos en su sitio web que las desalentaran. En otras palabras, al no decirle a Google que se mantuviera alejado, Field estaba pidiendo que se violara su derecho. En términos de propiedad intelectual, parece una nueva versión de "ella fue al bar con un vestido rojo, el sábado por la noche".

En otra parte de la decisión, la corte estableció que las obras de Field eran solo un grano de arena entre los "miles de millones" que ha copiado Google y que presumiblemente también había almacenado sin permiso. El puro volumen del copiado brindaría cobertura, puesto que ninguna entrada sobresale en el vasto océano de datos. La violación de un derecho de propiedad intelectual es un crimen; la violación de 20 millones es una estadística. Pero existe una debilidad en este argumento legal de Google. En la decisión del caso Field, la corte basó su dictamen en que las obras fueron copiadas por "arañas" automatizadas y en que no existía "evidencia alguna de mercado para las obras de Field". Ninguna de las dos cosas es cierta en el caso del proyecto de escaneo de libros.

Al igual que la imprenta del siglo XVII, internet se ha vuelto incapaz de cumplir con la propiedad intelectual. Tal como la imprenta fomentó la producción masiva de libros, revistas y periódicos, internet fomenta la distribución de toda la información: desde las entradas en un blog, hasta las imágenes y los libros. Y a medida que distribuye toda esta información, ejerce una fuerza niveladora que disminuye el valor de todo lo que toca. No existe motivo para que internet, a diferencia de lo que ocurrió en su minuto con la imprenta, deba estar eximida de las leyes de protección a la propiedad intelectual. Sin embargo, eso es lo que la defensa de Google podría lograr.

Si la protección de la propiedad intelectual se adecua a la propuesta de Google, es decir, a una política que garantiza la "opción de salir", la defensa de estos derechos se convertirá en una carga para los titulares. Será labor de ellos encontrar y demandar a todos quienes usen sus obras. El profesor de derecho de la Universidad de Georgetown, Jonathan Band, desechó esta preocupación en una comedida e intrigante defensa de Google en Plagiary. Band escribe: "En términos prácticos, sólo una pequeña parte de las empresas de motores de búsqueda tienen los recursos para realizar programas de digitalización en la escala del Proyecto de Biblioteca Google". Pero se trata de un argumento algo estrafalario: si sólo Google infringe la propiedad intelectual, entonces habría que dejar que lo hiciera, pues "optar por salir" sólo será una carga si se les permite a todos los demás que infrinjan el derecho en cuestión.

"Trabajo transformativo"

La segunda, y más grande, faceta de la defensa de Google señala que éste sería un "trabajo transformativo", lo cual aseguraría el uso justo del material previamente protegido con copyright. Parece obvio que crear un índice de obras protegidas -cuya ventaja primaria radica en la cantidad de obras- y permitirles a los usuarios hacer búsquedas en él no es algo "transformativo". Google Book Search es de manera importante muy similar a LexisNexis, la base de datos que cataloga periódicos, servicios de cable y artículos de revistas. LexisNexis les paga a los proveedores de contenidos por el derecho a incluir su material, incluso cuando lo único que hace es agregar ese material y lograr que pueda ser revisado. La protección de la propiedad intelectual de este material era lo bastante sólida como para que la Corte Suprema decidiera a favor de los escritores free lance que buscaban una compensación por la reutilización electrónica de sus materiales, en el caso de 2001 New York Times Co. versus Tasini.

Tasini no es perfectamente ilustrativo porque LexisNexis otorga el texto completo de las obras escritas a los clientes que pagan, mientras que Google propone brindar sólo vistas restringidas a sus usuarios. Pero Google tiene motivos para afirmarse en el caso Kelly versus Arriba Soft, de 2003. La fotógrafa Leslie Kelly demandó a Arriba Soft porque su motor de búsqueda copió imágenes posteadas en su sitio web, creó vistas previas en miniatura de ellas y las colocó en su índice de búsqueda. El Noveno Tribunal decidió que el copiado y uso realizados por Arriba cumplía con los estándares de uso justo, ya que las miniaturas buscables constituían una obra transformada.

