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web 3.0

Noticias Septiembre 30, 2008

Europa quiere liderar el desarrollo de la Web 3.0

“La Web 3.0 significa la posibilidad de hacer negocios, crear redes
sociales en cualquier momento o en cualquier lugar, sin discontinuidad,
mediante redes rápidas fiables y seguras”, Viviane
Reding
(Comisaria de Sociedad de la Información)

elpais.
La tercera generación de Internet será más interactiva. Los nuevos usos de
Internet, la llamada Web 3.0, son ya una realidad, todavía incipiente, a la que
la Comisión Europea quiere que se sume con fuerza la Unión para aprovechar sus
grandes posibilidades para la economía y el desarrollo tecnológico. El
principio del que parte Bruselas es que la Internet del futuro cambiará
radicalmente la sociedad, y Europa debería ponerse el frente de esa revolución
social. Un informe de la Comisión hecho público ayer señala que la cuarta parte
de los europeos utilizaba en 2007 los sitios de la Web 2.0, aquellos en los que
el internauta es protagonista, y que ya hay señales suficientes. A finales del
año pasado, la mitad de los europeos tenía acceso a banda ancha de dos
megabytes por segundo o más (el doble que hace un año), una capacidad que
permite ver televisión en la pantalla del ordenador, y que el 79% de las zonas
rurales tenía acceso a banda ancha, frente al 93% de las áreas urbanas (88% y
91%, respectivamente, para España).
La Comisión
mantiene que las nuevas aplicaciones tecnológicas convertirán a la red en un
“Internet de los objetos”, con constante interacción de máquinas,
vehículos, aparatos, sensores y muchos otros dispositivos. Gracias a ella, los
billetes electrónicos son ya una realidad, y los dispositivos móviles
intercambian datos para realizar pagos u obtener información. Se calcula que
más de mil millones de teléfonos irán equipados con esa tecnología de aquí a
2015.

“La Web 3.0 significa la posibilidad de hacer negocios, crear redes
sociales en cualquier momento o en cualquier lugar, sin discontinuidad,
mediante redes rápidas fiables y seguras”, señala en un comunicado la
comisaria de Sociedad de la Información, Viviane Reding. “Debemos
asegurarnos que la Web 3.0 se haga y utilice en Europa”. Lo
que propone Reding es que se impulse el acceso a la banda ancha de la próxima
generación, mientras insiste en que debe seguir abierta a la competencia, deben
evitarse las restricciones a la capacidad de elección de los consumidores y se
debe financiar la investigación en esa internet del futuro. La
Comisión ha iniciado también una consulta pública sobre políticas e iniciativas
privadas para explotar las posibilidades de la Web 3.0.

 

 

Noticias Agosto 2, 2008

La web 3.0

ampliar imágen

El críptico y extendido casi al infinito lenguaje
técnico de palabrejas extrañas, nuevas, misteriosas que pueblan el mundo
digital es un espacio ideal para el pretencioso que abunda entre chilenos. Cada
vez que en una conversación se mencionan las facultades de blogs y wikis para
los negocios y la vida, no falta ese lector de viñetas tecnológicas que
anunciará ufano “pero ahora viene la web semántica”
(…sonido
de grillitos)
, algo así como que ahora se
llevan la bastillas más largas. Bueno para seguirles el juego, unas líneas sobre web 3.0 o web semántica:

La web 3.0 y el futuro de Internet

emol. Todavía estamos descubriendo la web
2.0 en internet, esa que nos permite ocupar Google, subir comentarios a blogs y
mostrar nuestro perfil en Facebook.
Todo futuro está aquí para quedarse. El
problema es que hay muchos futuros pero falta espacio para todos. La “Web
2.0” abrió internet a los tontitos que no teníamos idea de computación. De
la noche a la mañana pudimos postear comentarios en blogs; subir nuestras fotos
a los fotologs; coordinarnos para hacer revoluciones pingüinas sin que los
medios de comunicación se enteraran; darnos a conocer en Facebook, allí
recuperar amigos perdidos hace décadas; Google hizo posible encontrar cualquier
cosa que quisiéramos… y todo sin necesitar a webmaster alguno. Sólo nosotros,
nuestros dedos y nuestro teclado.
Por Alfredo Sepúlveda



¿Y ahora qué?

