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Noticias Agosto 25, 2007

Finlandia: mitos, realidades y lecciones

Quépasa. La leyenda dice que la clave del milagro finlandés estuvo en las reformas de mediados de los '90, que liberalizaron la economía vía privatizaciones y apertura comercial, y cuyo icono es Nokia. Pero lo cierto es que, a lo largo de siglos, Finlandia ha creado una sociedad igualitaria, consensualista, abierta al mundo, flexible, cuidadosa de la naturaleza y con un fuerte sentido estético. Esa es la base de su capacidad de innovación y de su adaptabilidad. Lo que enseña Finlandia es que no hay atajos hacia el desarrollo.

Por Eugenio Tironi

Finlandia (mapa) está entre aquellos países de tamaño y población pequeños, ubicados geográficamente en una posición periférica, y que en pocos años han logrado encaramarse a los primeros lugares mundiales en materia de competitividad, crecimiento, transparencia, innovación, difusión tecnológica y protección social. Son los llamados "like-minded-countries" -donde también se ubican Nueva Zelanda, Australia e Irlanda, entre otros-, que se han transformado últimamente en modelo para naciones de todo el planeta, incluyendo por cierto a Chile (ver Presidenta Tarja Halonen).

¿Qué explica el éxito de Finlandia? La leyenda señala que la clave estuvo en las reformas económicas efectuadas a mediados de los años 90. Éstas se produjeron después de la severa crisis provocada por el derrumbe de la URSS, que era a la sazón el principal destino de las exportaciones finlandesas, y con quien mantenía una estrecha -aunque nunca cordial- relación que se remonta a la época en que Finlandia era un ducado que formaba parte de la Rusia zarista. Tales reformas condujeron a una liberalización de la economía, vía privatizaciones y apertura comercial. A esto se agregó un fuerte impulso a la innovación tecnológica mediante una política holística y sistemática desarrollada desde el Estado, que promovió una estrecha coordinación entre la educación y la ciencia, de una parte, y la industria de la otra. El icono de estas reformas fue la transformación de Nokia. Ésta era una empresa que tenía más de un siglo de existencia, y que estaba diversificada en la producción forestal, los neumáticos, los cables, los televisores y una pequeña unidad de telefonía. Pues bien, en los 90 abandonó todo aquello para concentrarse en la fabricación de teléfonos móviles, donde es hoy la empresa número uno del mundo.

Orquestas, electricidad y oportunidades

¿Es ésta la verdadera historia? Ésta fue la pregunta que le hicimos hace unos meses a un grupo de destacados académicos finlandeses en Helsinki, en el marco de un proyecto del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile y del BID orientado a extraer lecciones de estos "like-minded countries" para Chile y América Latina. La respuesta fue categórica y sorprendente: no. "¿Saben ustedes -nos dijeron- que Finlandia, un país con 5 millones de habitantes, cuenta con 21 orquestas sinfónicas? Pues bien, aquí se nutre la capacidad de innovación, el sentido estético, la prolijidad, la pasión por el trabajo bien hecho, que hoy se encarna en Nokia, su tecnología y su diseño. Por ende, no hay que confundirse: el origen del milagro finlandés no está en Nokia; está en una sociedad donde florece y se mantiene una orquesta sinfónica cada 238 mil habitantes".

La respuesta del colega finlandés nos dejó pensativos, y con ganas de saber más acerca de la historia de este país, y cómo ésta está indivisiblemente ligada a sus resultados en el día de hoy. Nos enteramos, por ejemplo, que en 1880 Finlandia poseía un nivel de electrificación equivalente al de EE.UU.; que en 1900, la ciudad de Helsinki tenía la mayor penetración de teléfonos del mundo; y que ya en 1930 había 800 compañías telefónicas privadas operando en su territorio. Pero esto no es todo. Finlandia estableció el sufragio universal en 1906, siendo el segundo país del mundo en hacerlo. En el campo de la educación, hacia 1917 ésta ya era asequible para prácticamente toda la población. A partir de 1900 y hasta 1950 su educación alcanzó los niveles europeos; pero después de una profunda reforma en 1966, que suscitó el mayor debate político que haya tenido lugar desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ella ha llegado a empinarse en los rankings como la mejor del mundo. El sistema educacional finlandés es casi enteramente público, con una combinación de centralización gubernamental en materia de contenidos y financiamiento, con alta autonomía en la gestión a nivel local.

"Sin Nokia, o sin el paquete de reformas que nos vimos obligados a implementar en los 90 ante el colapso de la URSS -afirmaba otro de los académicos finlandeses- igual habríamos llegado donde estamos. Era una cuestión de tiempo. Tratándose de un país pequeño, es fundamental estar maduros y abiertos para aprovechar a fondo las oportunidades que llegan del exterior. Es lo que nos ocurrió a nosotros con la ampliación de la Unión Europea (que representó para Finlandia una drástica caída de los precios de los alimentos y una extensión de sus mercados) y, en un plano más particular, el desarrollo de la telefonía móvil en el mundo".

Diálogo, transacción y consensos

Otro mito que derrumbó el contacto con los académicos finlandeses es aquel de que la competitividad está ligada mecánicamente a un mercado de trabajo desregulado, donde prevalece la negociación individual por sobre la colectiva de modo de alinear los resultados de ésta con los diferentes niveles de productividad. Pues bien, en Finlandia el 90% de los contratos laborales son resultantes de acuerdos colectivos, y las organizaciones laborales participan, junto con las empresariales, en todas las instancias donde se define y planifica la estrategia de desarrollo. Hay que agregar que el 75% de la fuerza de trabajo está sindicalizada, y esto incluye a los sectores público y privado, a los empleados y a los trabajadores manuales. No obstante, se observa una tasa menor de sindicalización entre los jóvenes y las mujeres, lo que ha prendido una luz de alarma en el sindicalismo finlandés.