Esta sentencia pareciera acomodar a Google, puesto que existe cierta similitud entre las imágenes en miniatura de Kelly y las vistas restringidas de libros protegidos que ofrece Google: ambas son abstracciones de obras mayores y ninguna elimina la necesidad del original. Sin embargo, este argumento asume que la violación a la propiedad intelectual se produce cuando Google le da material al usuario. En realidad, la infracción ocurre cuando Google escanea y archiva un libro entero sin permiso. Es la presencia de millones de estos libros enteros y con protección legal dentro de la base de datos de Google la que crea oportunidades comerciales, aunque indirectas, para la empresa. Si la Búsqueda de Libros Google incluyera sólo libros en el dominio público, sería prácticamente indistinguible de sus competidores.

Google ha tratado de sortear este problema, prometiendo no incluir avisos en las páginas que muestran las vistas restringidas de libros con derechos de propiedad intelectual. Pero es justamente la presencia de obras protegidas en la base de datos lo que hace que sea tan valioso el espacio publicitario en las páginas de libros de dominio público. Además la promesa de Google -brindar acceso a millones y millones de obras protegidas- es lo que genera la oportunidad comercial para el resto del proyecto. Si las cortes no reconocen este principio, Google habrá cambiado el panorama del derecho de propiedad intelectual.

De modo que ¿hacia dónde va Google a partir de ahora? Las demandas caen en el Segundo Tribunal. Si la corte falla en contra de Google, ello podría generar un conflicto con el Noveno Tribunal, el que que la Corte Suprema podría tomar en sus manos. También es posible que Google salga del problema pagando a las editoriales y a la Asociación de Autores. Existe un incentivo adicional porque un acuerdo de este tipo podría funcionar como una enorme barrera de entrada, la cual evitaría que las empresas competidoras comiencen a usar obras protegidas.

Sin embargo, si las cortes deciden en contra de Google, la Búsqueda de Libros morirá con toda probabilidad. Band, de la Universidad de Georgetown, advierte que sería extremadamente difícil construir un régimen de licencias para libros basado en el modelo Ascap/BMI (usado para composiciones musicales). Además, si Google tratara de actuar legalmente, los costos de identificar, localizar y contactar a los titulares de los derechos de propiedad intelectual podrían llegar a las decenas de millones de dólares. Band hace la mejor estimación: US$ 25.000 millones.

Pero incluso si Google encuentra una manera de realizar sus sueños, no está claro cuán útil será la Búsqueda de Libros para el usuario promedio. ¿Existe algún valor en mirar "vistas restringidas" de éste u otro texto? La única forma en que el proyecto podría de verdad lograr su propósito de diseminar el conocimiento a las masas, sería ignorar los derechos de propiedad intelectual y colocar todos los textos en el dominio público. Lo cual, desde luego, es lo que al final exige la lógica de internet. "La información quiere ser libre", reza uno de los mantras fundadores de la red.

Si Google fuera una compañía diferente, con un conjunto diferente de principios motivadores, bien podría haber construido su proyecto de biblioteca siguiendo las líneas del modelo iTunes de Apple; esto es, tendría que haber gastado tiempo y dinero en asegurar los derechos para un enorme catálogo de libros, los que luego vendería como descargas (y no invertir tanto en perfeccionar una operación de escaneo masiva). Después de todo, el actual mecanismo de entrega de libros no es en ningún caso óptimo.

Pero este concepto va más allá del campo de visión habitual de Google. La filosofía corporativa de este gigante está basada en el modelo que les trajo éxito: organizar y brindar el contenido de otras personas, creando espacio para avisos en el proceso. Y fue ese enorme éxito el que llevó a la compañía a tratar de imponer el mismo esquema en otras áreas. En el mundo Google, el contenido no tiene valor si es entregado individualmente. Ninguna página es más importante que otra; el valor está dado por la vista de páginas (page views). Y un page view es un page view, sin importar si la página en cuestión muestra una foto de un gato, un link hacia otro sitio o el texto completo de "Freakonomics". Cuando todo lo que estás vendiendo es espacio publicitario, el valor se traslada del contenido al espectador. En última instancia, el contenido vale nada. Y es aquí donde radica el mayor problema de Google. Los libros no son en ningún sentido usuario-céntricos. Si un libro tiene o no lectores es de poca importancia. Los libros tienen su propio lugar, a lo largo del tiempo, por ser ideas y creaciones. En el mundo de los libros son las ideas y los autores los que importan, no los lectores. Es por ello que existe la propiedad intelectual, en primer lugar, para proteger el valor de estas obras creadas, un valor que Google está tratando de negar.

