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Tecnosociedad

Noticias Agosto 14, 2007

Alvaro Zavala, Jazz chileno en Myspace

Abrirse al nuevo mundo: hace unos días publiqué un artículo de Quépasa, sobre la Generación MySpace y de cómo se ha transformado en un estilo de relaciones y un espacio de promoción de creadores independientes, al nivel que los sellos tradicionales están utilizándolo para promover sus últimas publicaciones, cediendo algunos preciados derechos de propiedad. Por estos días también terminé de leer el famoso libro La Economía Long Tail, de los mercados de masas al triunfo de lo minoritario, del periodista Chris Andreson. Uno de los ejemplos principales de cómo se ha democratizado la creación, distribución y búsqueda de productos con el desarrollo de internet y los motores de búsqueda, con consecuencias radicales de cambio para los modelos de negocio desde la música al retail. Con la "larga cola" pasamos de comerciar “mucho de poco” en las tiendas minoristas a “poco de mucho” que es infinitamente más masivo, económico y diverso para creadores y consumidores. Hasta que me encuentro con un ejemplo directo y real, un joven ingeniero que trabaja en un equipo al que tengo la oportunidad de asesorar, me cuenta que su hermano, un excelente músico chileno de Jazz, radicado en Buenos Aires, le contó (como si nada) que Scarlett Johansson (la misma) le dejó una felicitación en su sitio de MaySpace: Alvaro Zavala,

les recomiendo conocerlo y escucharlo.

Noticias Agosto 6, 2007

Web 2.0 – La generación MySpace

Quépasa. Una red social con más de 180 millones de usuarios y una poderosa arma de marketing. Eso es myspace.com, un sitio web cuyos creadores pretenden ahora conquistar el mercado de los celulares, influir en política y continuar su expansión internacional. Esta es la historia de una revolución on line que no parece tener límites.

Por Iker Seisdedos

La foto fue tomada en 2000 en una clase de cine de la Universidad de Los Ángeles. Alguien dijo: "Tom". Y el tal Tom, camiseta blanca y sonrisa nerviosa, se giró. Era la primera vez en su vida que posaba para una cámara digital.

La imagen, cuyo autor no recuerda ni el retratado, se ha convertido en este tiempo en una de las más difundidas de nuestra era. Forma parte de la vida de los más de 180 millones de usuarios de MySpace, una web de contactos y una revolución digital basada en las redes sociales. La próxima generación de los medios de comunicación y tal vez la herramienta de marketing más poderosa que el hombre haya conocido.

Una inmensa telaraña en la que cada cual vale lo que la suma del número de sus amigos. Y Tom Anderson es, a sus 31 años, el tipo con más amigos del mundo. Porque cuando uno crea gratis en www.myspace.com un perfil (una suerte de página personal que a menudo se ha comparado con una habitación virtual), el primero en sumarse (automáticamente) a la agenda de contactos es Tom, sólo Tom, presidente y cofundador de la web y el tipo a través de cuyo mensaje de bienvenida quedan conectados todos sus usuarios.

Por increíble que parezca, Chris de Wolfe, de 41 años y la otra mitad creadora y consejero delegado de la compañía, nunca, hasta este caluroso mediodía de principios de mayo en Los Ángeles, había oído la historia de la fotografía. Lo que sin duda conocía a la perfección es que utilizar aquella imagen como hilo infinito fue el secreto de un gran éxito.

Fundada a principios de 2004 por dos emprendedores, supervivientes de la primera burbuja tecnológica, MySpace ya había dejado atrás a mediados de ese año a su principal competidora, Friendster. "Había un montón de redes sociales comenzando al mismo tiempo", recuerda De Wolfe. "Nuestra ventaja es que teníamos una visión única, una mejor dirección y un equipo reducido, ¡sólo seis!, pero muy apasionado. Y una cara, claro. Un tipo corriente al que cualquier usuario se podía dirigir para expresar deseos o denunciar problemas con un simple correo electrónico". Muchos aún lo hacen; Tom recibe 50.000 e-mails cada día.