La participación y negociación con los sindicatos no es una excepción. Ellas forman parte de una cultura general de diálogo y transacción, basada en una confianza básica entre los actores (sindicatos, empresarios, científicos, profesores, ONGs, etc.), y en el respeto sagrado a los compromisos que se alcanzan. Las grandes líneas y decisiones en el campo económico, educacional, científico-tecnológico, de innovación, etc., contemplan la participación institucionalizada de los actores sociales, y sus acuerdos tienden a ser ratificados por el sistema político. En la literatura este sistema ha sido calificado como neocorporativismo; pero los finlandeses rechazan esta etiqueta y prefieren hablar de "diálogo social", el cual les facilita contar con políticas sistémicas y horizontales de larga duración, lo que da un horizonte de predictibilidad.

Esta cultura que privilegia la adopción de acuerdos y compromisos entre las partes, antes que el testimonio, la polarización y el conflicto, tiene también un origen histórico particular; entre otros, el hecho que Finlandia fue por siglos dominado por Suecia, y luego por Rusia y la URSS, y la manera como ha defendido su identidad y autonomía ha sido mediante el cultivo riguroso del diálogo y los consensos internos. A su vez, el hecho de verse envuelto en diversos conflictos internacionales ha obligado a Finlandia, en diversos momentos de su historia, a desembolsar enormes pagos de guerra, lo cual ha incentivado por siglos una cultura económica fuertemente orientada a la rentabilidad y la exportación.

No todo es perfecto, por cierto. Muchos atributos de la sociedad finlandesa se pueden transformar en una carga en el futuro. Su cultura consensualista, por ejemplo, conduce a una cierta homogeneidad que conspira contra el surgimiento de nuevas ideas. La ausencia de incentivos individuales lleva a que el entrepreneurship sea relativamente bajo. Como en toda Europa, la población está envejeciendo; pero el hecho de mantener políticas cerradas en materia de inmigración podría conducir a una severa escasez de mano de obra. El sector de servicios muestra grados de subdesarrollo respecto a la fabricación de bienes, y la innovación tecnológica en este campo es muy escasa, lo que conduce a un déficit injustificado en el bienestar de la población. En fin, las empresas finlandesas se globalizan, y esto trae consigo la deslocalización de sus actividades productivas que podría redundar en una reducción de la oferta de empleos.

No hay atajos

Quien vaya a Finlandia con la idea de descubrir cuáles son los short cuts o atajos para alcanzar de un salto la condición de país desarrollado, va a regresar con un dejo de frustración. La lección que deja es que tales atajos no existen. Finlandia, a lo largo de siglos, ha creado una sociedad igualitaria, consensualista, descentralizada, abierta al mundo, flexible, sensible, con un fuerte sentido estético, cuidadosa de la naturaleza y de su identidad e independencia. Esto es lo que está en la base de su capacidad de innovación y de su adaptabilidad, de su sentido de la funcionalidad y del diseño, de su mirada holística y de un desarrollo sustentable. El desarrollo es un proceso histórico que reposa en largos procesos culturales que no se pueden acelerar fácilmente.

En efecto, lo que enseña Finlandia es que no hay innovación si no hay confianza y predictibilidad; no hay una visión holística y de largo plazo si no hay consensos sociales básicos surgidos de la participación de los actores sociales; no hay flexibilidad ni adaptabilidad si no hay una noción extendida de equidad social y meritocracia; no hay prolijidad si no hay antes una cultura de trabajo bien hecho y en equipo; no hay sentido de la funcionalidad y de la productividad si no hay una cierta épica del desarrollo (que en Finlandia estuvo ligada a las exigencias externas y al deseo de proteger su independencia); no hay creatividad ni diseño sin un desarrollo temprano del sentido estético y de la sensibilidad artística; no hay ciencia ni tecnología si no hay un sistema educacional fuerte, desde la sala cuna a los posgrados; para un país pequeño no hay posibilidades de dar un salto en el desarrollo si no sabe aprovechar las oportunidades que ofrecen los eventos políticos y económicos internacionales; en fin, que no hay desarrollo si no hay electricidad, orquestas sinfónicas y grandes consensos nacionales.

En suma, la lección que deja Finlandia es que no hay caminos cortos ni fórmulas mágicas en el camino hacia el desarrollo. Esto tendemos a olvidarlo aquí en Chile, donde fácilmente nos dejamos llevar por la impaciencia. Esto nos conduce a perder la perseverancia y la disciplina que se requieren para construir los fundamentos del desarrollo: una infraestructura de primer nivel; la expansión de la cultura y la educación; la creación de amplios consensos internos; instituciones que fomenten el diálogo y las miradas de largo plazo; empresas flexibles y globalizadas; un sentido de confianza y equidad; capacidad de aprovechar con inteligencia (pero sin ansiedad) las oportunidades que nos ofrece el entorno internacional. Si Chile muestra resultados exitosos en los últimos años es porque hemos estado abocados a todo esto con bastante disciplina. Y en esto debiéramos seguir, sin prestar oídos a quienes ofrecen el desarrollo a la vuelta de la esquina. Lo que enseña Finlandia es que en el camino al desarrollo no hay atajos.