Si existe una web 2.0 es porque antes existió
una 1.0, y probablemente –aunque los nombres de este bautizo no son todo lo
creativos que uno espera de gente que respira internet– existirá una web 3.0.
La web 1.0 es hoy una pieza de museo, pero su creación en 1991 hizo posible que
internet se transformara en el monstruo que es hoy. La idea tras ella era de un
científico inglés que trabajaba para la Organización Europea para la
Investigación Nuclear, llamado Tim Berners–Lee. Él fue el promotor del
hipertexto, es decir, la facultad que tiene una parte del texto que vemos en
pantalla (esas letras generalmente azules) de llevarnos (si es que ponemos la
flechita–manito del mouse encima y hacemos click) a otro texto, con otros
hipertextos. Haciendo honor al giro de la institución que cobijó esta
innovación, internet explotó, se llenó de páginas web, y hubo el alza y hubo la
caída de las empresas punto com.

Mientras todo el mundo se preguntaba qué
diablos iba a ocurrir en momentos en que la promesa de dinero rápido reventaba
como globo de cumpleaños infantil, el irlandés Tim O’Reilly –hoy uno de los más
grandes propulsores del movimiento de código abierto– organizó una conferencia
en 2003 a
la que llamó “web 2.0” y en la que, básicamente, describió con
bastante certeza cómo iba a ser el futuro de la web… que es el presente de la
web.

Pero la web, más que un asunto de nombres y
progresiones numéricas, tiene un problema ontológico: mientras más fácil se
hace buscar los datos, más crece la cantidad de datos, y por lo tanto, cada vez
es más difícil obtener lo que uno anda buscando. Google, la empresa–símbolo de
la web 2.0, aquella que transformó la antigua búsqueda a través de directorios
temáticos en una potente y eficiente herramienta casi mágica que permite
encontrar lo que uno busca simplemente tecleando palabras, se hizo cargo de
este problema. Y todo indica que lo seguirá haciendo por un buen rato.

Pero hay gente que piensa que en algún momento
el sistema de búsqueda de Google (basado en un algoritmo mágico que se expresa
en un programa llamado “pagerank”) no dará abasto. Y entra aquí la
idea de una web 3.0, una que en teoría reemplazará a lo que existe hoy.

Google, desde luego, mira un poco por sobre el
hombro esta idea de una web 3.0 revolucionaria. Eric Schmidt, gerente General
de Google, no le dio demasiada importancia cuando ocupó el podio en una
conferencia en Corea el año pasado. “La web 3.0 va a ser, al final”,
dijo, “varias aplicaciones ensambladas. Las aplicaciones serán
relativamente pequeñas, los datos estarán en todas partes y podrán correr en
cualquier aparato, computador o teléfono móvil. Serán muy rápidas, muy personalizadas
y, lo que es más, se repartirán en forma viral, literalmente a través de redes
sociales, por mail. No irás a la tienda a comprarlas”. Otros expertos
sostienen que hablar de Web 3.0 es, derechamente, una herramienta de publicidad
y relaciones públicas para vender productos que aún son de web 2.0.

Sin embargo, el problema del crecimiento
inmanejable de los sitios, páginas y datos –el petróleo que explota Google–
sigue ahí. Y un viejo conocido ha estado muy preocupado del tema.

En 2001, en un artículo publicado en la
revista Scientific American, Tim Berners–Lee, el inventor de la web, junto a
otros autores, dio a conocer al mundo una nueva idea: la red semántica. Va más
o menos así: una señora va al doctor con su hija. El doctor le dice que tendrá
que someterse a una terapia. La hija, simplemente apretando botones en su
celular, consigue 1) que su “agente de web semántica” encuentre
información del tratamiento prescrito para su mamá desde el “agente de web
semántica” del buen doctor; 2) que el infrascrito “agente” cree
una lista de proveedores que den el tratamiento, que sean compatibles con el
plan de salud de mamá y que estén a 30 kilómetros de la
casa; y 3) que más encima los categorice de mejor a peor. El “agente
web”, además, se comunicará con el “agente web” de mamá, de
papá, de los proveedores y revisará una hora que todos tengan libre para que
finalmente la señora tome una hora médica. ¡Bingo!

El “agente web” no es,
evidentemente, humano, sino un programa “volante” que entra y sale de
bases de datos, coteja y recopila la información y se comunica con otros
programas volantes. ¿Sería distinto de lo que tenemos hoy, en que al final,
googleando y googleando, podemos conseguir la bendita información? Bueno, que
en la –eventual– era de la red semántica, el “googlear y googlear”
será ejecutado por la propia red.