En agosto de 2005, un mes después de que Rupert Murdoch, magnate de los medios de comunicación tradicionales, pagase 580 millones de dólares por la compañía, la web superó a Google en número de páginas vistas, según la empresa de medición de audiencias on line comScore Media Metrix. Y en noviembre pasado, la imbatible Yahoo! dejó de serlo ante el empuje de MySpace, que registró 38.700 millones, frente a los 38.100 millones del portal.

Al comenzar a escribir esta frase, la web tenía 180.268.309 perfiles. Al terminar esta otra, 251 más. Unos 300.000 individuos se suman diariamente a un tren que, cada vez más, da la sensación de que hay que tomar para evitar perderse en esta nueva era. Un tiempo en el que una banda de rock sin contrato puede ser mundialmente famosa si las canciones que suenan en su perfil (permitir alojar archivos musicales fue otro éxito temprano de la web) conquistan a una audiencia potencial de millones. Donde los espíritus exhibicionistas encuentran un lugar para cumplir sueños de grandeza. O en el que, sencillamente, un día se entabla una relación al estilo de las viejas páginas de contactos, y al siguiente se corre en pos de amor o amistad a bordo de un avión de bajo costo a cualquier rincón del planeta. "No puedo hacer justicia a la seriedad de la pregunta qué se siente al haber influido a toda una generación", se excusa Anderson con un taco de pollo en una mano y una servilleta de papel en la otra en la sala de reuniones contigua a su despacho en la central de MySpace. Un anónimo edificio gris en una zona residencial de Beverly Hills (Los Ángeles) en cuyas puertas nada indica que en el interior se gestione la comunidad virtual. "Trabajamos 18 horas cada día y los éxitos se notan gradualmente. No te levantas un día y dices: '¡Uau, mira lo que hemos logrado!' Siempre supimos que sería grande. Incluso cuando teníamos 1.000 usuarios".

"En los negocios, las cosas siempre acaban yendo en otra dirección de la esperada", interviene De Wolfe. "Esta vez, en cambio, resultó exactamente como pensamos que sería en un principio". Habla de los viejos tiempos, cuando "cuatro o cinco ideas de negocio" rondaban su cabeza de ávidos emprendedores. "Si fallaba una, era esencial contar con un plan B".

Hace años que dejó de ser necesaria tal cosa. Más que alternativas, las ideas son ahora complementarias. "Nuestros planes B son ahora tres: la expansión internacional, el negocio de los celulares y ahondar en la tecnología de los videos para poder ofrecer a los usuarios una experiencia lo más completa posible", explica De Wolfe, quien en el reparto de papeles de la pareja es el tipo con los pies en el suelo, el que sabe canalizar las buenas y avanzadas ideas de Tom, ética y estéticamente un verdadero geek -un fanático tecnológico-, un tipo con un talento insuperable para los aparentemente insignificantes arcanos de la vida moderna.

Celulares. Internacional. Video. El padre, el hijo y el espíritu santo de MySpace a mediados de 2007. Las tres palabras que repiten sin cesar los trabajadores que usan zapatillas deportivas, rondan los treinta años y decoran creativamente sus cubículos con pósters de música y fotos de sus amigos del mismo modo que actualizan sus perfiles en la web. Que dicen cool a cada paso, se refieren a "Chris y Tom" sin apellidos ni tratamientos especiales y siempre en ese orden.

"Hemos reorganizado el trabajo y creado áreas para hacer frente a los nuevos tiempos", dice De Wolfe sobre una estrategia que, de triunfar, podría colmar todos los apetitos de un usuario medio (aunque más bien joven) de internet. Sobre todo, si se atiende a las palabras de Amit Kapur, vicepresidente a cargo del departamento de desarrollo de negocios, que primero cita líneas de progreso (como las subastas, el comercio electrónico, los servicios de suscripción musical o las ventas de tonos para móviles) y luego se apresura a asegurar que todas están en "fase embrionaria".