Al igual que muchas otras empresas estadounidenses, Google es la materialización corporativa de los primeros principios de internet. Y como ocurre en buena parte de internet, la promesa de la Búsqueda de Libros de Google se encuentra en algún lugar más allá del horizonte; sus peligros, en cambio, son un asunto muy real.

Noticias Enero 15, 2008

Internet: lo que veremos en 2008 según Merril Lynch

e-comunicacion. La consultora Merril Lynch ha publicado un PDF donde realizan una predicción de los sectores que generarán un mayor volumen de negocio en la Red durante este 2008:
  • Aumento de la competencia en el mercado de las ventas online. Amazon podría entrar en el negocio de las subastas online.
  • La utilización de las plataformas online para la comunicación política de cara a las elecciones norteamericanas podría demostrar al mercado la potencialidad de este medio y crear confianza en la empresa privada, lo que traería una mayor inversión publicitaria en Internet.
  • Este 2008 veremos el despegue del m-marketing (mobile marketing) de la mano de Google y Yahoo.
  • Seguiremos viendo un crecimiento acelerado de la inversión en publicidad online, con lo que observaremos la optimización de la orientación de los anuncios y una baja en el precio de los mismos.
  • Crecimiento, popularización y monetización de la masa crítica de usuarios de las redes sociales, especialmente de Facebook y Myspace.
Noticias Enero 15, 2008

Fundador de Google Sergey Brin (33) en Berkeley

Digitalec. Este es un interesante video en YouTube sobre una conversación con Sergey Brin, co-Fundador de Google. Se tocan temas como El world wide web, search advertising, SEM, SEO, como la información transformará a los gobiernos, el fenómeno de Wikipedia, search P2P, blog searches, comunidades online, search y la privacidad, la sociedad del futuro y muchos otros temas en esta charla en UC Berkeley…

Wikipedia dice de Sergey Brin que:

Sergey Brin es creador y co-fundador del gran buscador y motor de búsqueda Google.

Originario de Moscú, se licenció con honores en Ciencias matemáticas y en Ciencias informáticas por la Universidad de Maryland en College Park. En los años que vivió en su país natal logró alcanzar la máxima categoría en el sistema de defensa personal soviético Sambo (arte marcial). Se encuentra actualmente doctorando en Ciencias de la Computación por la Universidad de Stanford, donde recibió su master. Brin recibió una beca universitaria de posgrado de la National Science Foundation, así como un Master honorario en Administración de Empresas del Instituto de Empresa. Fue en Stanford donde conoció a Larry Page y allí trabajaron en el proyecto que se convirtió en Google. Juntos fundaron Google Inc. en 1998, donde Brin sigue compartiendo la responsabilidad de las operaciones diarias con Larry Page y Eric Schmidt.

Los intereses en investigación de Brin incluyen motores de búsqueda, extracción de información de fuentes no estructuradas, extracción de datos de largas recopilaciones de texto e información científica, y Sambo. Ha publicado más de una docena de artículos en revistas académicas de primer nivel, que incluyen: Extracción de patrones y relaciones de la World Wide Web; Extracción dinámica de datos: una nueva arquitectura para la información con alta dimensionalidad, cuya autoría comparte con Larry Page; Técnicas escalables para la extracción de estructuras casuales; Conteo dinámico de elementos y reglas de implicación para los datos de canasta de mercado; y Más allá de datos de canasta: generalización de las reglas de asociación en correlaciones.

Brin ha sido ponente en varios foros académicos, empresariales y tecnológicos internacionales, incluidos el Foro Económico Mundial y la Conferencia sobre Tecnología, Entretenimiento y Diseño. Además, ha expuesto su visión sobre la industria tecnológica y sobre el futuro de la búsqueda en el programa de Charlie Rose y en las cadenas CNBC y CNNfn. En 2004, Larry Page y él fueron nombrados “Personajes de la semana” en el programa World News Tonight de la cadena ABC.