Noticias Agosto 1, 2007

El Lugar de la Innovación

Enjambre – Manuel Tironi. La innovación depende de muchos factores. Educación, cultura emprendedora, infraestructura, tecnología, capital de riesgo, creatividad, I+D, universidades y gobiernos son algunos de ellos. Pero, ¿y el territorio? ¿Es el territorio un catalizador de la innovación o de sus requisitos? ¿Qué rol juega el espacio en la incubación y difusión de la innovación?

Estas preguntas rondan los departamentos de economía, geografía y urbanismo (y últimamente de antropología, management, ciencias cognitivas) al menos desde fines del siglo XIX. Y la respuesta, con todo el peso de la evidencia acumulada, es contundente: sí, el territorio importa –y mucho- a la hora de producir innovación.

En cien años de investigación las aproximaciones al tema han sido muchas y diversas, desde las primeras teorías sobre los clusters hasta las últimas nociones de la ciudad creativa –pasando por la teoría de los milieus innovadores y la learning region. Todas, sin embargo, han reforzado la certeza de que la innovación requiere de un lugar para formarse y desplegarse. Hagamos un paneo rápido sobre algunas ideas claves.

La proximidad espacial de agentes económicos crea las condiciones idóneas para que la innovación nazca y fluya. La concentración espacial facilita el feedback de información, la imitación virtuosa, la especialización productiva y la competencia, así como la distribución de costos, las economías de escala y la formación de mercados laborales especializados compartidos.

Sin embargo, el territorio no es sólo una delimitación física que fuerza la aglomeración. El territorio es un complejo sistema compuesto por culturas locales, instituciones, sistemas de valores y agentes de diverso tipo. Esta es la idea de milieu: la innovación no emerge de la pura proximidad espacial entre las empresas, sino del entorno del cual esta aglomeración es parte. Y este entorno está formado por un ensamblaje único entre productividad, identidad, especialización, historia, arquitecturas políticas y paisaje.

Un ejemplo clásico es la idea de ‘buzz’ o ‘atmósfera’ industrial. El ‘buzz’ es ese murmullo etéreo e intangible que guía el quehacer de las empresas y que está formado por un mix entre conocimiento tácito, rumores, relaciones informales y saber técnico. Este ‘buzz’ ha demostrado ser fundamental para que la competencia dentro de un cluster o distrito no termine en fratricidio sino que, por el contrario, devenga cooperación, complementariedad y, finalmente, innovación.

Lo interesante es que este ‘murmullo’ no es capital de una firma, ni tampoco del cluster del que ésta forma parte, sino que del delicado e irrepetible entramado que el cluster establece con el espacio local en el que se asienta: esta atmósfera se cocina a fuego lento y si bien las empresas son un ingrediente esencial, sin los aportes del contexto espacial general el potaje no logra su consistencia necesaria. Varios estudios han mostrado que el ‘buzz’ se pierde por completo cuando un cluster se relocaliza (incluso cuando lo hacen todas sus firmas), y ya es famoso el rol jugado por la ‘cultura californiana’ en las dinámicas que hacen de Silicon Valley lo que es (un lugar muy distinto al, por ejemplo, conglomerado hi-tech sobre la Route 128 en Massachussets).

Aquí las enseñanzas son varias. Primero, que el territorio –léase la región, la ciudad, la comuna, el distrito- es efectivamente un factor a tomar en cuenta a la hora de pensar cómo generar innovación. Segundo, que la innovación no se manufactura, sino que está anclada en un complejo sistema local. O, lo que es lo mismo, la innovación no es sólo una cosa de futuro, sino también de memoria, identidad y patrimonio (social, cultural y físico). Y tercero, no existe “la” innovación, sino que innovaciones en plural, y que antes de intentar replicar lo sucedido en Baden-Baden, el Randstad o Emilia-Romagna, nuestros policy-makers mejor harían buscando en sus propios territorios los recursos endógenos para crear innovación, nuestra propia innovación, la única innovación posible.

Noticias Agosto 1, 2007

Un buen negocio llamado Amazonia

La Nación. MANAOS .- Brasil decidió apostar a una lógica económica para detener la destrucción de la mayor reserva natural del planeta. “Tenemos que lograr que preservar la selva sea mejor negocio que destruirla”, dice el gobernador Eduardo Braga. Debido a la deforestación, la selva pierde por año el equivalente a 60 ciudades de Buenos Aires

Teníamos montones de peces, montones de frutas. Pescábamos en cualquier época sin preocuparnos por los ciclos naturales de los bichos, y como a mí me gustaba ver el fuego subiendo, incendiaba los árboles, los arbustos, y talábamos sin lástima para dejar limpias las entradas de las casas. Lo que Dios creó, no puede terminarse, pensábamos. Yo era una destructora".

En el corazón de la selva amazónica, a tres horas de barco de Manaos, la capital del Estado de Amazonas, María Margarida Xavier Fernandes recuerda las épocas de abundancia. Y recuerda también cómo cambió todo. "Los peces comenzaron a escasear, los árboles frutales los teníamos cada vez más lejos, comenzó a haber sequías e inundaciones terribles. Cuando supe que era porque había mucha gente haciendo lo mismo que yo, decidí cambiar de actitud", le contó a LA NACION.