Mucho más palpable es el reto internacional de MySpace. A los casi 600 trabajadores con los que cuenta actualmente la empresa (una cifra bastante modesta si se compara con los cerca de 10.000 de Google) está previsto que se sume en el próximo año otra cantidad similar, que se repartirá por el mundo, en las 15 versiones locales que la página ha abierto en el último año y medio. De Canadá a Japón, pasando por los cuatro servicios que MySpace ofrece en español: la versión para latinos de Estados Unidos, la creada para el mercado sudamericano, la mexicana y la filial que echó a andar a principios de este año en España y, tras varios meses de pruebas para su adaptación, se inauguró oficialmente esta semana.

"Lo primero que hicimos fue contratar a la gente adecuada", explica Travis Katz, de 35 años, director general de la división internacional, acerca del desembarco en tierras españolas. "Tipos que estén muy al tanto de lo que sucede en la cultura popular del país; a los que les decimos: 'Ésta es su web, conviértanla en algo único". Los cuatro contratados hasta el momento (tres de los cuales provienen de una industria discográfica en declive) superaron un proceso de selección de meses en el que fueron entrevistadas decenas de personas para encontrar a quien cumpliese las exigencias de Katz. Su cometido ha consistido hasta ahora en adaptar el universo de la web a las idiosincrasias locales. Que implica desde supervisar la traducción de los contenidos ("las pequeñas cosas cuentan", dice Katz, "y en su idioma no es lo mismo una sugestión que una sugerencia") hasta establecer la composición de la página de bienvenida; qué bandas interesan para, por ejemplo, distribuir material exclusivo en la web (una decena de lanzamientos discográficos se han beneficiado hasta el momento de su potencial de marketing) o cuáles son los usuarios que el resto de la comunidad debería conocer. El trabajo ha dado ya sus frutos. Aunque el lanzamiento aún no se ha difundido ampliamente, el número de usuarios con perfil en España se ha multiplicado hasta rozar los 500.000.

Tantas nuevas ideas servirán a MySpace para convertirse en lo que en la compañía han bautizado como "portal de próxima generación", para referirse al modo en el que se piensa expandir una plataforma que parte con la mayor de las ventajas: una enorme masa de usuarios fieles "que vive y respira" y ha depositado tal carga emocional en la web que resultaría poco probable que la abandonara sin más. "Todos estos pasos tenemos que darlos con cuidado", admite Kapur. "No podemos permitir que los miembros de siempre se sientan alienados por las nuevas aplicaciones. Y desde luego, MySpace tiene que permanecer como un servicio en el que lo básico siga siendo gratis, aunque el que quiera acceder a servicios premium pueda pagar por ellos".

La compañía se enfrenta a los nuevos retos con la confianza que le da el haberse reinventado en el pasado. Sus usuarios han soportado con paciencia los problemas de una expansión sin precedentes en internet. Pocos han dado la espalda a la web, pese a que la adaptación tecnológica a semejante crecimiento no ha sido siempre fácil. Tampoco sucedió lo que muchos creyeron cuando, en el verano de 2005, entró Rupert Murdoch en escena; que si el espíritu independiente de la página había tocado a su fin, que si todo aquello se iba a convertir en una enorme excusa para vender de todo, que si los usuarios se sentirían estafados. Bien, la comunidad se ha quintuplicado desde entonces. "La gente es consumidora por naturaleza. Vivimos y respiramos productos. Así es la vida normal y así transcurre también en MySpace, que no es sino otra faceta más", explica Tom. "Hay análisis que fijan la rentabilidad de la compañía en 15.000 millones de dólares. Otros, en 6.000 (se vendió por 580)", añade De Wolfe. "No nos interesan mucho esas cosas. Pero hay quien dice que la compra de MySpace podría ser la más rentable de la historia de los medios de comunicación".