Noticias Diciembre 29, 2007

Google contraataca con su buscador de libros

 
emol. Tecnología La biblioteca virtual global: En 2004 Google anunció la creación de su biblioteca digital, a la que se accedería por su buscador. De inmediato estalló la polémica por los derechos de propiedad intelectual. Desde ese momento el buscador por internet ha tratado de convencer que su objetivo es potenciar la lectura y no vulnerar derechos. James Ballentine, representante de Google, explica cómo disminuyó la suspicacia. Por Óscar Contardo
En 2004 Google remeció a la industria editorial y a las bibliotecas del mundo cuando anunció su plan de crear una biblioteca digital. El anunció trajo respuestas inmediatas. Editoriales y académicos del mundo alertaron de que los planes de Google podían amenazar los derechos de propiedad intelectual. Muchos temieron que una vez que Google escaneara los libros, estos pudieran ser bajados de la red sin permisos.

Tres años después James Ballentine, representante de Google en Chile, explica que todo el revuelo se debió a la manera en que los medios describieron el plan. "Quizás fuimos ingenuos al no creer necesario explicar en detalle el proceso", dice. Ballentine asegura que para el buscador más exitoso de la red los derechos de propiedad intelectual de los libros nunca estuvieron en peligro. Del mismo modo lo ha asegurado a nivel mundial Marco Marinucci, director del buscador de libros de Google quien ha recorrido ferias del libro y editoriales repitiendo que la intención ser un aliado de la industria editorial con frases tales como "queremos ser el I Tunes de los libros". Una vitrina de libros que hasta el año pasado concentraba 350 millones de usuarios.

Los resquemores parecen haber quedado en el pasado. Google actualmente mantiene acuerdos con más de 12 mil editoriales -entre ellas las poderosas Harper Collins, Simon and Shusters y Radom House- y con algunas de las más importantes bibliotecas del mundo. El buscador de libros de Google logró contratacar con eficacia la desconfianza con información y cifras. James Ballentines, el representante en Chile del buscador, responde las dudas.

-¿Cómo resguardan la propiedad intelectual de los libros?

"Lo que queremos hacer es permitir que los usuarios tengan acceso a la información sobre el libro lo que no quiere decir que el tema de propiedad intelectual no sea importante ni lo vayamos a tomar en serio".

"Lo que Google está haciendo es trabajar en Estados Unidos con la norma de fair use o uso justificado de propiedad intelectual, que permite que uno muestre trozos de una obra sin estar violando los derechos de propiedad intelectual. Este programa tiene cerca de tres años. La desconfianza se ha aplacado y ha ido disminuyendo el escándalo, en la medida que las editoriales y los demás entienden lo que estamos haciendo. Cuando uno hace una búsqueda cuyo resultado está en un libro que está en la colección que nosotros tenemos escaneado en ningún caso significa que pueda bajar ese libro. De hecho si alguien hace una búsqueda y aparece uno de nuestros libros el usuario podrá acceder a un máximo de cinco páginas y la portada, los links para la editorial que publicó el libro, la librería en donde se puede comprar y la biblioteca en donde puede encontrarlo. Hay casos en donde sí se puede bajar el libro porque el autor lo ha autorizado. Pero el control lo tiene el autor y la editorial, no Google. Como norma mostramos 5 páginas y no más del 20 por ciento del libro. Ahora si el dueño quiere mostrar el 50 por ciento ellos lo especifican".

-Para dar una idea de la relación que tiene con una editorial grande ¿Cómo fue el acuerdo con la editoria Harper Collins?¿Cuántos títulos les pasó para escanear?