Aquellos árboles que María Margarida, de 47 años, incendiaba por gusto, hoy son la fuente de ingresos para su familia. Con las semillas del tento, un árbol amazónico, hacen artesanías valorizadas en las grandes ciudades brasileñas. Con el açaí, una fruta selvática, preparan una pulpa que está de moda entre atletas y gente que hace ejercicio como una fuente de energía, y que ya está siendo exportado a los Estados Unidos.

El poblado de María Margarida, Iranduba, comunidad del Lago do Limao, de 2000 habitantes y al que apenas recientemente llegó el teléfono, quedó contento con la noticia que llegó desde Manaos hace pocos días: el gobernador, Eduardo Braga, lanzó el primer Fondo de Cambios Climáticos del país, que incluye una certificación de los productos como los que María Margarida fabrica.

La certificación, que prueba que esos productos se hicieron protegiendo la selva amazónica y evitan una explotación predatoria, le permitirá a María Margarida y su vecinos conseguir créditos y agregarle valor tanto a las artesanías como al açaí. La comunidad ya está pensando en comprar una máquina para procesar el acaí por su cuenta.

"Yo, que era una persona que no me preocupaba por el medio ambiente, porque teníamos abundancia, ahora cosecho el açaí o las semillas de tento con cariño. Si seguíamos como antes, mi nieto dentro de veinte años no iba a tener nada."

Contener la devastación

El gobernador de Amazonas, Eduardo Braga, dice que la contención de la destrucción de la Amazonia, la mayor selva del mundo con sus 150 millones de hectáreas, sólo va a ocurrir por una lógica económica. "Tenemos que lograr que preservar la selva sea mejor negocio que destruirla. Sólo así vamos a poder contener la devastación", dijo en una charla con periodistas extranjeros el día en que lanzó la ley con la que pretende conquistar la "deforestación 0" en su Estado.

Pero el combate efectivo a la depredación todavía está lejos de ocurrir. En el sur de Amazonas, en el último año, fueron consumidas 9.800 hectáreas, lo mismo que 20.000 estadios Maracaná. Se conoce el lugar como el Arco de la destrucción. El lugar es abandono total, tierra de matadores, ladrones de tierra, madereros. Y las escuelas no funcionan desde comienzo del año por falta de transporte.

Cualquiera que sobrevuele el país ve las quemadas. A la noche, son como ríos de fuego que cortan la Amazonia. Sin embargo, no hay una acción contra el propietario de esas áreas -o el invasor-, que está quemando ilegalmente para dejar tierra arrasada y poder plantar soja o criar ganado. La madera tampoco sale por avión. Circula por rutas y sale por puertos, sin que el poder político o las fuerzas policiales tomen medidas.

Amazonas es 33 % de la selva amazónica brasileña y una parte de la PanAmazonia, que además de incluir otros estados brasileños, como Pará, Acre, Rondonia o Mato Grosso, se expande por Guyana Francesa, Surinam, Guayana, Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú. Es Brasil el país que concentra 70 % de la selva, con 5 millones de kilómetros cuadrados. El 15 % de esa selva ya fue eliminado por la depredación. Nada menos que 20 millones de personas viven en el ecosistema amazónico: apenas en Manaos son poco más de dos millones, que conviven en una ciudad con embotellamientos constantes. Y, al mismo tiempo, la Amazonia tiene la mayor diversidad de plantas y peces del mundo, así como el 16 % de toda el agua dulce.

Pero Amazonas puede convertirse en el ejemplo de cómo contener la destrucción que está contribuyendo al cambio climático en el mundo. Trece mil kilómetros cuadrados de selva amazónica desaparecieron entre 2005 y 2006 -lo que es mucho-, pero al mismo tiempo esa deforestación fue la mitad que en años anteriores, lo que puede indicar un avance.

"La población comenzó a entender que la selva en pie es mejor negocio que los árboles derribados", dijo Braga, poniendo como ejemplo las comunidades que están viviendo de la extracción de aceites esenciales para perfumes y cosmética consumidos a buen precio en las ciudades, como, por ejemplo, la andiroba.

"Eso de que la Amazonia es el pulmón del planeta es un mito, como ya probaron los científicos; pero somos por lo menos el aire acondicionado del planeta", bromeó Braga.

El gobierno de Amazonas creó, con la ley lanzada esta semana, un fondo con el que pretende dar un subsidio (Beca-Selva) de 50 reales -25 dólares mensuales- a 8.500 familias que viven en la selva, a cambio de que no corten árboles. Pretende llegar a 60.000 familias en los próximos años.

Lo cierto es que, con semejante selva en su territorio, Brasil es nada menos que el cuatro mayor contaminador del planeta, justamente a causa de la Amazonia. Y el responsable es el humo que sube desde la selva, de los árboles cortados por los madereros ilegales, plantadores de soja y pecuaristas; y también del carbono que es liberado por los árboles cuando son cortados. El 75 % de la contaminación que Brasil le aporta al planeta surge de esa acción devastadora. Brasil lanza entre 200 y 300 milones de toneladas de carbono a la atmósfera por año.

El gobernador amazónico se queja de la falta de apoyo del mundo. "El mundo desarrollado quiere que mantengamos la selva como un santuario, pero no está dispuesto a pagar por ello", dice Braga. "Tenemos que ser remunerados por el esfuerzo de mantener eso preservado para la humanidad".