Desde luego, aunque los números de la compañía sólo se hacen públicos como parte del todo que forman los resultados en Fox Interactive (propietaria de otras webs de éxito como Rotten Tomatoes), la rentabilidad está garantizada. El 80% de los ingresos los brinda la publicidad. Y en agosto de 2006, Google acordó pagar a la compañía 900 millones de dólares porque la web usara sus motores de búsqueda.

Tanto éxito se debe, en parte, como asume la prensa especializada, a una decisión poco común en la historia de las adquisiciones de jóvenes compañías de éxito en internet por parte de enormes conglomerados: mantener a los tipos que le dieron la personalidad al proyecto (en este caso, Chris y Tom) en el centro de todas las decisiones.

Tampoco hubo que hacer caso a las alarmas que saltaron cuando la comunidad pareció hacerse mayor. "Un 40% de nuestros usuarios supera los 35 años en Estados Unidos", dice Anderson. "Creímos que los más jóvenes huirían despavoridos, pero se mantuvieron fieles". Y a salvo, añade la pareja. El control de la seguridad para menores de la web se ha reforzado, en cierto modo alentado por las denuncias por parte de algunos padres cuyos hijos han sido víctimas de abusos sexuales en relaciones nacidas de la página. Se fijó la edad mínima para participar en 16 años (antes eran 14) y se contrató a "un experto con más de una década de experiencia en estos asuntos", que tiene además el cometido de alejar de la web la amenaza del spam (correo electrónico no solicitado). Es la clase de lacras que podrían malversar la experiencia MySpace. Y que Chris y Tom saben que deben enfrentar para que la plataforma crezca como es debido.

Para afrontar tanto reto también se ha hecho crecer la compañía en el terreno de lo tangible. Se ha puesto en marcha una oficina en Seattle para los asuntos tecnológicos. Y se han creado departamentos especiales como el que dirige Jeff Berman, encargado de convertir MySpace en un serio contendiente en la conquista de los corazones de esa generación que se identifica al compartir videos (fundamentalmente en la web YouTube, líder en un sector en el que MySpace figura en segunda posición). "No se trata de competir", aclara Berman, de 35 años, en su despacho. "Estamos creando una comunidad sin parangón en la historia. Nuestros usuarios lo son también de YouTube, como lo son de la BBC. Nunca vamos a colmar todos sus deseos. Ya estamos donde queremos estar".

Berman, abogado de profesión y con experiencia en la alta política de Washington antes de convertirse, hace poco más de un año, en vicepresidente de relaciones públicas de la compañía, también es responsable del último y sorprendente giro de guión de MySpace. Se trata del canal sobre política Impact, donde se fomenta el debate de los asuntos de la nación y los usuarios pueden interactuar en los perfiles de los candidatos a las elecciones de 2008 en Estados Unidos (todos cuentan con su espacio en la web, y los más populares, que compiten en número de amigos, son Obama y Hillary Clinton). "A principios del año que viene", informa Berman, "efectuaremos una votación que se adelantará en la web a las primarias reales". El poder de influencia de algo así es insospechado.

Impact se viene a sumar a la decena de canales ya existentes, entre ellos los de videos, comedias y música. Este último es quizá el más famoso de la web y el que, al brindar un potencial inaudito de promoción a los grupos en el momento en el que la industria musical tal como la conocíamos se iba al carajo, acaparó más titulares en la prensa en los inicios de la compañía. Eso aunque Tom Anderson, músico frustrado en los noventa y cazatalentos para su propio sello MySpace Records, le reste importancia. "Creo que la web ha ejercido más influencia en la música que lo que la música ha supuesto para la página".

Noticias Agosto 5, 2007

Acuerdo Gobierno de Chile – Microsoft

Qué Pasa

Sin carta blanca…

 

Angel Jiménez de Luis. Microsoft no es el diablo, pero eso no justifica que se le dé carta blanca en el futuro de un país.

