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eduardpunset.es Ahora sabemos que, en el mundo globalizado en el que vivimos, los niños –tanto como las empresas y los gobiernos– necesitan completar por lo menos cinco deberes para sobrevivir. Si algunos de los gobiernos autonómicos hubieran actuado conforme al nuevo conocimiento, se habrían ahorrado quebraderos de cabeza. ¿Cuáles son los deberes que los niños en las escuelas están aprendiendo ya y que, sin embargo, muchos políticos no imitan?

1. Saber focalizar la atención es el primer requisito indispensable. Aprender a concentrarse. La diversidad de pantallas y soportes, como los móviles, las consolas, Internet y las redes sociales, nos ha enseñado a lidiar con múltiples retos al mismo tiempo. La naturaleza especial de la materia que une los dos hemisferios cerebrales en el sexo femenino había hecho de la mujer una ganadora indiscutible en este objetivo de atender distintas tareas a la vez. Los demás, incluidos los niños, hemos tenido que estudiar las técnicas conocidas para focalizar la atención. Ahora bien, abordar simultáneamente distintos procesos es útil siempre y cuando no se pierda la capacidad de concentrar la atención en un problema concreto cuando sea necesario. Y esa habilidad no es fácil. Precisamente, muchos dirigentes políticos y empresariales están atendiendo tantas pantallas distintas a la vez que, como les ocurría antes a muchos «niños digitales», son incapaces de estudiar a fondo o fijarse en uno solo de los problemas que los rodean.

2. La gestión de las emociones tanto positivas como negativas (la felicidad, el odio ideológico, el desprecio y la falta de empatía) sustenta la segunda pauta del nuevo abecedario que se está enseñando a los niños, pero que desconocen todavía los dirigentes. De un tiempo a esta parte hemos descubierto que la experiencia individual incide sobre la estructura genética o cerebral. En diferentes laboratorios universitarios se ha podido demostrar la posibilidad de alterar procesos cerebrales mediante el puro ejercicio mental. Apenas se ha iniciado la rentabilización necesaria del llamado «principio de la plasticidad cerebral».

3. La resolución de conflictos es la tercera pauta del nuevo conocimiento indispensable para sobrevivir en el siglo XXI. Ya no cabe la antigua actitud de ignorarlos o aparcarlos. Es preciso abordar con ganas los dilemas. Y cuanto antes, mejor. Las interacciones entre causas distintas son demasiado numerosas y complejas para seguir creyendo que el tiempo lo cura todo. No es cierto. Problemas que antes podían arrinconarse en la despensa de la historia irrumpen hoy dislocando la vida cotidiana de las gentes: políticas equivocadas de inmigración, colapso de prestaciones sanitarias o de seguridad ciudadana y el aplazamiento de reformas indispensables como la del sistema financiero.

4. El descubrimiento del impacto universal e inmediato de las redes sociales es algo que los políticos, y no solo los economistas, se empeñan en ignorar. Deberían buscarse soluciones instantáneas en lugar de profundizar en distintos gabinetes hasta conseguir que la solución llegue fuera de plazo o cuando hace falta justamente lo contrario. 

5. Por último, están disminuyendo los índices de violencia a nivel mundial y aumentando los de compasión y altruismo. Nos lo enseña la ciencia tanto como la experiencia de los últimos años, en contra de lo que siguen opinando muchos sectores, sobre todo mediáticos. Cualquier opción política emparentada con la vieja lucha de clases está por ello condenada al fracaso. Lo único seguro es que la división entre derechas e izquierdas no sirve. No estamos en la sociedad industrial, sino en la de conocimiento y la innovación.