En la reunión del G-8 de esta semana, en Alemania, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva hizo el mismo comentario. "Brasil todavía tiene el 69 % de su selva original. Europa, sólo un 0,03 %. América del Norte tiene veintipico por ciento gracias a Canadá. Quiero saber si los países ricos están dispuestos a financiar a los países pobres que resuelvan ser más responsables que ellos, y no deforesten".

¿A qué se refieren Lula y el gobernador de Amazonas? En la declaración de Kyoto se estableció la creación de un "mercado de carbono". Eso significa que, si una industria en un país desarrollado está contaminando más de los límites establecidos, tiene que "comprar" créditos de carbono en otros lugares. Amazonia no fue autorizada como un vendedor de esos créditos, por ser supuestamente una floresta preservada, y sólo puede vender esos créditos por fuera, para un mercado voluntario.

El cálculo que hacen las autoridades brasileñas es el siguiente: quieren que el mundo desarrollado pague por mantener los 17 millones de hectáreas de las áreas protegidas de la Amazonia. Cada hectárea absorbe 120 toneladas de carbono, y cada tonelada de carbono oscila, en el mercado, entre los 3 y los 22 dólares, según su origen. Ese es el precio que Brasil quiere que se pague por la preservación y como ayuda para generar políticas productivas ecológicas en torno a la selva.

Con un aumento de fiscalización y algunas políticas el gobierno de Amazonas y Brasil en general viene reduciendo la deforestación un 54 % en los últimos dos años. Sin embargo, la destrucción ya fue grande, y continúa.

En diálogo con LA NACION, el coordinador de la campaña Amazonia, de Greenpeace, Paulo Adario, enumeró los enemigos de la selva.

Y contó cómo un "triángulo del mal" es responsable por la destrucción. El terrateniente se apropió de tierras del Estado con documentos falsos; para financiar su plantación, le ofreció a alguna maderera todos los árboles de "su" tierra; con la plata que obtiene por haber destruido todos los árboles, planta soja o cultiva ganado. Y ahí en donde había una selva, ahora no hay más que pasto, o tierra pelada.

Según Adario, el 70 % de la deforestación es producida por criadores de ganado. "Desde los años 70 ya eliminaron 700.000 kilómetros cuadrados de selva, que hoy están ocupados o abandonados porque se volvieron infértiles".

El resto de la devastación es producida por el avance de la soja o por asentamientos de la reforma agraria. "El gobierno viene a hacer reforma agraria a la selva. Para solucionar un problema en el sur de Brasil, crea otro en la Amazonia", criticó Adario. Las madereras son el otro factor de destrucción: según el representante de Greenpeace, entre el 60 y el 80 % de la madera que sale de la Amazonia es ilegal.

Violencia y destrucción

La violencia es el componente clave en la deforestación de la Amazonia. Adario, de Greenpeace, ya fue amenazado de muerte varias veces. La camioneta de la organización en la que circuló este corresponsal estaba blindada, y aun así con un vidrio quebrado por un tronco que fue arrojado por un terrateniente que se opone a las políticas conservacionistas en la región.

"Uno estima que los pistoleros van a calcular que no es negocio matar a un dirigente ecologista. Pero eso no siempre ocurre. Chico Mendes -dirigente asesinado en 1988- fue muerto por un estanciero local que pensó que le hacía un favor a un frigorífico que se quería instalar en la zona". El año pasado, la monja norteamericana Dorothy Stang, que hacía un trabajo social en la selva, fue asesinada por otros estancieros. Son los primeros que están presos después de una lista de cientos de asesinatos en el contexto de la lucha por la tierra.

Esta semana fue descubierta una banda en el Estado de Pará que ofrecía sus servicios para matar gente en la selva: por entre 300 y 1000 dólares eliminaban a quien estuviera siendo un problema para la conquista ilegal de tierra.

"Los destructores de la selva llegan ´militarmente , con pistoleros armados. Como son regiones remotas, hacen su ley. Ocupan un área e inmediatamente compran documentos falsos, autenticados en el municipio local con mecanismos de corrupción muy simples", explicó Adario.

Quedarse con tierras del Estado en portugués se dice "grillar". El origen de la palabra es curioso: como había que hacer parecer que el documento era antiguo, se lo guardaba con algunos grillos, que comían el papel y hacían sus necesidades encima del documento. En poco tiempo, el título de propiedad parecía antiguo.

Los pistoleros son necesarios porque otros también van a disputar la tierra, además de los indios que ya viven en el lugar, campesinos que pueden estar instalados allí hace años, dirigentes de la lucha por la tierra, plantadores de soja avanzando, garimpeiros -que explotan ilegalmente minas de oro o plata- y ecologistas. "Amazonia es una tierra en disputa", dice Adario, que hasta hace poco usaba un chaleco de balas y tenía protección policial las 24 horas.

Interés internacional

La "internacionalización" de la Amazonia es un tema que irrita a las autoridades. "Obviamente que soy absolutamente contrario a la internacionalización de la Amazonia. Este es un lugar codiciado por el mundo, y ésa debe ser la razón por la que surgen esas ideas", le dijo a LA NACION el gobernador Braga.

"La Amazonia es nuestra, y nosotros, soberanamente, tenemos que decidir cómo cuidar de la selva", expresó Lula, molesto, esta semana en Europa, cuando se le consultó si el incentivo a la plantación de caña de azúcar -para fabricar etanol- no puede extender su cultivo por la Amazonia generando devastación.