Esta semana ha llegado a nuestros periódicos y blogs el debate por el acuerdo macro entre el Ministerio de Economía chileno y la empresa Microsoft. El asunto tiene tintes folletinescos y promete ser de los que hacen historia en la red. Dar mi opinión sobre el tema puede suponer pecar de soberbia. Ver el asunto a miles de kilómetros de distancia hace que los pequeños detalles se pierdan y da una visión quizás demasiado general sobre un tema que es bastante complejo. La daré, sí, pero lo importante aquí, más que si Microsoft encarna al mismo diablo o si el gobierno maquina oscuros planes contra los ciudadanos, es la forma en la que se está materializando la resistencia al acuerdo.

Como escribe mi amigo y colega Sergio Rodríguez en su blog del periódico El Mundo, "esto suena a revolución, y suena bien". Lo dice porque en esta historia se dan elementos clave de la nueva sociedad en la que comenzamos a vernos envueltos y en la que la protesta y la movilización se hacen con nuevas herramientas. Para empezar, el gran debate ha surgido gracias al esfuerzo de los blogs, no de medios tradicionales. A esto hay que unir una plataforma, el Movimiento de Liberación Digital, que utiliza técnicas de la llamada web 2.0 para cohesionar las fuerzas que se oponen al acuerdo y con las que se consigue una mayor repercusión a escala planetaria.

El resultado, como ya he dicho, es un ruido que se escucha hasta en España, a pesar de que aquí Microsoft nos da nuestros propios problemas. La relación entre esta multinacional y los gobiernos es un fuerte quebradero de cabeza en todo el mundo y además no tiene fácil solución. Es imposible desligarse por completo de una marca que, guste o no, tiene el dominio de los sistemas operativos de usuario. Dicho esto, también es cierto que es posible, y tarea de los gobiernos, tratar de fomentar la competencia y no cerrarse en exclusiva a una única empresa privada.

Esto es lo que ha hecho el Ministerio de Economía: otorgar a la empresa de Redmond plenos poderes para desarrollar "su" versión de la sociedad digital, sin pensar que hay otras formas de hacer las cosas que tal vez sean más interesantes para el conjunto de la sociedad chilena. Puede que los objetivos que persiga el ministerio sean buenos o deseables, puede que incluso obrara con buenas intenciones. El caso es que ha dejado todo el asunto en manos de una única empresa -sin concurso público, afirman sus detractores- a pesar de las alternativas.

¿Qué alternativas? Tomemos, por ejemplo, el caso de los sistemas operativos. Desde hace años, Linux -ese sistema operativo libre, creado y mantenido de forma voluntaria por miles de usuarios y empresas y que cualquiera puede descargar y utilizar sin coste alguno- cobra fuerza en varias administraciones. Brasil es, probablemente, uno de los países que con más entusiasmo lo han abrazado. Es también el protagonista de varios programas de desarrollo específicos para varias regiones en Europa y EE.UU. Quienes se oponen a su implantación a menudo citan que los costes de mantenimiento pueden llegar a ser superiores y sí, tal vez tengan razón. Es un punto muy complejo de demostrar. Lo cierto es que, a cambio, ofrece un desarrollo mucho mayor de la industria informática local, abriendo el mercado a empresas nacionales de soporte, mantenimiento y programación que más adelante pueden incluso exportar su talento a países vecinos.

En este caso el acuerdo no se centra en los sistemas operativos, sino en el uso de la plataforma Live para proveer información y herramientas de comunicación a los ciudadanos. Live es la estrategia de Microsoft que aglutina los servicios de la nueva era web, tales como correo electrónico, blogs, callejeros, álbumes de fotos o servicios de mensajería instantánea. Puede llegar a ser una buena plataforma pero al igual que ocurre con los sistemas operativos hay alternativas abiertas y que dejan el poder en mano de los ciudadanos y las administraciones y no a merced de una corporación privada, incluso aunque la corporación mantenga puestos de trabajo en el país y realice fuertes inversiones.

La clave es ésa: estándares abiertos, apostar por programas y plataformas libres y, en la medida de lo posible, fomentar el desarrollo de una industria local antes que dar soporte a multinacionales de fuera. Microsoft no es el diablo, pero eso no justifica que se le dé carta blanca en el futuro de un país.