“La mayor parte del contenido actual de
la web ?sostenían los autores de este artículo? está hecho para que los humanos
lo lean, no para que los computadores lo manipulen con significado”. Lo
que proponían en ese artículo era una suerte de web que “supiera” lo
que uno necesitaba. Desde luego, no era una web pensante a la manera de la
computadora de la película “2001, Odisea del Espacio”, se apresuraban
en aclarar los autores, sino una cuyo lenguaje –el lenguaje que se usa para
escribir, para programar páginas web– pudiera expresar significado. La versión
online de este artículo, por ejemplo, hoy podría tener los descriptores
“web 3.0”, “futuro”, y mi nombre para que Google lo encuentre
en internet. ¿Pero qué tal si en el mundo de la web semántica, esos
descriptores transmitieran al agente, además, las horas en que estoy en la
oficina, por si alguien quiere ubicarme; o las otras cosas que he escrito, o
aquellas en las que me basé para escribir esto; o los datos de cómo ubicar al
mismísimo Tim Berners–Lee?

Uno de los más grandes promotores de la idea
de la web semántica hoy es Nova Spivack, el fundador de Radar Networks, una
empresa que ha gastado decenas de millones de dólares en crear sitios basados
en esta idea; algunos son buscadores y uno de ellos es Twine, una suerte de
Facebook “inteligente” (un “artificialmente inteligente
asistente web”, lo denomina), que está en etapa de prueba y al que hay que
ingresar a una larga lista de espera antes de que le den a uno autorización
para usarlo.

Spivack se ha hecho famoso por su definición
del desarrollo cronológico de internet. Según él, los ochenta fueron del
computador personal y las carpetas; los noventa de la web 1.0 y de los
directorios; esta década es de la web 2.0 y las búsquedas por palabras clave;
la del 2010 será la de la red semántica, la web 3.0… y hasta avizora, por
allá por el 2025, un web 4.0: una que sea capaz de razonar. En la última
entrada de su blog (12 de julio, al cierre de esta edición), Spivack había
decretado la muerte de… los blogs, o más bien, la transferencia de su
contenido a nuevos formatos como su “guagua” Twine. Esos formatos él
los llama “redes de interés” (ojo: Facebook es una “red
social”). “Las redes de interés, creo ?dice? son la próxima evolución
de los medios sociales. El próximo paso después de los blogs, agregadores,
páginas personales y redes sociales. Los junta a todos en una nueva síntesis,
que es, finalmente, lo que todos queremos lograr con todas esas herramientas
separadas. Las redes de interés son un gran salto hacia un ambiente de medios
sociales más unificado, productivo y manejable”.

En octubre del año pasado, Tim O’Reilly se
enfrascó en su blog en un activo intercambio con Spivack. “Web 2.0 era un
nombre bien malo para lo que estaba pasando (el nombre de Microsoft, Live
Software, es probablemente el mejor término que he visto), así que no sé por
qué queremos incrementarlo a web 3.0. Pero cuando la gente me pregunta sobre la
web 3.0, no pienso para nada en la red semántica”. Para O’Really, lo que
sea que venga en la red tendrá que ver con un incremento notorio en la calidad
de lo que tenemos hoy: “Un mundo en el que la inteligencia colectiva
emerja no solo de personas tecleando en un computador, sino de la instrumentalización
de nuestras actividades”. ¿Ejemplos? Wesabe, un sitio que toma la
información de los gastos que hace uno con la tarjeta de crédito y lo ayuda a
uno a manejar las finanzas personales (y gastar menos). Jaiku, otro sitio, que
permite llevar la lista de contactos al celular.

Si hasta el momento cuesta imaginarse de qué
se trata todo esto… bueno, es porque estamos hablando del futuro, y al futuro
lo estamos esperando. Pero también costaba imaginarse el hipertexto en los
ochenta (¿para qué, si tengo todo en la carpetita de mi computador personal?),
o a Google en los noventa (¿De qué hablas? Encuentro todo lo que quiero con
directorios como Yahoo). Para comerse el pastel del futuro, dice O’Reilly,
habrá que esperar a que éste salga del horno.


Los próximos 5 mil días de la web

En diciembre del año pasado la web cumplió
cinco mil días, y Kevin Kelly, escritor, biólogo, empresario y director
ejecutivo de la revista Wired, dio una conferencia en la que se aventuró a
pronosticar cómo iban a ser los próximos cinco mil de la red.