"Desconozco el caso en detalle, pero en general las editoriales grandes nos reciben con cierto escepticismo. Nosotros les ofrecemos que hagan una prueba, que manden 50 títulos, no los más populares y vean como les va. Entonces ellos descubren que esos libros se venden. Esto tiene que ver con un fenómeno llamado "long tail" (cola larga) descrito por Chris Anderson en "El mercado potencial de los libros. Anderson analizó la venta de libros en sitios como Amazon, E Bay y Google, y concluyó que al eliminar la barrera de lo físico y ofrecer de todo a todo el mundo la necesidad de sostenerse económicamente con los best sellers disminuye y cobran importancia aquellos libros que no son los más vendidos pero que siempre tendrán interesados específicos. Cuando Amazon en lugar de tener una tienda física en donde exhibe algunos cientos de libros pone un catálogo de millones de títulos empieza a darse cuenta que existe una demanda para estos libros que no se pueden encontrar en otra parte. En un gráfico esta demanda forma una cola larga y sostenida, por eso lo de "long tail".

"Mientras la librería tradicional funciona en el espacio de los libros más vendidos, los top ten, Amazon funciona con aquellos libros que sin ser best seller siempre tienen una demanda en alguna parte del mundo. Lo interesantes es que en el caso de Amazon estos libros son entre 35 y el 40 por ciento de las ventas. Esta idea del long tail aplica a todo. En la música popular es bastante ilustrativo. De los 10 albumes más vendidos en la historia ninguno se publicó después del año 2000".

-Es decir, comprar música o libros por internet potencia la importancia del catálogo musical o del fondo editorial…

"Exacto. Y lo que permite Internet es comunicar nichos en forma masiva. Entonces volviendo al tema de búsqueda de libros, lo que le ofrecemos a las editoriales es que partan con muestras de su catálogo para mostrarle efectivamente que hay una demanda y se dan cuenta que la gente empieza a buscar a consultar y en algunos casos han sacado tirajes adicionelaes de libros que no estaban publicados hacía mucho tiempo, porque hay demanda. Y cuando ven esto se convencen".

– ¿Cuántos libros tienen en su catálogo?

"Estamos en cerca de los 2 millones de títulos. Tenemos miles de editoriales que participan con nosotros en todo el mundo, incluyendo algunas chilenas como Editorial Andrés Bello, Universitaria y Editorial Jurídica. También está todo lo que se maneja con la bibliotecas que es la documentación histórica. Actualmente uno puede ver la Biblia de Gutenberg por el book search de Google. Eso representa el espíritu de lo que hacemos que es bajar el patrimonio de la humanidad a nivel de cada individuo".

¿Quién gana?

Google calcula que el 80 por ciento de los fondos de las bibliotecas está compuesto por títulos descatalogados. Según el buscador por internet, actualmente la única manera de localizar la mayoría de esos libros es realizando una búsqueda manual por la estantería de las bibliotecas. Ésa es la molestia que el buscador quiere ahorrarles a los usuarios. Ser una estantería universal. Una buena explicación para instituciones sin fines de lucro como las bibliotecas, pero las editoriales son otro asunto. Allí no sólo se trata de poner al alcance de los lectores un libro, sino de venderlo y hacer negocio.

Entonces surge una pregunta ¿Cómo gana Google? James Ballentine, el representante del buscador en Chile, explica:

"El paso principal es que sea un servicio que satisfaga al usuario y después vemos si eso lo podemos monetizar de algún modo. En el caso de la búsqueda de libros, tenemos algunos espacios donde ponemos publicidad con anuncios relevantes a la temática del libro. El avisador paga solamente cuando el avisador hace click, y cuando eso sucede, esa ganancia se comparte con la editorial que puso el libro. Ése es el modelo básico de monetización de Google".

La experiencia de Editorial Norma es un ejemplo del éxito de la alianza entre el buscador por internet y el negocio de los libros. Norma, una de las empresas latinoamericanas más grandes de su rubro, decidió, en 2005, hacer que el contenido de sus libros pudiese ser buscado a través de Google. El buscador digitalizó alrededor de 1.000 títulos, con el fin de permitir que los usuarios del book search pudieran dar con su búsqueda entre los títulos de Norma y presentar por orden de relevancia los libros que coincidan con la consulta. Ricardo Hoyos Mejía, gerente de tecnología de la editorial, asegura que la apuesta ha sido un éxito. En los primeros cuatro meses tuvieron 4 millones de páginas visitadas y 31 mil clicks en el enlace de compra del libro. "Esto definitivamente se ha traducido en un incremento de ventas significativo", asegura el gerente de Editorial Norma.