 

¿Por qué tanto revuelo por el acuerdo?

Carlos Osorio. ¿Por qué tanto revuelo por el acuerdo? Esta pequeña tormenta es un botón de muestra de un desconocimiento en el tema que a pocos les pareciera importar.

Por Carlos Osorio y Ángel Jiménez de Luis

¿Por qué tanto revuelo por el acuerdo de Microsoft con el gobierno de Chile? Vamos a analizar las posiciones. Antes, sin embargo, hago un disclosure: trabajé en parte del acuerdo como asesor por unos meses del ministro de Economía. No trabajo ni he trabajado para Microsoft, sólo soy académico y usuario de software propietario y de fuente abierta. Sepa además que durante mis años en Harvard y el MIT investigué, publiqué y presenté en América Latina, Europa y EE.UU. las bondades del software libre en general, en especial para el gobierno digital. Ahora seguimos con el tema.

Por un lado, el gobierno y Microsoft dicen que el acuerdo sólo es un marco de entendimiento en que MS hace una donación a Chile en el contexto de responsabilidad social empresarial y el gobierno se compromete a actuar de contraparte. Por otro lado, la oposición al acuerdo mediante blogs y declaraciones ha mencionado que el gobierno se vendió a Microsoft, que todo se hizo a escondidas, que se hipotecó "el principio de neutralidad tecnológica" y que se habría regalado la información de todos los chilenos a la empresa. Son palabras fuertes, pero ¿tienen sustento?

La formalidad del acuerdo. Todo comienza con una declaración de Alejandro "Wikipedia" Navarro. El 18 de julio, citando su sitio como fuente, se dirigió en la 36a sesión del Senado diciendo que "este acuerdo, joint venture o sociedad, como es definido en el Acuerdo Marco…". Aquí nace parte del problema. El pacto establece que "nada en este Acuerdo será interpretado como estableciendo una sociedad, joint venture (en Chile, similar a la unión transitoria de empresas), agencia, empleo u otra relación similar entre las Partes". Por alguna razón, el senador leyó mal, no entendió lo que leyó, o decidió tomarse algunas libertades al hablar del tema. El acuerdo no obliga a Chile.

"El acuerdo se hizo en secreto". La firma fue en mayo y salió en la mayoría de los diarios. Lamentablemente, y para variar, el sistema de comunicaciones del gobierno no brilló por su excelencia. ¿Se quiso esconder? No, pero el gobierno debería hacer un mea culpa -una vez más- por una política comunicacional a media máquina.

El acuerdo vulnera el principio de neutralidad tecnológica. Antes que nada ¿existe tal cosa? Las primeras referencias a esto aparecieron en los 70 (la tecnología debe ser neutra y libre de valores. No es buena ni mala, sino lo que importa es cómo la utilizamos). Entre otros, Weizenbaum -desde la computación en 1976- y Ihde -desde la filosofía en 1979- argumentaron que no existe tal neutralidad. Uno no sólo "utiliza" la tecnología, sino que sin quererlo se decide por patrones de comportamiento. Otra cosa es la "imparcialidad tecnológica". El gobierno no debe preferir a priori un sistema o proveedor sobre otro. Se dice que el acuerdo estaría favoreciendo a Microsoft, sin embargo una de las premisas fue que debería ser agnóstico al tipo de soluciones en la administración pública, mediante la utilización de estándares de compatibilidad e interoperabilidad de sistemas. Si no es interoperable, entonces no ha lugar.

¿El acuerdo obligaría al Estado a utilizar soluciones Microsoft? Tampoco es verdadero. ¿Se podría decir entonces que el Gobierno estaría obligando o incentivando a que pymes, personas y escuelas usen sistemas Microsoft? Tampoco? parte de la imparcialidad tecnológica tiene que ver con que, si una empresa viene y dice "quiero donar plata para ayudar a pymes y personas" uno no tenga por qué decirle que no a priori; igualmente no hay por qué negárselo a ninguna otra empresa ya sea Oracle, Sun, IBM, o RedHat.
¿Microsoft tomaría control de nuestros datos personales? No sólo es legalmente imposible, sino que la idea del portal del ciudadano es que la información llegue a una casilla correo. Si no quiero usar Hotmail, sólo tengo que revisar todo desde mi Gmail. Nadie obliga a nada.