Adario, de Greenpeace, organización que a veces es acusada de fomentar esas ideas de una administración conjunta, también se manifiesta contrario a la idea de una internacionalización. Pero provoca: "La Amazonia ya está internacionalizada: la soja es producida por Cargill, Bunge, ADM y Dreyfuss, todas extranjeras. El agua que sale de la canilla es de una concesión francesa; la electricidad es de una concesión norteamericana; la madera compensada de un empresario sueco…".

Greenpeace apoyó el lanzamiento de la ley en Amazonas. Según Adario, si las propuestas de la ley funcionan, serán un ejemplo para el resto de las regiones amazónicas. "Es la primera vez que un Estado adopta una ´política de cambios climáticos , que ni el gobierno nacional tiene", comentó.

Por otro lado, la certificación de "productos y servicios ambientales", dijo el dirigente, es una forma de introducir la idea de que el mercado también puede ser una salvación para la selva. "Si se logra hacer un negocio de productos y servicios que protegen la selva, es una forma de hacerle frente a otros negocios que la destruyen, como la demanda mundial de soja, minerales, carne, etcétera. El factor económico puede ser un aliado, ya que lamentablemente no podemos esperar que la protección de los recursos naturales ocurran simplemente porque el mundo tomó conciencia de que hay que hacerlo".

Adario recuerda una frase de un asesor de propaganda del ex presidente Bill Clinton. "El hombre decía ´ it is the economy, stupid . Ahora quizás el mundo comience a darse cuenta, con el cambio climático, que la frase puede ser otra: " It is the ecology, stupid ".

Por Luis Esnal

Los dueños de la tierra

Se estima que el 33 % es reserva indígena o áreas protegidas (reservas, parques nacionales, etcétera); otros 37 % son tierras públicas sin protección; el 6 % son asentamientos de campesinos, hechos por la reforma agraria, y 24 % son áreas privadas.

Entre lo que es área privada, una Comisión Parlamentaria de Investigación realizada en el 2001 determinó que el 10 % del total eran tierras sorrapeadas al Estado. Muchos de los títulos de propiedad fueron cancelados pero otros continúan siendo disputados en la Justicia.

En el 37 % de la Amazonia que es del Estado es donde, según Adario, "ocurre el combate. Todo el mundo quiere un pedazo de eso".

Lo trágico es que cuando el gobierno propone conquistar la "deforestación 0", se está refiriendo a los parques nacionales y las áreas protegidas. Es decir, lo que obviamente no debería estar sufriendo la deforestación. En el resto, la devastación continúa sin control, o con el poco control que permite una dotación de fiscales que lo dice todo: en promedio, cada agente cubre una superficie de selva del tamaño de Suiza, según Greenpeace.

En las áreas privadas, se permite una utilización del 20% y una preservación del 80 %. Ese índice no es respetado por casi nadie, ya que no existe un mapeo de las unidades rurales diseminadas por la Amazonia.

En apenas un año, el año pasado, Brasil perdió -según las mediciones de satélite- 13.000 kilómetros cuadrados de selva, lo que representa 60 ciudades de Buenos Aires juntas.

El propio "éxito" de Brasil en algunos sectores de commodities, alimentos y materias primas conspira contra el intento de preservación. Actualmente, Brasil es el mayor productor y exportador de carne del mundo, el segundo mayor productor de soja (y pasará a Estados Unidos pronto) y el mayor productor de madera, con 24 millones de metros cúbicos en el 2006. El consumo de la selva está embutido en el precio.

Noticias Agosto 1, 2007

El oro verde africano

El País – CLEMENTE ÁLVAREZ. Nada más penetrar en la vegetación, un calor espeso y húmedo se pega a la piel y decenas de moscas enloquecidas se arremolinan por toda la cara. Éste es el desagradable ambiente de uno de los paraísos de la biodiversidad del planeta: la selva de la cuenca del río Congo, la segunda mayor extensión de bosque tropical después de la Amazonia y el refugio de la mitad de todas las especies animales de África, entre ellas la mayor parte de los elefantes de selva y los últimos gorilas de llanura. Aquí dentro, gigantescos troncos se alzan como grandiosas columnas, y las ramas y hojas entretejen una hermosa bóveda de colores esmeralda que apenas deja pasar la luz del día. En esta fabulosa catedral de la naturaleza retumba de pronto el rugido de una motosierra.

Protegido tras la visera de un casco color naranja, el camerunés Moulele Thomas, de 38 años, comienza a hundir la hoja dentellada de su máquina en el vientre de un enorme árbol: unos 85 metros cúbicos de valiosa madera tropical africana, de la que España es uno de los mayores compradores europeos, junto a Francia e Italia.
No deja de caer lluvia de serrín rojo en medio del quejido de las sierras. Polvo de azobe, el 'oro verde' africano

Las madereras generaron mucho dinero rápido y después desaparecieron, dejando un paisaje desolador

Esta inmensa mancha verde que se extiende por seis países de África central (República Democrática del Congo, Congo- Brazzaville, Gabón, Camerún, República Centroafricana y Guinea Ecuatorial) encierra algunos de los últimos bosques primarios de la Tierra, además de cerca de 400 especies de mamíferos, 1.000 de aves, 1.300 de mariposas o más de 10.000 de plantas (3.000 de ellas, endémicas). Sin embargo, las sierras mecánicas de las madereras son todavía, junto a la agricultura y el fuego, una de las causas principales de que su extensión se siga reduciendo hoy a un ritmo de unas 700.000 hectáreas al año, casi tanto como la provincia de Málaga, según cifras de 2007 de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), de Naciones Unidas, que reconoce no disponer de toda la información en este continente. Otros cálculos anteriores de la Comisión de Bosques de África Central (Comifac) llegan a duplicar esta tasa de destrucción.