Considerando que hace cinco mil días la mera
idea de la web como es hoy (gratuita, mapas satelitales, teléfono, películas,
compra de pasajes, de entradas, mensajes de texto al teléfono) era una suerte
de fantasía jipi, Kelly piensa en grande para el futuro. No en vano es el
creador de “Long Now Foundation”, entidad que tiene como misión
imaginarse cómo será la humanidad en 10 mil años.


Aquí algunas de sus predicciones sólo para los
próximos 13.

La web será una sola y gran máquina. Con ocho
terabytes de tráfico por segundo (un terabyte son mil gigabytes), 255 exabytes
de información guardada en forma magnética (uf, un millón de terabytes) y
consumiendo el cinco por ciento de la electricidad del planeta, la red hoy no
es chica. Y se dobla en tamaño cada dos años.

Todas las ventanas miran a la red. Hoy
estamos, según Kelly, en el inicio de este proceso. Los teléfonos se asoman a
la web cada vez más, si no, pregúntele a su Blackberry. Así, cada pequeño
aparato –teléfonos, computadores personales o portátiles– es en realidad una
ventana a la web. Pero falta que las teles miren a la red… o que cosas
inimaginables hasta ahora lo hagan, como los autos.

Será “la internet de las cosas”.
¿Por qué un auto no puede ser una ventana también? ¿Por qué no sacar el
programa que gobierna el sistema ABS de dentro del auto, y dejarlo en la red,
de manera que el auto se comunique con ella para hacer funcionar el sistema de
frenos? ¿O que el cepillo de dientes recuerde la forma de tu dentadura (que está
en la red también)?

Hay un precio que pagar. Y es que la forma de
la dentadura de uno esté en la web. Que seamos absolutamente dependientes de la
red para recordar todo. Pero Kelly dice que hace miles de años nos hicimos
igual de dependientes al alfabeto, y que nos ha ido lo más bien así.

Noticias Junio 7, 2008

Web 3.0 está aquí: internet móvil

Steve Bratt, consejero delegado de W3C

Steve Bratt, consejero delegado de W3CBDigital Global Congress

elpais. Toca cambio de dígito y no por antojo del paso del tiempo o porque al 2.0 le siga de forma correlativa el 3.0: hay evidencias de que se está construyendo una nueva forma de entender y consumir Internet. Durante más de una hora, Steve Bratt, CEO del consorcio internacional que produce estándares para la World Wide Web (W3C) y mano derecha de Tim Berners-Lee, creador de la web, ha intentado explicar la web que viene. Aquella que es inteligente, que entiende y relaciona lo que el usuario busca -semántica-, aquella que se puede transportar en la palma de la mano porque es móvil, aquella que es capaz de programar el horno de casa minutos antes de llegar… en definitiva la Web 3.0.

Uno de los grandes retos que ha anunciado Steve Bratt y por el que pasa el futuro de Internet es el móvil. En la actualidad el 80% de la población que tiene un celular podría acceder a Internet a través del móvil, “lo que supondría duplicar el número de usuarios”, explica Bratt. Para alcanzar esas cifras, aún habría que superar algunos problemas que no vienen más que a ser retos para este gurú de la web: “hay ciertas barreras en el despliegue de las páginas web en el móvil, también ciertos administradores que eligen determinados controladores para navegar por su site o que desconocemos el coste de ciertos servicios por lo que optamos por no navegar con el móvil”.

 

Mientras Bratt enumera los inconvenientes, también despeja la incógnita: “hay directrices muy simples de cómo diseñar los contenidos de una web de forma que se puedan adaptar en todos los dispositivos”. La Web 3.0 también llama por tanto al móvil.

 

Inteligencia artificial

 

Los pilares de la nueva web también pasan por la inteligencia artificial. La denominada web semántica, capaz de tejer una maraña de información ultra relacionada de tal forma que el contenido queda mejor clasificado en la Red.

 

Las aplicaciones son infinitas, no sólo en el texto: el vídeo también puede ser tratado de forma diferente: “podemos capturar la imagen pararlo, seleccionar un determinado fragmento y enviárselo a nuestros amigos. No es necesario mandar el vídeo al completo. A su vez, se puede añadir información adicional o introducir enlaces sobre el ‘sponsor’ que aparece de fondo o sobre el actor…”, las posibilidades enumeradas por Bratt parecen no acabar en una materia que acaba de llegar a la Red, prueba de ello es que la mayoría de los videos que se emiten a día de hoy en Internet no reúnen estas características.