Por último, hay quienes se han sorprendido -"Wiki" incluido- por la firma del acuerdo, dado que el mismo Ministerio de Economía tiene proyectos andando en temas de software libre y de fuente abierta. Aquí hay que hacer un párele, porque la conversa comienza a darse más en términos absolutistas que respecto de los objetivos de la tecnología. El tema no es sólo una cuestión del precio de la licencia, sino que cada tipo de software tiene propósitos y requiere competencias distintas.

Esta pequeña tormenta es un botón de muestra de un desconocimiento en el tema que a pocos les pareciera importar. Éste se debe a falta de información, pero, más importante aún, a falta de capacidad y educación para entender tecnología, estrategia y política tecnológica. Lo anterior, unido a la tendencia cada vez más común en Chile de importar la opinología desde la farándula a la política, no augura buenos resultados.

Noticias Agosto 1, 2007

El Lugar de la Innovación

Enjambre – Manuel Tironi. La innovación depende de muchos factores. Educación, cultura emprendedora, infraestructura, tecnología, capital de riesgo, creatividad, I+D, universidades y gobiernos son algunos de ellos. Pero, ¿y el territorio? ¿Es el territorio un catalizador de la innovación o de sus requisitos? ¿Qué rol juega el espacio en la incubación y difusión de la innovación?

Estas preguntas rondan los departamentos de economía, geografía y urbanismo (y últimamente de antropología, management, ciencias cognitivas) al menos desde fines del siglo XIX. Y la respuesta, con todo el peso de la evidencia acumulada, es contundente: sí, el territorio importa –y mucho- a la hora de producir innovación.

En cien años de investigación las aproximaciones al tema han sido muchas y diversas, desde las primeras teorías sobre los clusters hasta las últimas nociones de la ciudad creativa –pasando por la teoría de los milieus innovadores y la learning region. Todas, sin embargo, han reforzado la certeza de que la innovación requiere de un lugar para formarse y desplegarse. Hagamos un paneo rápido sobre algunas ideas claves.

La proximidad espacial de agentes económicos crea las condiciones idóneas para que la innovación nazca y fluya. La concentración espacial facilita el feedback de información, la imitación virtuosa, la especialización productiva y la competencia, así como la distribución de costos, las economías de escala y la formación de mercados laborales especializados compartidos.

Sin embargo, el territorio no es sólo una delimitación física que fuerza la aglomeración. El territorio es un complejo sistema compuesto por culturas locales, instituciones, sistemas de valores y agentes de diverso tipo. Esta es la idea de milieu: la innovación no emerge de la pura proximidad espacial entre las empresas, sino del entorno del cual esta aglomeración es parte. Y este entorno está formado por un ensamblaje único entre productividad, identidad, especialización, historia, arquitecturas políticas y paisaje.

Un ejemplo clásico es la idea de ‘buzz’ o ‘atmósfera’ industrial. El ‘buzz’ es ese murmullo etéreo e intangible que guía el quehacer de las empresas y que está formado por un mix entre conocimiento tácito, rumores, relaciones informales y saber técnico. Este ‘buzz’ ha demostrado ser fundamental para que la competencia dentro de un cluster o distrito no termine en fratricidio sino que, por el contrario, devenga cooperación, complementariedad y, finalmente, innovación.