Ahora bien, no todo es siempre lo que parece: sobre la corteza del árbol que destripa Thomas con su sierra mecánica, un número 16 pintado en letras amarillas muestra que las cosas también empiezan a cambiar en África. Significa que éste es el ejemplar 16 de la parcela 17 D de la Unidad de Gestión Forestal (UFA) 00 004 de Camerún: un trozo de selva de los cerca de 5,5 millones de hectáreas de la cuenca del Congo que, según la organización ecologista World Wildlife Fund (WWF / Adena), están ya certificados o en proceso de certificación como bosques explotados de forma sostenible con el sello FSC (Forest Stewardship Council). No es mucho comparado con la superficie del resto de concesiones, pero constituye un cambio fundamental en África.

Basta darse un paseo por Madrid para encontrar una buena muestra de madera tropical africana en plena calle: muchos de los bancos de color pardo o rojizo más nuevos colocados en aceras y parques para que se sienten los transeúntes. Son de iroko, un árbol que sale de estas selvas del África negra. La organización internacional WWF asegura que España es el segundo importador en Europa de madera de la cuenca del Congo y el tercero del mundo, detrás de Francia y China. Una aseveración negada por la Asociación Española de Importadores de Madera (AEIM), que en cambio sí que confirma que el mayor proveedor de madera tropical del país en todo el mundo es Camerún, por delante de Brasil.

De acuerdo a las últimas estadísticas de la propia AEIM, en 2006 se descargaron en los puertos nacionales unos 140.000 metros cúbicos de madera procedente de este país africano, valorados en 58 millones de euros. "España compra mucha madera de la cuenca del Congo, pero no invierte en ella", se queja Elie Hakizumwami, un economista ruandés, de 47 años, encargado de bosques de WWF para toda África central, que lamenta que no haya ni una sola empresa española sobre el terreno que contribuya al desarrollo de la zona. Tampoco ninguno de estos 140.000 metros cúbicos de madera desembarcados el año pasado llevaban marcadas las siglas FSC. Un sello que para conseguirlo exige muchos requisitos y a veces complicados. Pero ¿qué quiere decir realmente en África eso de que el bosque sea explotado de forma sostenible?

Douala, la ciudad más grande de la República de Camerún, es una urbe caótica semejante a un gigantesco termitero humano por cuyas calles se amontonan cerca de dos millones de personas de muy diferentes etnias. Desde este puerto fluvial parten muchos de los barcos que luego cruzarán el océano cargados con madera tropical, y allí también se encuentra uno de los aserraderos de la empresa holandesa Transformation Reef Cameroun (TRC), la encargada de la UFA 00 004.

"Somos transparentes, los periodistas pueden pasar", se ufana en su despacho Jacques Huleux, director de gestión y certificación de esta compañía. "Había que cambiar, las condiciones eran deplorables. Durante los últimos 20 años parecía que todo valía, y esto no podía durar, se hacía realmente mucho daño. El propio Gobierno camerunés también ha evolucionado; ya no se trata del funcionario corrupto de antaño, ahora hay técnicos".

Junto a un mapa de la selva troceada en su mayor parte por distintas áreas coloreadas, este maderero explica el sistema de explotación que marca la ley del país: cada una de esas zonas es una concesión para 30 años, y la empresa que pague por ella debe dividirla en 30 parcelas. Sólo se puede explotar una por año; de esta forma se deja que el bosque se regenere, y al acabar el periodo se podrá comenzar de nuevo. Hasta no hace mucho, las concesiones eran de seis meses, y las madereras se llevaban todo lo que fueran capaces de cortar en ese tiempo. "Aunque ahora tampoco sea perfecto, la fórmula actual representa un progreso enorme", detalla el francés, mientras en el exterior no cesa de caer una fina lluvia de serrín rojo en medio del estridente quejido de las sierras. Polvo de azobé, el oro verde africano. "¿Que qué mejora la certificación? La diferencia es que te obliga a cumplir", se sonríe Huleux, que admite que aquí resulta demasiado complicado controlar todo el proceso de extracción para evitar que madera ilegal de origen desconocido salga del país mezclada entre el resto. "Algunos funcionarios siguen teniendo aún sueldos muy bajos".

Esta compañía holandesa comenzó hace un año el proceso de certificación FSC de la UFA 00 004, una concesión al oeste de Ndikinimeki de unas 100.000 hectáreas de selva. Allí mismo, el joven camerunés William Wainfoin lleva consigo varios tomos con los estudios ambientales y socioeconómicos realizados por la compañía TRC para el proceso de certificación. En estos papeles se describe la presencia en la zona de 415 variedades distintas de árboles y al menos 35 especies animales relevantes; entre ellas, los muy amenazados elefantes de bosque, cocodrilos, chimpancés o una decena más de primates.

La riqueza natural del área es tal que se estudia la creación de un parque nacional, el de Ebo. Y para reducir el daño se ha limitado una reserva de protección integral y se ha fijado toda una serie de requisitos para la explotación del bosque: tamaños mínimos para cortar, árboles protegidos, técnicas de extracción, cierre de caminos… "Lo realmente importante de todo esto es que al certificarnos permitimos que terceras personas de una entidad independiente vengan a verificar que hacemos lo que dice aquí", incide Wainfoin.