 

Los beneficios de la Web 3.0 para Bratt no sólo tienen que ver con cuestiones meramente técnicas sobre navegación por móvil o visionado de videos, durante toda su comparecencia Bratt ha hecho hincapié en cómo la Web 3.0 influye en los hábitos de vida de sus usuarios. Por ejemplo, en medicina muchos doctores podrán disponer de información para ofrecer atención médica a sus pacientes. Esta revolución genera consigo determinados problemas como la publicación de datos de índole privada.

 

Bratt apela a la responsabilidad del usuario, es el que decide en última instancia qué datos y dónde se hacen públicos: “La gente tiene que ser responsable sobre qué datos quieren que sean públicos y cuáles no. Miren hay casos similares a comienzos de los 90 cuando a muchas compañías les espantaba que hubiese información circulando en la web, a día de hoy se han dado por vencidos”.

 

La inteligencia artificial también tiene una vertiente personal, es capaz de mezclar mapas de una ciudad, datos históricos, la geolocalización de usuarios con los datos más personales de cada uno: “Hay información que sería más fácil de alcanzar en cuanto a hábitos personales y se puede hacer de forma segura y confidencial. Por ejemplo, a mí me encanta la comida italiana y ahora estoy en Barcelona… de esta forma puedo disponer de forma inmediata de una información sobre los restaurantes de comida italiana que ahí aquí cerca”, explica Bratt. La Web 3.0 también entiende de gustos.

 

 

 

Noticias Mayo 21, 2008

¡Desarrollad, desarrollad, malditos!

 

elpais. Salesforce se une a la tendencia de Amazon, Facebook o Google para convertirse en una plataforma sobre la que las compañías desarrollen sus propias aplicaciones. La web 3.0 ya está aquí, y gira en torno a las nuevas plataformas de desarrollo, es decir, a una nueva generación de herramientas que permiten escribir programas y que ya no tienen que proceder exclusivamente de los proveedores de software. Por Luz Fernández

Hasta ahora para programar se utilizaban distintos lenguajes ya fuese Visual Basic, .Net, SQL, Java o WebSphere. Pero el código abierto ha venido a cambiar el paradigma de la creación de aplicaciones. Y en lugar de hablar de Microsoft, Sun Microsystems o Bea, los programadores trabajan sobre Google para aplicaciones de redes sociales, Facebook y Amazon para programas de usuario final.

“Primero fueron las webs como Yahoo, eBay o Amazon. La segunda era de Internet ha estado marcada por los contenidos generados por los usuarios con webs como YouTube, Flickr o Digg, y la tercera generación está siendo determinada por las distintas plataformas. Está pasando hoy: la gente crea sus propias aplicaciones”, aseguraba Marc Benioff, fundador y presidente de Salesforce.com en su congreso anual europeo celebrado en Londres en el que anunció su propia plataforma, Force.com, que quiere convertirla en la referencia para el desarrollo de aplicaciones de empresa.

Benioff pretende revolucionar de nuevo la informática corporativa como ya lo hizo con su filosofía de software como servicio. Salesforce ha logrado un peso entre gigantes como Oracle, SAP o Microsoft con este concepto, que permite a las empresas utilizar una aplicación de gestión de clientes alojada y gestionada enteramente por Salesforce y por la que se paga una suscripción mensual. Un sistema similar al de los servicios de correo electrónico en Internet como Hotmail, Gmail o Yahoo Mail, pero aplicado a programas corporativos.

En una década Salesforce ha logrado 41.000 clientes en todo el mundo (7.000 en Europa) y unos beneficios de 850 millones de dólares. En principio el modelo de Salesforce caló en las pequeñas empresas, pero hoy tiene clientes de la talla de Dell, Adecco, Citibank o Allianz. De hecho, todos sus competidores han seguido esta estela y ofrecen alguna versión de sus aplicaciones con un consumo bajo demanda y por suscripción.

“Hemos creado la industria del software como servicio, hemos probado que es un modelo que funciona. Ahora, vamos a hacer esta transición con la plataforma, queremos crear la plataforma como servicio”, declaró Banioff, en el estreno oficial de Force.com. Con este concepto, Salesforce va a proporcionar las herramientas de desarrollo, los interfaces gráficos, y correrá el código creado por sus clientes sobre sus máquinas. Es decir, pondrá todos los recursos para que las empresas desarrollen sin tener que comprar más máquinas, ni nuevos programas, bastará con conectarse a su plataforma.

“Tenemos suficiente experiencia en alojar y hacer funcionar cientos de aplicaciones para nuestros clientes. Tenemos plataforma probada para la empresas”, concluía Benioff.