Lo interesante es que este ‘murmullo’ no es capital de una firma, ni tampoco del cluster del que ésta forma parte, sino que del delicado e irrepetible entramado que el cluster establece con el espacio local en el que se asienta: esta atmósfera se cocina a fuego lento y si bien las empresas son un ingrediente esencial, sin los aportes del contexto espacial general el potaje no logra su consistencia necesaria. Varios estudios han mostrado que el ‘buzz’ se pierde por completo cuando un cluster se relocaliza (incluso cuando lo hacen todas sus firmas), y ya es famoso el rol jugado por la ‘cultura californiana’ en las dinámicas que hacen de Silicon Valley lo que es (un lugar muy distinto al, por ejemplo, conglomerado hi-tech sobre la Route 128 en Massachussets).

Aquí las enseñanzas son varias. Primero, que el territorio –léase la región, la ciudad, la comuna, el distrito- es efectivamente un factor a tomar en cuenta a la hora de pensar cómo generar innovación. Segundo, que la innovación no se manufactura, sino que está anclada en un complejo sistema local. O, lo que es lo mismo, la innovación no es sólo una cosa de futuro, sino también de memoria, identidad y patrimonio (social, cultural y físico). Y tercero, no existe “la” innovación, sino que innovaciones en plural, y que antes de intentar replicar lo sucedido en Baden-Baden, el Randstad o Emilia-Romagna, nuestros policy-makers mejor harían buscando en sus propios territorios los recursos endógenos para crear innovación, nuestra propia innovación, la única innovación posible.

Noticias Agosto 1, 2007

The Long Tail & Wikinomics

Digitalismo – Carlos Scolari. En Digitalismo nos quejamos a menudo de los largos períodos de tiempo que debemos esperar antes de que las editoriales iberoamericanas traduzcan y publiquen obras de referencia (publicadas originalmente en inglés). Algunos libros -best sellers literarios o ensayísticos-, por el contrario, nos llegan después de unos pocos meses. Tal ha sido el caso de Wikinomics, un libro sumamente interesante publicado en los Estados Unidos en el 2006 y que ahora está disponible en castellano.

Ayer, en medio de ese caos organizado llamado FNAC, encontré la traducción de The Long Tail, el best seller de Chris Anderson -sucesor de Kevin Kelly en la dirección de la revista Wired– publicado también en el 2006.


Hace unos meses, cuando Alejandro Piscitelli entrevistó a Alfons Cornella, nuestro digitalista honoris causa le preguntó al experto en innovación cuál había sido el libro más importante del 2006 desde su perspectiva. Cornella no dudó ni un segundo: The Long Tail.

¿Por qué es tan importante el libro de Anderson? Porque propone un modelo que sirve para explicar una de las transformaciones más importantes de la economía en red: la extensión de los mercados gracias a la expansión de la oferta de productos. En pocas palabras, estamos pasando de una economía basada en los "hits" (muchos consumen un puñado de productos exitosos) a otra fundada en los "nichos" (el mercado se fragmenta en el consumo de una larga serie -la 'larga cola'- de productos muy específicos). La difusión de la red digital, sumada a sofisticadas tecnologías -como los potentes motores de búsqueda, los filtros que nos permiten encontrar lo que buscamos e identificar productos similares o los programas que facilitan la producción cultural como el paquete iLife de Apple-, están transformado de manera radical nuestra concepción de los mercados, la producción y el consumo.

El libro de Anderson nos presenta una 'larga cola' de ejemplos, desde la atomización del mercado musical -miles de nuevos grupos pasan del garage a la web, donde van encontrando sus grupos de fieles oyentes- hasta fenómenos como Amazon, Google o iTunes. El libro está escrito en un estilo user-friendly y va desmenuzando las consecuencias de este proceso de manera didáctica.

Finalmente, ¿por qué creemos que este libro es tan importante para los comunicadores? Porque la industria cultural es una de las más afectadas por la 'long tail'. No nos olvidemos que el mercado de libros o el musical han sido los primeros afectados por este fenómeno, pero sus consecuencias ya son visibles en el mercado de la información (wikipedia, ohmynews, blogging, etc.) o de las producciones audiovisuales (youtube). Esto nos obliga a reescribir la economía política de la comunicación y, sobre todo a los jóvenes comunicadores, replantearse sus estrategias de desarrollo profesional e inserción en el mercado.