Bajo un toldo de lona verde instalado fuera del bosque, varios mapas unidos sobre un tablón muestran la ubicación exacta y el código de cada árbol de la explotación. El 16/17D está ya coloreado de rosa. A partir de ahora, cada etapa del viaje que emprenda la madera de este azobé debe ser registrada minuciosamente hasta llegar a las tiendas.

Pero en la selva de la cuenca del Congo no sólo viven elefantes y simios; de acuerdo a los datos de la Comifac, también dependen de este ecosistema cerca de 20 millones de humanos. Uno de ellos camina encorvado bajo una mochila por las mismas pistas de tierra en las que los camiones sacan el oro verde de la selva hacia Douala. Colgado de su espalda, doblada por el peso, lleva uno de los simios de la lista de especies destacadas de la UFA 00 004. Es un furtivo. Uno de los quebraderos de cabeza de los responsables de TRC para completar el proceso de certificación de la concesión. Como señala Cyrille Ekoumou, experto en FSC de la organización WWF, "lo que distingue también un bosque certificado de otro simplemente bien explotado es que las madereras están obligadas a invertir en las comunidades locales para reducir la presión sobre el bosque".

En los contornos de este trozo de selva de 100.000 hectáreas viven unas 20.000 personas, repartidas en 60 poblados y pertenecientes a una veintena de etnias distintas. En Yingui, poblado de los banen, vive Mack Jean, de 44 años, uno de los ocho representantes del comité campesino forestal de Yingui Sur, el grupo de participación local que discute los asuntos del bosque y que debe concretar con la compañía maderera los proyectos que se vayan a poner en marcha de forma conjunta.

En la zona son 11 los comités campesinos. "Queremos ayuda para montar un gallinero y una plantación de plátanos; además tenemos problemas para traer agua potable", detalla Jean. "El bosque lo es todo para nosotros", recalca Jean, que no entiende que los blancos se lleven los árboles sin recibir nada a cambio. En otros lugares del país, como Moloundou, las madereras generaron mucho dinero rápido y después desaparecieron, dejando atrás un paisaje desolador y gente mucho más pobre que antes.

En la selva, casi toda la vida de las comunidades locales transcurre sobre la tierra roja que cubre la mayoría de las carreteras. Todo lo demás es de color verde. Estas pistas marcan los límites de hasta dónde se puede llegar, y por ellas se van los días caminando de un lado para otro. Desde el borde se ve pasar a niños y niñas uniformados con los libros en la cabeza, mayores con cestos para recolectar frutos y leña, vendedores ambulantes, incluso brillantes motocicletas sobre las que se exhibe una elegante clase media. Pero también es desde aquí donde empieza el fuego. De camino hacia Kribi, donde otra empresa holandesa, Wijma, cuenta con la primera explotación certificada del país, la UFA 09 021, un hombre con las ropas todas tiznadas de negro contempla, entre troncos carbonizados, el hueco arrebatado a la selva. De la tierra ennegrecida surgen aquí y allá diferentes hojas verdes de lo que poco que acaba de plantar. Es un agricultor que se prepara para la época de lluvias.

Como indica Ekoumou, de WWF, la zona agroforestal comprende un máximo de cinco kilómetros de cada lado de las carreteras, y antes de que comiencen las precipitaciones más fuertes irán apareciendo muchas columnas de humo. Aunque pronto recupere su color verde y vuelva incluso a crecer la vegetación, toda esta selva más próxima a los caminos tiene ya muy poco que ver con el bosque original y ha perdido gran parte de su riqueza. "La selva virgen hay que buscarla mucho más adentro", afirma Jeremie Mba Aloo, jefe de Akak, un poblado que explota su propio bosque comunitario de 5.000 hectáreas, 200 cada año. Como cuenta, el abuelo de su padre conocía muy bien estos árboles y cómo utilizar su magia: "La gente iba al bosque para hacer su culto; buscaban el bubinga, un árbol anciano muy venerado, que da mucho poder". Mba Aloo explica que estos bubingas más viejos eran sagrados y no se cortaban jamás.

Buena parte del mundo conservacionista piensa que los últimos bosques primarios de la cuenca del Congo también deberían ser considerados sagrados y no tocarse, como los bubingas más viejos. Algunas voces advierten de que la certificación puede convertirse en la coartada de las madereras para entrar de forma definitiva en los últimos bosques primarios de la cuenca del Congo. Sin embargo, otras como WWF defienden que una de las vías para detener la deforestación causada por el avance de los grandes cultivos pasa por conseguir una explotación sostenible de la madera y otros productos del bosque rentable a largo plazo, y para ello la herramienta más poderosa hoy por hoy es el sello FSC.

Noticias Julio 24, 2007

Web 2.0 Debates en YouTube presidenciales USA

 

 

Es evidente que la Web 2.0 tiene propiedades para mejorar la democracia mucho más positivas que las que ha descubierto el "wiki" senador chileno Alejandro Navarro (no hay derecho). En Estados Unidos ocurrió el primer debate por videos en internet entre los precandidatos demócratas a la presidencia de ese país, a través de YouTube. La maravilla es la posibilidad de participación abierta y sin filtros de los ciudadanos: más de 2000 personas dejaron mensajes con preguntas grabadas en video en el portal de YouTube, los que fueron seleccionados y presentados durante el debate. Simultáneamente, el programa se emitía en directo por CNN. Cambia la Tv y cambia la política. Las tecnologías sí son un vehículo de mayor democracia en una y otra.